Depresión pastoral

La situación privilegiada del ministerio no exime a los pastores de los mismos problemas de su grey; en realidad, sufren presiones adicionales propias de su condición de pastor. En consecuencia, la depresión es un problema que afecta los niveles pastorales en medida no despreciable. El autor señala las tensiones que pueden causar depresión y las pautas para que los pastores la enfrenten.

Está comprobado que los pastores sufren de depresión con la misma frecuencia que la población en general. Entre dos y cuatro por ciento sufre de depresión en algún momento de su vida. La situación privilegiada del ministerio no exime a los pastores de los mismos problemas de su grey; en realidad, sufren presiones adicionales propias de su condición de pastor. En consecuencia, la depresión es un problema que afecta los niveles pastorales en medida no despreciable.

Durante 1980 entrevisté a 100 pastores seleccionados al azar; el 20 por ciento confesó haber sufrido entre moderada y severa depresión en algún punto de su vida. Más aun, la depresión es un síntoma muy frecuente entre los pastores que vienen a verme para tratamiento psiquiátrico.

TENSIONES QUE PUEDEN CAUSAR DEPRESIÓN

Si bien las tensiones empujan hacia la depresión, no siempre la alcanzan. Por ejemplo, a Juan el Bautista el encarcelamiento le produjo desaliento, en cambio con Pablo redundó en gozo y alabanza. Es importante considerar al individuo que está bajo tensión, antes de identificar qué tensiones causan la depresión.

Independientemente del estado de la vida personal del pastor, las condiciones inherentes al ministerio (que demandan una energía poco común), se experimentan mayormente como tensiones.

Complejidad del rol: Se espera más de los pastores que de cualquier otro profesional… Deben cumplir el rol de teólogos, filósofos, empresarios, políticos, educadores, predicadores, expertos en relaciones públicas y consejeros; y a menudo sin el adecuado entrenamiento en muchas de esas áreas.

Presiones financieras: los pastores pueden ser comparados con los médicos en cuanto a la estima y las expectativas que se tienen sobre él; respecto de la remuneración, en cambio, la situación es bien diferente.

Una encuesta de la revista Leadership (1981) descubrió que más del 60 por ciento de los pastores afirmó no sentir que habían pasado necesidades económicas. Sin embargo, la forma de responder en dicha encuesta sugería que muchos ministros se siente incómodos al admitir que las finanzas son un problema. Sienten que deberían estar por encima de "preocupaciones tan mundanas". Un pastor a punto de jubilarse admitió que no tenía mucho dinero con qué continuar; aunque luego añadió: "Pero no me hice pastor para ganar dinero".

Falta de arraigo: Muchos pastores deben mudarse de una jurisdicción a otra, con el consiguiente resultado de abandonar relaciones que se han hecho importantes tanto para él como para su familia. Además, si la mudanza es resultado de conflictos con la congregación, ni el pastor ni la congregación tienen la oportunidad de aprender de sus errores.

Conflictos interpersonales: Se espera que un pastor resuelva situaciones de conflicto; pero en una situación mucho más difícil que otros profesionales. Un psiquiatra puede trabajar de manera muy estructurada: él define cuándo puede ver al paciente, por cuánto tiempo y quién estará involucrado. El final de cada sesión es el último contacto hasta la semana siguiente. Un pastor no goza de este tipo de estructuración. Lo pueden llamar a cualquier hora. El conoce a estas personas y a sus familias y se preocupa por ellos profundamente. Si intenta limitar su grado de involucramiento es acusado de falta de interés y amor. La inevitable tensión que surge de estas situaciones conflictivas puede conducir a la depresión.

Todas estas tensiones son externas; pero la habilidad del pastor para manejarlas depende de su vida interior. Si se halla relativamente libre de conflicto, entonces puede dedicar toda su atención a las tensiones externas y decidir sobre la respuesta apropiada. Sin embargo; si el pastor está preocupado por conflictos de autoestima y de tener los sentimientos apropiados, su habilidad de responder a los problemas externos se verá afectada con facilidad.

Entre las tensiones internas, hay algunos temas recurrentes:

Autoimagen idealizada contra la verdadera: Crecer implica vivir con una brecha de autoimagen. La realidad del presente juega una parte en la formación de la autoimagen real. La habilidad y madurez que se anticipan cuando cierta meta está a punto de ser alcanzada, intervienen en la formación de la autoimagen idealizada.

Desafortunadamente, este esquema tan simple se ve complicado por otro factor: la autoestima. Los chicos a quienes se les dice con bastante frecuencia que no son "lo suficientemente grandes, buenos o inteligentes", llegan a la conclusión de que si no pueden desempeñarse bien en determinadas tareas, entonces no tienen valor. Esta convicción en gran parte es inconsciente y suele permanecer y afirmarse en la edad adulta.

Los pastores a menudo explican sus intentos por querer lograr más señalando pasajes bíblicos: "¿No dice acaso la Biblia que debemos ser diligentes, irreprochables, perfectos?". Tal vez sepan intelectualmente que son muy valiosos como hijos de Dios, pero en el nivel más profundo de sus emociones no están muy convencidos de ello; en varios casos, puede que permanezca todavía ese sentimiento de valor pobre de sí mismo.

Este conflicto entre lo que los pastores sienten que son y lo que deberían ser se manifiesta de diversas maneras. Puede que sean sobresalientes y que todos los aprueben con entusiasmo, pero mirando el problema más de cerca se hace evidente que existe una motivación detrás de su conducta.

Algunos pueden ser demasiado sensibles a la forma en que otros los ven. Después del sermón preguntan a sus esposas: "¿Cómo estuvo?"; y ellas pronto se sienten atrapadas: si responden con honestidad los pastores colapsan a la menor crítica; si como rutina dan respuestas positivas, su sinceridad es puesta en duda.

Otro indicio de este conflicto es la actitud competitiva entre pastores. Frecuentemente y de manera sutil examinan cuál es su situación en comparación con los pastores vecinos. Si se sienten superiores a los demás, esto ayuda a calmar esa molesta voz interior que les dice que son inferiores.

Este conflicto entre el yo idealizado y el verdadero a menudo se manifiesta en una actitud de "todo o nada": o son "perfectos" sin fallas o son "nada".

La congregación por lo general no se da cuenta de que el pastor tiene poca autoestima. En el mejor de los casos el pastor puede tener una carrera efectiva exteriormente, pero interiormente no puede relajarse y disfrutar del fruto de su labor. En el peor de los casos, su preocupación por la necesidad de demostrar su valor prepara el terreno para la depresión; lo cual generalmente ocurre ante una situación que ya no le permite defenderse de los sentimientos de inferioridad de la manera corriente.

Por ejemplo, el pastor X siempre trabajó duro pero se sintió inadecuado. Como realizaba grandes cantidades de trabajo, siempre se le asignaban responsabilidades adicionales; finalmente estuvo tan recargado que no había manera de que terminara todo, cuando se dio cuenta de ello se deprimió. Sintió que "no servía", ya que no podía hacer todo lo que la Iglesia le exigía.

Conflictos causados por la ira: Una pobre autoestima a menudo surge de conflictos interiores relacionados con lo apropiado o no de sus sentimientos, en especial los de enojo. La ira puede ser tan intensa que existe temor de perder el control y herir a alguien. Además, la expresión de la ira da lugar a dudas teológicas: "¿No dice la Biblia que hasta el sentimiento (mucho más la expresión) de la ira es inapropiado? ¿No castigará Dios (o al menos dejará de bendecir) a aquellos que permiten la ira?".

Muchos pastores nunca se dan cuenta totalmente de qué es lo que están resistiendo, más allá de una vaga sensación de incomodidad. Encuentran varias maneras de defenderse de esto: una de ellas es cambiando el nombre de la ira: molesto, irritado, triste, preocupado, enojado justificadamente.

Hay muchas maneras en las que los pastores expresan su ira: con una perpetua impuntualidad, con prontitud para aceptar un trabajo pero lentitud en realizarlo, con olvidos frecuentes. Aunque en la superficie aceptan pasivamente lo que otros esperan de ellos, siempre ofrecen algún tipo de resistencia.

Otra manera común de manejar la ira es proyectarla a los demás: "Yo no estoy enojado, ellos están enojados conmigo". Este método puede proteger a los pastores de la ira pero distorsiona su percepción de la realidad y los aliena de las demás personas.

A veces la ira se traduce en trastornos físicos: dolor de espalda, dolor de cabeza, problemas gastrointestinales, etc. los exámenes médicos no suelen revelar causa física alguna y la continua búsqueda de alivio puede conducir eventualmente a la depresión, la que se superpone con los malestares físicos preexistentes.

Cuando los pastores ya no pueden ignorar la ira y tampoco han encontrado la forma apropiada para expresarla, pueden dirigirla hacia ellos mismos; y, cuando la ira y la depresión se tornan muy intensas, hasta pueden llegar a tener ideas de suicidio.

Conflictos causados por impulsos sexuales: Aunque los pastores nieguen a sí mismos que se sienten sexualmente atraídos hacia alguien aparte de sus esposas, son conscientes de sus necesidades sexuales. Al igual que la ira, lo manejan de manera muy privada, ni siquiera sus amigos más íntimos están al tanto de la tentación. El manejo de impulsos sexuales que el pastor percibe como inaceptables, puede llevarlo a evitar compartir con otras personas, lo cual a su vez puede conducir a la depresión.

Un pastor estaba convencido de que tenía impulsos sexuales poco usuales. No quería revelar su problema por temor de ser aislado de la raza humana. Sin embargo, la intensa lucha por controlar los impulsos sexuales no está tan relacionada con lo fuerte del impulso sexual como con problemas no-sexuales. El deseo sexual fuera del matrimonio puede surgir de una insatisfactoria relación emocional con su esposa, ira hacia ella o una necesidad de demostrar su machismo.

Para otros, el problema involucra el desarrollo de una relación emocional intensa con otra mujer, lo cual puede darse en una situación de tratamiento como consejero. La relación inicial es racionalizada como necesaria, apropiada e inofensiva. Finalmente, después de un prolongado contacto, las emociones son tan intensas que resulta muy difícil evitar la tentación y el pastor se deprime ante la situación.

PAUTAS PARA EVITAR LA DEPRESIÓN

Un ministro puede desarrollar hábitos que le ayuden a evitar tensiones que pudieran conducir a la depresión.

Aprender a fijar límites: El pastor debería definir con claridad los límites de lo que puede esperar de sí mismo y de lo que puede permitir a otros que esperen de él. Sin embargo esto puede originar preguntas dolorosas: "Si no puedo responder a todos los pedidos legítimos de ayuda, ¿Cómo puedo demostrar el amor ilimitado de Dios hacia el hombre? ¿Cómo puedo decir ‘no’ al llamado de la iglesia? ¿No es decirle ‘no’ a Dios? ¿Cuál es la relación entre mi incapacidad para cubrir todas las necesidades y mi valor como persona?".

Las Escrituras ofrecen un instructivo ejemplo de líderes de la iglesia que no tenían vergüenza de poner límites a lo que permitían a otros esperar de ellos. Ejemplo: cuando los apóstoles delegaron algunas de sus responsabilidades a otras personas en Hechos 6. Pudieron establecer límites precisos porque veían con claridad a qué los había llamado Dios. Las palabras de despedida de Cristo habían sido un claro mandato a predicar y enseñar el evangelio. La infidelidad de los primeros seguidores no los desalentó (Hch. 5.1-10), la hostilidad de los líderes judíos locales no los asustó (Hch. 5.17-29), los azotes de las autoridades no los disuadieron (Hch. 5.40) y las acusaciones de fracaso por parte de sus compañeros no los confundieron (Hch. 6.1-4).

Los pastores de hoy pueden sentirse en desventaja al tener que definir su propio llamamiento; el cual está a menudo distorsionado por luchas interiores como ser aceptado, ser el más respetado, ser el pastor más ejemplar de la comunidad, evitar conflictos, controlar a la gente. De modo que establecer prioridades es una obligación para permanecer fiel al llamamiento y mantener la cordura.

Un obispo, el consejo de ancianos u otro pastor puede resultar de valiosa ayuda para que el pastor determine sus prioridades. Esto no debe verse como un signo de debilidad o de fracaso. Reconocer sus propios ritmos biológicos puede ayudar a los pastores a fijar sus prioridades. Algunos son madrugadores, otros noctámbulos; algunos están llenos de energía, ideas y entusiasmo; otros necesitan hacer un esfuerzo para lograr algo creativo. Esto y otros patrones de conducta pueden ser modificados hasta cierto punto pero aquellos que aceptan sus propios ritmos y trabajan dentro de ellos son los más efectivos y eficientes.

El pastor X tenía muchas ideas creativas, pero deseaba necesitar cinco horas de sueño de las ocho que normalmente se requieren. Siempre planeaba su horario dejando cinco horas de sueño y generalmente terminaba exhausto y se quedaba dormido en su oficina; entonces se preocupaba por haber fallado una vez más. Simplemente desconocía los límites de su cuerpo.

Mediante la enseñanza a la congregación del llamamiento de un pastor, sus metas y limitaciones, los pastores pueden responder activamente a las expectativas que pesan sobre ellos y así disminuir sus tensiones. Decir: "No puedo" es sólo la primera parte de la comunicación; la segunda es "Los recursos para resolver el problema pueden muy bien estar dentro suyo". Esto ayuda a otros a crecer en comprensión y confianza en sí mismos como colaboradores del ministro y evita el desarrollo de la dependencia del líder pastoral.

Aprender a expresar los sentimientos: La clave del éxito en las relaciones interpersonales es poder discutir abiertamente sentimientos negativos con la persona que los causó. A mayor supresión de los sentimientos, mayor intensificación de los mismos. En ocasiones, pueden llegar a ser tan intensos que el pastor puede tener una explosión de ira; luego vienen las disculpas, un intento por deshacer el daño y la determinación de no expresar esos sentimientos nunca más. La otra persona siente un alejamiento y la relación se ve destruida de la misma manera que con la explosión.

En lugar de suprimir los sentimientos o de explotar hay una tercera opción que consiste en expresar los propios pensamientos y sentimientos con el fin de fortalecer la relación. Hay varios principios para tener en cuenta:

Hágase dueño del problema: No importa cuán objetable sea la conducta de la otra persona, el pastor debe compartir sus propias reacciones y no atribuir sus sentimientos a los demás. Cuando un pastor le dice al anciano. "A usted no le importan los demás ya que siempre insiste en tener la última palabra", el anciano entonces tendrá que probar que no es una mala persona. En cambio el pastor podría decirle: "Cada vez que me interrumpe me siento herido, como si lo que tuviera que decir careciera de importancia". Esto ayuda a crear un clima que promueva la discusión productiva.

Describa conductas: No juzgue o evalúe la persona o sus motivaciones; simplemente describa la conducta que originó en usted los sentimientos negativos. Por ejemplo: "Cuando me acerco y desvía la vista me siento rechazado"; esto describe la situación sin comunicar rechazo hacia la otra persona.

Exprese sus sentimientos en primera persona: "Me siento herido, rechazado". Evite decir: "Quiso herirme, me está rechazando"; o usar la tercera persona: "La gente se siente rechazada cuando usted actúa de esa manera".

Muestre apoyo hacia la otra persona: El objetivo es ayudar a mantener y mejorar la relación. Permítale a la otra persona ver que usted se preocupa por él o ella y su relación; entonces ambos podrán dejar de lado sus defensas y ser abiertos el uno con el otro.

Responda a la nueva información: Preste atención a los componentes verbales y no verbales de las respuestas de la otra persona. Antes de dar una respuesta, repita lo que cree haber escuchado: "Le escucho decir que mis ocupaciones lo han airado"; acepte los comentarios sin defenderse y luego exprese sus sentimientos y pensamientos: "Puedo entender que mi poca disponibilidad le haya molestado; es algo que quiero superar".

No deje de expresarse después de cada vuelta de respuestas y comentarios. Una relación efectiva exige constante retroalimentación a lo largo de su desarrollo. La otra persona espera que usted la comprenda, no que se justifique.

Invertir tiempo en las relaciones: El desarrollo y mantenimiento de una relación significativa requiere la inversión de tiempo tanto en cantidad como en calidad. Los pastores a menudo afirman que las personas más importantes para ellos son sus esposas y sus hijos, pero el tiempo que invierten en estas personas es con frecuencia limitado. Desafortunadamente, la esposa y los hijos rara vez expresan su desesperación. Si el pastor pone a su familia en segundo lugar con respecto a las necesidades de la congregación, tarde o temprano descubrirá que sus hijos, y tal vez también su esposa, están profundamente resentidos contra él por ese motivo.

Finalmente, el pastor necesita hacerse un lugar en su vida para relaciones personales. Tener el mejor amigo dentro de la congregación puede ocasionar problemas, de modo que puede resultar ventajoso tener amigos íntimos fuera de la congregación. Al intercambiar ideas con un buen amigo, el pastor logrará fortaleza interior para ministrar a su congregación.

LOS PASTORES PUEDEN ENFRENTAR LA DEPRESION

No obstante los esfuerzos por desarrollar patrones de vida óptimos, los pastores pueden caer víctimas de la depresión; por ello resulta esencial para ellos aprender a enfrentarla.

Reconozca las señales: Todos tienden a negar inicialmente que pueden estar sufriendo de depresión; en consecuencia los pastores necesitan prestar especial atención a sus síntomas. Si las relaciones con los demás son cada vez más frustrantes y si hasta son evitadas; si resulta difícil controlar los apetitos, abusando del alcohol o de la comida; si hay dolores o malestares para los que no se encuentran causas fisiológicas; si hay pérdidas de interés en el sexo y en actividades que antes le causaban placer; si la mañana es el peor momento del día; si existe una sensación de desesperanza y si la muerte parece ser la salida, es muy probable que se trate de un caso de depresión.

Analice los sentimientos: Una vez descubierta la depresión, los pastores pueden intentar analizar los sentimientos específicos asociados a ella. ¿Por qué tienen esos sentimientos? ¿Qué los origina? ¿Cómo surgen? ¿En qué momentos? ¿Tienen proporción en relación al hecho que los origina?

Busque el apoyo de otras personas: No siempre es fácil poder determinar con claridad qué es exactamente lo que produce determinado sentimiento; resulta de ayuda obtener la opinión de otras personas para lograr mayor claridad. A menudo los pastores se ven tentados a evitar compartir sentimientos dolorosos con otros por temor a qué pensarán; pero si se han tomado el tiempo de desarrollar una profunda amistad con otra persona, el compartir resultará más fácil.

El pastor descubrirá que compartir luchas con Dios ayuda a levantar el ánimo. Los salmistas encontraron que verbalizar sus tristezas, enojos y depresiones les otorgaba un esperanza renovada. De manera similar, a medida que los pastores abren sus corazones a Dios y verbalizan sus enojos y depresiones, comenzarán a lograr una nueva perspectiva de sí mismos así como una sensación de ser aceptados por Dios a pesar de sus sentimientos negativos y de sus enojos.

Continúe con sus actividades: Los pastores deben resistir la tendencia a aislarse por la depresión; necesitan más bien definir tareas que pueden realizar con éxito, por ejemplo, si encuentran que las tareas administrativas les producen tensión pero disfrutan predicando aunque estén deprimidos, deben continuar predicando. Sin embargo, es necesario disminuir los compromisos y asumir el control de sus horarios para reducir las presiones.

Por Enos D. Martin .

Leadership. Usado con permiso.

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Depresión Pastoral

Por Enos D. Martin. La situación privilegiada del ministerio no exime a los pastores de los mismos problemas de su grey; en realidad, sufren presiones adicionales propias de su condición de pastor. En consecuencia, la depresión es un problema que afecta los niveles pastorales en medida no despreciable. El autor señala las tensiones que pueden causar depresión y las pautas para que los pastores la enfrenten.

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