Dos claves para una vida cristiana victoriosa

Fernando Alexis Jiménez

Sencillo. Esa palabra resume más inteligentes de muchas generaciones.  El científico que debería ser famoso y que muy pocos conocen. Hay quienes lo ubican en la Galería de los Famosos, junto a Albert  Einstein, Thomas Edison y Stephen Hawking.

Sencillo. Esa palabra resume más inteligentes de muchas generaciones.  El científico que debería ser famoso y que muy pocos conocen. Hay quienes lo ubican en la Galería de los Famosos, junto a Albert  Einstein, Thomas Edison y Stephen Hawking.<span=»15″>

A él se le atribuye la invención del motor de inducción que  fue un paso crucial para el desarrollo de los sistemas eléctricos modernos. Mark Twain, amigo de este genio, describió su invento como “la patente más valiosa desde la aparición del teléfono“. Nos estamos refiriendo a Nikola Tesla.

La Biblia enseña que los ganadores son aquellos que confían en Dios y avanzan hacia la materialización de sus sueños

Tesla estaba del lado de los ganadores en la “Guerra de las corrientes” –como se llamó a la batalla entre George Westinghouse y Thomas Edison–, por ver qué tipo de corriente se emplearía para la trasmisión eléctrica.

            En criterio de sus allegados, el científico era un excéntrico. Creía en el celibato para estimular la mente y estaba convencido de haber entrado en contacto con extraterrestres.

Nació en lo que hoy es Croacia, hijo de padres serbios.  Se mudó a Nueva York en 1884. Allí desarrolló vehículos a control remoto, tecnología inalámbrica y la primera planta hidroeléctrica en las cataratas del Niágara, en la frontera entre Estados Unidos y Canadá.

En la actualidad hay en marcha un proyecto para transformar su antiguo laboratorio en un museo, con fondos recolectados por sus seguidores. Gracias al sitio en internet The Oatmeal, sus defensores lograron juntar más de los US$850.000 que se habían propuesto. Esta suma será igualada con una contribución de las autoridades del estado de Nueva York.

Los inventores de su generación trataron de desacreditarlo, pero al él no le importaba el reconocimiento, sino ser fiel a su inventiva y servir a la humanidad.

Un célebre desconocido

La historia me llamó poderosamente la atención al pensar que alrededor nuestro hay célebres desconocidos. ¿Ha pensado en el médico que salvó de morir a un enfermo y sin embargo, nadie lo conoce, excepto su familia?¿O tal vez en el joven que ayudó a cruzar una peligrosa avenida a una viejecita que de otra manera hubiese muerto arrollada por un vehículo?¿Y qué decir del padre de familia que se esfuerza por sus hijos hasta el punto de dejar de ponerse una prenda de vestir por regalarle un par de zapatos a su hijo? Son héroes que nadie conoce.

Pero vamos más allá; en este caso, es quizá usted el protagonista. ¿A qué me refiero? A sus esfuerzos por cambiar, tomado de la mano del Señor Jesús. Tal vez nadie se da por enterado, pero usted en lo profundo de su ser sabe que ha experimentado modificaciones en su forma de pensar y de actuar. No obstante, nadie parece darse cuenta y lo critican, lo cuestionan, lo persiguen.

La clave está en la perseverancia. Ya nos fijamos una meta: cambiar con ayuda del Señor Jesucristo. Pues bien, debemos seguir adelante, por encima de las circunstancias. No podemos detenernos.

El apóstol Juan escribió que “…pero el que permanece en la enseñanza de Cristo tiene una relación tanto con el Padre como con el Hijo.”(2 Juan 1:9. Nueva Traducción Viviente)

Permanecer es seguir firme aun cuando surjan al paso problemas. Es cierto, quienes nos rodean son justo quienes ponen muchas veces tropiezo a nuestra vida cristiana, pero no debemos detenernos sino avanzar.

Claves para la vida cristiana

Hay dos claves para una vida cristiana: la perseverancia y la permanencia. ¿Cómo logrados perseverar y permanecer en la vida cristiana? Cuando dependemos del Señor Jesucristo.

Al respecto el propio Señor dijo a sus discípulos y a nosotros hoy: “Ciertamente, yo soy la vid; ustedes son las ramas. Los que permanecen en mí y yo en ellos producirán mucho fruto porque, separados de mí, no pueden hacer nada. ”(Juan 15:5. Nueva Traducción Viviente)

Si no nos desprendemos de la mano de Jesucristo, sin duda alcanzaremos la victoria. Es algo inherente a nuestra fe. La dependencia del Salvador unida a la perseverancia y la permanencia en Él dan como resultado la victoria. Es como la sumatoria de varios factores.

Es evidente que hay un paso que usted debe dar: recibir a Jesucristo como el Señor y Salvador de su vida. Es el tipo de decisiones de las que jamás nos arrepentiremos porque de Su mano, avanzamos en el maravilloso camino de crecimiento personal y espiritual.

Ps. Fernando Alexis Jiménez