Alianzas estratégicas en la Iglesia

Muchos proyectos son demasiado grandes para ser abordados por un solo grupo. Trabajar en equipo con otras entidades es el camino más lógico y atractivo para no abandonar estas empresas.
Alianzas estratégicas: Un camino desaprovechado

Al observar la historia reciente del ministerio cristiano en Occidente quedo convencido de qué estamos padeciendo: nuestro verdadero y mayor pecado es el fraccionamiento en la iglesia, las múltiples divisiones y la resultante resistencia al diseño de Dios de vivir en relaciones restauradas que revelan una verdadera unidad. De todas las barreras, esta es la que más impide que el mundo crea. Fuera de la iglesia, es el mayor obstáculo al poder y credibilidad en nuestro trato con los que no creen.

En el interior de la Iglesia, es el mayor impedimento al gozo, la renovación y realización que Dios se ha propuesto para nosotros. Es también lo que más traba la eterna esperanza que la persona debiera tener, y el poder de Jesús que pueden traer a cada creyente y a su Iglesia.

Lo primero que nos debe motivar, es saber que Dios diseñó a su pueblo, para trabajar juntos. Al obrar así, los resultados serán más eficaces y más sólidos. Una idea con potencial

Cuando pensamos en la posibilidad de establecer alianzas para el ministerio, sin embargo, no podemos dejar plantearnos, inmediatamente, esta pregunta: «¿no sería más fácil y más rápido si lo hiciéramos nosotros solos?» «¿Por qué perder tiempo y energías tratando de trabajar con otros, particularmente con gente o ministerios con ideas diferentes a las nuestras?» El hecho es que las alianzas están demostrando, de maneras novedosas y poderosas, que si trabajamos con otros, en lugar de hacer la obra solos, se incrementan las probabilidades de alcanzar nuestra visión y realizar nuestro ministerio. Todo radica en la motivación.

Un concepto con historia

Las Escrituras señalan este camino. La idea de trabajar juntos para alcanzar algo que no podemos lograr solos, se remonta a los primeros registros históricos. Dios nos diseñó para vivir como él lo hace, en unidad, trabajando juntos: «Hagamos al ser humano a nuestra imagen» (Gn 1.26). Luego Dios, el Señor, dijo: «No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada» (Gn 2.18). Este mismo mensaje se observa a través de todas las Escrituras. A Moisés le dijo: «te pongo por Dios ante el faraón. Tu hermano Aarón será tu profeta» (Éx 7.1). Del mismo modo vemos el poder del trabajo en equipo en el libro de Nehemías: «la mitad de mi gente trabajaba en la obra, mientras la otra mitad permanecía armada con lanzas, escudos, arcos y corazas. Los jefes estaban pendientes de toda la gente de Judá. Tanto los que reconstruían la muralla como los que acarreaban los materiales, no descuidaban ni la obra ni la defensa» (Ne 4.16–17). Salomón nos recuerda que «uno solo puede ser vencido, pero dos pueden resistir. «¡La cuerda de tres hilos no se rompe fácilmente!» (Ec 4.12)

En el Nuevo Testamento Jesús reunió a los Doce y comenzó a enviarlos de dos en dos. (Marcos 6.7b). Pablo declara que «el cuerpo crece y se edifica en amor, sostenido y ajustado por todos los ligamentos, según la actividad propia de cada miembro» (Ef 4.16). Asimismo afirma que trabajamos en equipo con el Señor, pues «nosotros somos colaboradores al servicio de Dios; y ustedes son el campo de cultivo de Dios, son el edificio de Dios. Según la gracia que Dios me ha dado, yo, como maestro constructor, eché los cimientos, y otro construye sobre ellos» (1Co 3.9–10).  Lo primero que nos debe motivar, entonces, es saber que Dios diseñó a su creación, a su pueblo, para trabajar juntos. Al obrar así, los resultados serán más eficaces y más sólidos. Los pocos pasajes mencionados aquí son solo un indicio de la intención de Dios, y del poder y bendición que recibimos cuando seguimos su diseño.

Un concepto reconocido

Las empresas, la educación y las comunidades científicas reconocen el poder de las alianzas. Toda verdad es verdad de Dios, por lo que no debe sorprendernos que estas entidades hayan reconocido que la cooperación es esencial para el progreso.

Las alianzas estratégicas ofrecen acceso a muchos más recursos que cualquier compañía aislada pueda poseer o comprar por sí misma. Esto expande, en gran medida, su habilidad para crear nuevos productos, reducir costos, introducir nueva tecnología, incursionar en nuevos mercados, adelantarse a los competidores, alcanzar la escala necesaria para sobrevivir en los mercados internacionales, y generar más efectivo para invertir en habilidades clave. Esas mejoras son cada vez más el resultado de las alianzas.

El reino: una oportunidad sin igual

Las alianzas poseen distintos significados para diferentes personas. Ya sean dos individuos que se unen a beneficio de alguna causa local, o una iniciativa bastante compleja de cooperación internacional entre agencias. Si se posee un compromiso consciente de qué es una alianza, puede ser una poderosa motivación, llena de beneficios prácticos. A continuación se dan unos ejemplos:

Dos personas se comprometieron a lanzar un ministerio para los pobres, a través de su iglesia y decidieron orar juntas acerca de esta visión. Gente como esta se comunica personalmente, por teléfono, o coordinan sus esfuerzos a través de correos electrónicos. Estos socios de oración se apegan a los modelos bíblicos que prometen bendición al unir manos y corazones.

Unos cuantos misioneros se encontraban dispersos a lo largo de cientos de kilómetros cuadrados. Se sentían muy solitarios; las comunicaciones eran flojas y el creyente más cercano (normalmente, otro misionero) estaba de ocho a diez horas de distancia, por carreteras imposibles de transitar durante cuatro meses al año. Además, la respuesta al evangelio del grupo animista era, en el mejor de los casos, desalentadora.

Entonces, se reunieron veinticuatro misioneros y un pequeño grupo de creyentes locales para conversar y orar. A pesar de que provenían de trasfondos distintos, acordaron que la única manera de lograr un verdadero cambio era unirse en una alianza estable y activa.

Cinco familias cristianas que vivían en la misma calle de un vecindario, estaban interesadas en servir a sus vecino y al mismo tiempo testificarles. Entre ellos se comprometieron para llevar a cabo una cena informal mensual para todos los vecinos de la misma calle, compartiendo la preparación de los alimentos y rotándose el hogar anfitrión. Se comprometieron a hacerlo durante un año, invitando a todos los vecinos de la calle. En cada encuentro a los vecinos se les brinda la oportunidad de compartir sus mayores preocupaciones, sean creyentes o no. Y, en cada reunión, uno o dos miembros de las familias cristianas ora brevemente por las necesidades. Esta alianza a corto plazo, para testificar y servir, ha tenido un impacto potencial a largo plazo.Su verdad es igualmente evidente en las artes, la historia y en las relaciones humanas. La gracia de Dios no es selectiva. Tres estudiantes, con diferentes ministerios en una universidad, decidieron juntarse para planificar y orar acerca de cómo podrían alcanzar mejor a miles de estudiantes en la ciudad universitaria, si trabajaban juntos. Cuatro años más tarde, en un retiro, los líderes de los tres ministerios reconocieron que de no haber sido por esa alianza, nunca hubieran tocado y cambiado la vida de cientos de estudiantes.

Los beneficios de las alianzas

La verdad siempre es verdad de Dios. No existe otra fuente. Sea la matemática, la biología, la física, la química, o la astronomía, la perdurable huella de Dios queda en todas partes. A la vez, su verdad es igualmente evidente en las artes, la historia y en las relaciones humanas. La gracia de Dios no es selectiva. Eso es lo extraordinario. Como lo declaran las Escrituras: «Él hace que … llueva sobre justos e injustos». Los incrédulos envían hombres a la luna y los traen de regreso de manera segura. En mi ciudad natal, los finqueros incrédulos siembran, cuidan y cosechan sus cultivos con éxito. Por lo que no debe sorprendernos que en la práctica, los negocios y los ministerios que participan en alianzas, a menudo hallen motivaciones y beneficios similares. A continuación, algunos ejemplos en los que los negocios en general y las iniciativas sociales encuentran motivación común para entablar acuerdos, redes o alianzas estratégicas.

Eficiencia: Se aceleran los procesos, se reducen los costos, se elimina el desperdicio y se minimizan las frecuentes brechas y traspiés que pudieran darse cuando cada cual hace su proyecto por separado.

Fortaleza: Las alianzas permiten que las organizaciones lleven a cabo lo que saben hacer mejor. Esto es, maximizar su contribución al cumplir lo que mejor hacen, en lugar de tener que realizar múltiples tareas que, a menudo, llevan a cabo de manera mediocre.

Efectividad: Las alianzas nos obligan a centrarnos en todo el panorama, para identificar lo que se requiere para alcanzar la visión y, luego, precisar los pasos necesarios para realizarla. Una receta segura para obtener mejores resultados es reunir todas las piezas juntas y enfocarse en un objetivo común.

Mayor flexibilidad: Cuando se trabaja en alianza, aumentan las funciones, los momentos oportunos para una mejor coordinación, la disponibilidad de los recursos y, de ser necesario, la habilidad para concentrarse o enfocarse en más de un proyecto.

Mayores recursos: Cuando unimos las manos con otros a menudo se descubren habilidades diferentes y complementarias. Solo el hecho de unirnos muchas veces nos permite identificar qué otros recursos humanos son necesarios y así, juntos, estimular la participación de los mismos.

Menores riesgos: Cuanto más complejo o grande sea el proyecto, naturalmente, se necesitarán más recursos. Cuando trabajamos en alianzas, compartimos la carga y se reduce el riesgo. A la vez, se progresa más rápidamente y se mejora la calidad de los resultados.

Más opciones de acción: Cuando se trabaja solo, existe un límite en cuanto a lo que se puede lograr, sin importar qué tan sofisticados o sustanciales sean esos recursos. Pero, cuando se trabaja con otros que complementan sus fortalezas, se expande su potencial y sus horizontes. Esto puede significar nuevos productos, nuevos servicios, o nuevas áreas geográficas dónde trabajar.

Conclusión

La caída del hombre afectó seriamente la relación de equipo que sostenía la primera pareja. De la cooperación pasaron a la competencia, cada uno velando solamente por sus propios intereses. En Cristo, sin embargo, Dios desea volver a enseñarnos cómo trabajar juntos en los proyectos del Reino. Los esfuerzos unidos, fruto de alianzas estratégicas, pueden lograr un impacto mucho más profundo y duradero que las mejores empresas individuales. Anímese a acercarse a otros para trabajar juntos en la extensión del reino de los cielos.

Por: Phil Butler. Tomado con Permiso del Libro Bien conectados.

Deja un comentario