Las Mujeres De Mi Vida

Por Marcos Witt. Las mujeres de mi vida son seis! Se que esto se oye un poco extraño, pero permítame explicarle, antes de que llegue usted a alguna conclusión equivocada. Se trata de varias mujeres que han sido una tremenda bendición para mi vida, que han influído en mi ministerio y que, en muchas maneras, han sido de gran impulso y apoyo para mi.

Se trata de mi esposa Miriam, mi hija Ellen y mi mamá Nola, mi suegra Ellen y mis hermanas: Lorena y Nolita.

Cada una ha tenido una aportación distinta, pero importante. Les hablare en primer lugar de mi mamá. La historia de ella es un impresionante relato de fe, visión, intrepidez, valentía, esfuerzo, amor y entrega. A los 20 años se caso con un joven, hijo de misioneros, que se llamaba Jerry Witt y a los pocos años tuvieron tres hijos, de los cuales soy el segundo. Después de mi nacimiento, en 1962, se movieron a la cuidad de Durango, México, en donde había crecido mi papá, y en donde hemos vivido desde entonces. En 1964, le dieron muerte a mi papá por causa del evangelio, dejando a mi mamá sola con 3 pequeños niños, el ultimo de 7 meses de edad.

En lugar de amargarse y huir del ministerio, permaneció firme en el lugar donde el Señor le había llevado y continuó levantado la obra que mi papá había comenzado.

Después de tres años y medio, conoció a Francisco Warren, con quien contrajo matrimonio. Ambos han sido una gran inspiración y bendición en mi vida. La entrega que siempre han mostrado a la obra del Señor es admirable y en muchas maneras, un ejemplo para mí y mis hermanos. Mi mamá ha servido como muestra de que Dios usa mujeres en el ministerio.

Mis padres tuvieron un par de gemelas que se llaman Lorena y Nolita. Desde muy pequeñas pudimos ver que eran personas talentosas, inteligentes y entregadas al Señor. Pase mucho tiempo con ellas cuando eran pequeñas, lo cual me llevó a tenerles un amor y una admiración especial.

De señoritas, empezaron a estudiar música y descubrieron grandes talentos en áreas como: tocar el piano, la guitarra, el violín, y su especialidad: el canto. En cada uno de los proyectos vocales que he grabado, mis hermanas me han acompañado con una participación como vocalistas de fondo. Su relación con Dios y su entrega al Reino es algo que inspira, me motiva y me anima a seguir con lo que Dios me ha entregado. Para mí, ellas han sido un ejemplo de mujeres jóvenes, excelentes, que Dios usa en Su obra.

En 1985 conocí a una señorita que transformaría mi vida entera: Miriam Crystal Lee, con quien me casé en marzo de 1986.

La primera vez que la vi fue un sábado por la noche y se estaba preparando para la reunión del domingo porque le tocaba dirigir la alabanza. Me impresionó ver a esta joven pasando tiempo con el Señor en una noche, que de seguro, muchos de sus amigos estaban disfrutando del fin de semana.

Mientras más la fui conociendo, mas me impactaba al saber de las grandes maravillas que el Señor había hecho en su vida. Miriam es una persona que ha conocido la tragedia y el dolor. A la edad de 15 años, perdió a su hermano mayor en un accidente automovilístico, y después el joven con quien estaba comprometida en matrimonio se accidentó fatalmente. Estoy seguro que Dios usó ésto en su vida para crear en ella el carácter y la firmeza que ahora tiene en el Señor. Es una guerrera en oración, una intercesora en todo el sentido de la palabra y creo que, entre muchas otras cosas, esto es una de los impactos principales que ha tenido mi vida.

Le doy gracias a Dios por tener una esposa tan dedicada a orar por mí, porque reconozco que sin este apoyo, sería muy poco lo que pudiera hacer.

Miriam me introdujo a su mamá, mi suegra. Mujer de Dios, entregada al Señor, a la oración, la lectura, el estudio y la exposición de la palabra de Dios. Otra gran mujer a quien admiro por su perseverancia y paciencia al educar y criar a una familia en el Señor, en estos tiempos tan inestables. ¿ La aportación más impactante de mi suegra para mi vida? ¡Su hija!

La última mujer en mi vida, hasta ahora, es una princesa a quien quiero con todo mi corazón: mi hijita de siete años, Elena Yannette. Preciosa como nadie, inteligente como su papá (no es broma, eh?), sensible y tierna como su mamá y lista y alerta como sus abuelas. Desde el día que nació, he estado confesando y declarando que Elena será una gran mujer en el Reino de Dios, y lo creo firmemente.

Todos tenemos mujeres en nuestras vidas por quienes debemos dar gracias a Dios. Tómese un momento y piense en quienes son aquellas en su vida que le han impactado y bendecido, y dele gracias a Dios por ellas, ahora mismo. Mujeres: Sigan siendo de inspiración y motivación a todos nosotros que las necesitamos. A las seis mujeres en mi vida: Gracias por ser algunas de las personas que me han apoyado y me han motivado a seguir adelante. Les amo mucho.

Artículo publicado en la revista Vida Cristiana
(Carisma Internacional 1996)
www.vidacristiana.com

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