LA GRAN COMISIÓN

«Pastorea a mi Iglesia»
15 Cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos? Le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. El le dijo: Apacienta mis corderos.
16 Volvió a decirle la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Le dijo: Pastorea mis ovejas.
17 Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas.




Hoy mirando a través de la ventana de la oficina, ví nubes que estaban acumulándose y el día se proyectaba lluvioso, aunque mirando más allá podía ver algunos chimangos (ave de rapiña similar al halcón) volando de aquí para allá buscando atrapar a alguna paloma.

Y observando esto, me puse a orar al Señor y cerré mis ojos.
Y pude ver cómo esas nubes entre blancas y grises se convertían en rojas y su esencia descendía como fuego a la tierra.
No había cielo azul, toda la bóveda celeste era de un rojo impresionante.

Cuando abrí nuevamente los ojos le pedí al Señor misericordia por aquellos que un día verán ese espectáculo sin haberle conocido a El.
Porque están aquellos que hoy dicen que estoy loca cuando les hablo de Jesús o les cuento los sueños del propósito de Dios en mi.

Esos que después de criticar, vienen a pedir oración por alguna cosa que escapa a sus posibilidades.
Reconocen que sin Dios nada pueden hacer, pero cuando todo se solucionó se vuelven a olvidar del Señor.-

En aquel momento el Señor me había empezado a contar una historia.

Había un Padre conversando con uno sus hijos. Al joven le dijo: Hijo, tu me amas?
A lo que el hijo respondió: Por su puesto que te amo, Padre, qué pregunta es esa?.

El Padre le volvió a preguntar: Si de verdad me amas, qué estarías dispuesto a hacer por mí?.
El joven tuvo temor. No comprendía ni la insistencia ni la intención de su Padre y se entristeció.

El Padre lo miró a los ojos y le volvió a inquirir: Hijo, me amas?.

Claro Señor que te amo, porque me dices esto?, acaso no te he demostrado todo lo que te amo, acaso no soy agradable a tus ojos para que tengas esta exigencia conmigo.
Dime en qué me he equivocado, dime en qué te he faltado y ayúdame a corregirlo!!

El Padre se sonrió y le mostró que había muchas personas necesitadas en todo que aún no sabían que su tierra era tan próspera como para venir a vivir en ella y disfrutar de las bondades del Señor y que les daría esa tierra y que podría sembrarla y cosechar sus frutos a cambio de nada, y que les daría el sustento en forma gratuita porque su Hijo Jesús ya había pagado por todo.

Le decía que era necesario que supieran que ésta era la única oportunidad que tenían en la vida, que no habría otra vez.
Que era necesario que se enteraran de las buenas nuevas. Pero que el mensajero debía ser el. Que el viaje sería arduo, lleno de dificultades.
Que encontraría quien quiera tomar su vida, quien quiera robarle la herencia, quien quiera que no llegue a destino el mensaje tan preciado.

El Padre, después de estas advertencias le preguntó al joven hijo: Irías tu?, Les hablarías de mi?.

Mientras le decía estas cosas, le mostró cuántos seres aún no conocen a Dios.
Cuántos creen conocerlo y rinden adoración a quien no merece la gloria.
Cuántos sacrifican a sus hijos, a sus padres en honor a quien sólo merece condenación. Cuántos están ciegos y no pueden ver su error. Es necesario que alguien vaya a hablarles.

Le siguió diciendo: Es necesario que oigan de tus palabras para que crean la verdad. Para que te crean llevarás el testamento que he firmado. Diles que todo aquel que acepte la oferta serán herederos contigo de la tierra.
Que tu Padre se queda aquí preparando habitaciones para todos los que acepten. Que todo mi amor por ellos va contigo.

El joven tenía emociones encontradas ante tal misión. Y le preguntó: Me mandas a mi, solo cuando me dices que hay tantos peligros?.
Yo solo no puedo. Tu lo sabes, Padre.
Además que garantía tienes de que acepten todos?.
Algunos aceptarán y otros no y es posible que quieran matarme!.
No conozco el camino, no sé cómo he de hablarles. Temo Padre no serte útil!!

El Padre le volvió a preguntar: Hijo, me amas? Porque si me amas, deberás ser imitador de tu Padre.
Deberás obedecerme por amor. Debes creer lo que te digo. No será fácil.
Pero jamás estarás solo. Siempre estaré contigo, aunque no me veas.
Siempre estaré a tu lado aconsejándote, adiestrándote, sustentándote.
Todo poder te será dado en mi Nombre. Siempre estaré contigo porque lejos de mi, de cierto morirías.

Nuevamente le preguntó: Me amas?

Si, le contestó el hijo. A lo que el Padre contestó:

Entonces toma tus cosas y vamos.–

BENDICIONES

(VICTORIOSA70V7)

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