Legalismo y misericordia: cara a cara

Introducción:

Hay en la iglesia una seducción muy sutil. Muchos cristianos están adormecidos pensando cada vez mas en sus propias necesidades y se olvidan de los demás. Pareciera que muchos creyentes han perdido el propósito de su llamado a servir. Muchas veces estamos tan sumergidos en nuestros propios asuntos que no nos damos el tiempo para mostrar a otros la misericordia que Jesucristo nos mostró en algún momento. Somos tan indiferentes al dolor de los demás que no reparamos en el sufrimiento y del deseo de otros de recibir una palabra de consuelo. Cuantas veces tenemos esta misma actitud para con aquellos que cometen pecado por ignorancia y que necesitan de nuestra ayuda? Por ejemplo: Vemos en Juan 7:53, como «Todos se fueron a su casa». Es decir, habiendo tenido al Maestro tan cerca y luego de oir sus enseñanzas, todos se fueron sin decir nada. Yo añado: Para continuar con lo suyo propio, completamente desinteresados, con cargas en sus conciencias, pero mas dispuestos a ocuparse de sus propias cosas. Tan indiferentes que se olvidaron de lo mejor: Ninguno invito a Jesús! ¿Cuántos de nosotros hacemos lo mismo? Espero en Dios que no ocurra lo mismo con nosotros, estando Jesús tan cerca.

Es generalmente aceptado que esta sección (Capítulo 8) no pertenece a este contexto en Juan. La mayoría de los manuscritos o bien la omiten de este contexto o la marcan con asteriscos para indicar duda. Al mismo tiempo, esta sección cuenta con respaldo antiguo y no hay razón para suponer que no representa una tradición genuina.

Mensaje:

En el verso 1, del capitulo 8 de Juan, dice: Y Jesús se fue…..El sabia donde ir. Pienso que hubiera cambiado sus planes si lo hubieran invitado alguno de los que oían sus enseñanzas. Jesús fue un hombre con propósitos. Cuando una persona conoce su propósito tiene visión y esta visión le guía a la provisión. Entre Jesús y su meta había una cruz. La cruz era el medio no era la meta misma. Monte de los Olivos :

Significado y Antecedentes.

Este monte estaba situado frente a la ciudad y separado de ella por el valle del Cedrón. En su cumbre había un santuario a Jehová (2 Samuel 15:32). David fue a su cumbre a adorar a Dios. Ezequiel vio la gloria de Jehová resplandeciendo sobre este monte al abandonar Jerusalén el Templo (Ez. 11:23) Zacarías tuvo una visión profética del retorno del Señor con todos Sus santos, posando sus pies sobre el monte de los Olivos, y liberando a Su pueblo (Zacarías 14:4-5; Hch 1:11-12). Cerca de la ciudad de Betania, sobre su costado oriental, se produjo la ascensión de nuestro Señor.

El incidente ocurrió mientras Jesús estaba enseñando en el templo. Jesús hablaba en el lugar del templo donde se ponían las ofrendas (Juan 8:20), donde se encendían lámparas que simbolizaban la columna de fuego que guió al pueblo de Israel por el desierto (Ex 13:21-22). En este contexto, Jesús dijo ser la luz del mundo. La columna de fuego representaba la presencia, la protección y la dirección de Dios. Jesús trae la presencia, la protección y la guía de Dios. Los escribas y los fariseos buscaron a Jesús en un tiempo cuando el estaba rodeado por una multitud. Aquí la palabra Templo se aplica con mayor frecuencia al Templo de Jerusalén para el culto al Señor. (Jl 3:5; Esd 1:7 y 5:14; Hch 19:27). En el templo se realizaban todos los sacrificios en honor a Jehová, el Dios de Israel.

Los Escribas y Fariseos trajeron a esa mujer al lugar de las ofrendas. Esto pareciera una irreverencia. A los adúlteros según los pasajes: v 20:10; Deut 22:22-24 Debian ser sacados a la puerta de la ciudad. En cuanto al adulterio la ley expresaba lo siguiente: El adultero con mujer casada era castigado con la muerte, por la ofensa que ello representaba para el marido legitimo (Ex 22:15). En Mateo 19:8 –Jesus les dijo: Moisés les permitió divorciarse de su esposa por lo obstinados que son* –respondió Jesús–. Pero no fue así desde el principio.

Según vv.3-6 Los lideres judíos menospreciaron la Ley al arrestar solo a la mujer. La Ley exigía que se apedrearan ambas personas involucradas en el adulterio (Lev 20:10; Deut 22:22; Expresa la muerte de ambos).

Detrás de todo esto había una intención encubierta. La intención de ellos era la de hacerle aparecer públicamente como contrario a las autoridades, tanto religiosas como civiles. El punto crucial era la actitud de Jesús hacia la ley de Moisés. Los dirigentes religiosos no perdieron tiempo en llamar la atención al mandamiento de Moisés en el caso de un flagrante acto de adulterio.

Condenaría Jesús a la mujer poniendo de esa manera en alto la ley de Moisés? Si el lo hacia, los escribas y los fariseos sabían que las autoridades civiles no permitirían que la sentencia se ejecutara. O, evadiría El el asunto y, haciéndolo así, condenaría el pecado de la mujer?

<<Jesús escribía en tierra,…..siguió escribiendo en tierra>>. Los lideres usaron a la mujer como una trampa para hacer caer a Jesús. Si decía que no debía apedrearse a la mujer, lo acusarían de violar la Ley de Moisés. Si los instaba a ejecutarla, lo acusarían frente a los romanos, que no permitían a los judíos llevar a cabo sus propias ejecuciones. (Juan 18:31).

v. 8:7 El lenguaje que Jesús utiliza aquí puede implicar, que El sabia que los acusadores de la mujer eran culpables ellos mismos de los mismo de lo que la acusaban a ella. ¡Cuan a menudo nosotros tenemos los mismos defectos que tan amargamente criticamos en otros! El no hizo ninguna de estas cosas, sino que devolvió el desafió a los acusadores: “El que de vosotros este sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella”. El Señor pone el asunto sobre sus propias conciencias Él transforma una sutileza legal en un asunto de moral. Jesús muestra misericordia y compasión. Conoce y mira como están los corazones. Los religiosos consideran que pueden señalar a esta mujer como pecadora. Esta es una declaración significativa en lo que respecta a juzgar a otros. Como Jesús ratifico el castigo aplicable al adulterio, no fue posible acusarlo de estar en contra de la Ley. Pero al decir que solo quien estuviese libre de pecado podía arrojar la primera piedra, destacó la importancia de la compasión y el perdón. Una pregunta: Cuando se descubre a otros en pecado, ¿es usted rápido para emitir un juicio? Hacerlo equivale a actuar como si nunca hubiese pecado. Es Dios el que debe juzgar, no nosotros. A nosotros nos toca mostrar perdón y compasión.

v. 8:8 No queda claro si Jesús al escribir en tierra sencillamente hacia caso omiso de los acusadores o si hacia una lista de los pecados o escribía los Diez Mandamientos. Sin embargo, pudiera ser que: Cuando escribía, imagino que el Señor reflexionaba así: <<El hombre es tierra, formado del polvo. Oh, Padre, Rey de los Cielos, vendrá el tiempo en que esta ley estará escrita en corazones de barro, de tierra. No de piedra>>.

<<Jesús con su dedo escribe en tierra, nos muestra el cumplimiento de la profecía, en la tierra del corazón de cada hombre y mujer>>. Con el dedo de Dios fue escrita en piedra (Ex 24:12), cuando dijo: “Sube a mí al monte,… y te daré tablas de piedra, y la ley, y mandamientos que he escrito para enseñarles”. <<Muy pronto vendrá el cumplimiento de las profecías cuando mis palabras las escribiré en la tabla de su corazón>>. Así como en Jeremías 31:33 (“…Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos Dios, y ellos me serán por pueblo.”). Así como en Ezequiel 36:25-26 (“Esparciré sobre vosotros agua limpia, y seréis limpiados de todas vuestras inmundicias; y de todos vuestros ídolos os limpiare. Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; quitare de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne”). <<Sabes hermano, la ley llegó a ser un ídolo en el corazón de los religiosos>>. Tengamos cuidado de que esto nos ocurra a nosotros. Diremos entonces, que esta mal que esta bendita palabra de Dios se arraigue en nuestros corazones? No, en absoluto.

Permíteme decirte, hermanito y hermanita: Si perteneces a Jesús, ya están en tu mente, y en tu corazón para manifestar el poder y la presencia de Dios en tu vida. Está en un corazón fácil de quebrantar (Is 15:57).

v. 8:9 Cuando Jesús dijo que solo quien no hubiera pecado podía arrojar la primera piedra, los lideres se alejaron en silencio, desde los mas viejos hasta los mas jóvenes. Era evidente que los hombres mas adultos tenían mayor conciencia de sus pecados que los mas jóvenes. <<Pero sea cual fuere su edad, eche una sincera mirada a su vida. Reconozca su naturaleza pecaminosa y busque maneras de ayudar a otros en lugar de lastimarlos. El retiro de los acusadores, desde el mayor abajo, hace resaltar el final de la historia>>.

v. 8:10 Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más. Aquí hay compasión unida a una fuerte exhortación, un ejemplo adecuado del verdadero trato de los ofensores. No hay ninguna evidencia de Jesús tolerando el adulterio, se ve claramente en el consejo de Jesús a la mujer.

Cuando confrontamos un problema nunca debemos separar EL AMOR Y LA VERDAD. Convencer (LA VERDAD), es sinónimo de modificar, construir (EDIFICA). No se deben divorciar la verdad del amor. La verdad debe decirse en amor. El amor y la verdad fusionados son sanadores. Jesús vino a sanar todo esos sufrimientos y heridas causadas por los errores y por las personas mal intencionadas. <<Jesús sana las heridas que lo llevan a la muerte. Y luego la iglesia se encarga del proceso de sanación anterior>>.

v. 8:11 Vemos como Jesús no condenó a la mujer acusada de adulterio, pero tampoco paso por alto su pecado. Le dijo que abandonase su vida de pecado. <<Jesús esta dispuesto a perdonar a cualquier pecado que haya en su vida, pero la confesión y el arrepentimiento implican un cambio de corazón>>. Con la ayuda de Dios podemos aceptar el perdón de Cristo y poner fin a nuestras malas obras. La Biblia dice: «Creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó>>. Ya desde el mismo principio de la Biblia, la mujer es considerada a la par con el varón como hombre, por lo que ella recibe toda su dignidad como tal. Ciertamente, debido a la caída se establece una modificación en la situación de la mujer, la cual sufre graves consecuencias. Conocerá los dolores de dar a luz y su marido dominará sobre ella (Gn. 3:16; Ef. 5:23-24).

No obstante, la posición de la mujer según el Antiguo Testamento era muy superior a la que tenía reconocida en las naciones paganas alrededor. Gozaba de mucha más libertad, ya que sus actividades más variadas e importantes, y también su situación social mucho más elevada y respetada. Los hijos debían honrar al padre y a la madre (Éx. 20:12). Ya en las familias de los patriarcas, las mujeres como Sara, Rebeca y Raquel jugaban un papel eminente y, en ocasiones, preponderante. María, la hermana de Moisés, y Débora, fueron profetisas y poetisas, y esta última acaudilló un ejército a la victoria (Éx. 15:20-21; Jue. 4-5). Ana, la madre de Samuel, es una hermosa figura de mujer piadosa y notablemente dotada (15.1; 2:1-2). Hulda era una profetisa a la que se prestaba atención (2 Cr. 34:22). Más de una vez vemos cómo se honra en gran manera a la reina madre (1 R. 2:19; 15:13), y en las biografías de los reyes se indica siempre quién fue la madre. El joven es exhortado en Proverbios a recordar la enseñanza de su madre (1:8; 6:20), porque el hecho de menospreciarla lo llevaría a maldición (19:26; 20:20; 30:11, 17).

En cambio, en Grecia y en Roma estaban muy lejos de reconocer el valor de la mujer. Su filósofos la consideraban como un ser inferior, intermedio entre el hombre libre y el esclavo; también la tenían asimismo en poca estima. Otros recomendaban la posesión de mujeres en común. En la práctica, estas mismas concepciones eran las que existían en Roma, especialmente después del triunfo de la cultura y de las formas licenciosas (inmorales) de los griegos.

En Israel, la actividad de la mujer se relacionaba con la totalidad de la vida doméstica: podía ocuparse de los rebaños (Gn. 29:6; Éx. 2:16), hilar la lana y hacer los vestidos de la familia (Éx. 35:26; Pr. 31:19; 1 5. 2:19), tejer y coser para aumentar los ingresos de la familia y para ayudar a los desventurados (Pr 31:13, 24; Hch 9:39); también recogía el agua (Gn 24:13; Jn 4:7), y molía el grano necesario para el pan diario (Mt 24:41), preparando la masa (ex 12:34; Dt 28:5) y la comida (Gn 18:6; 2S a3:8); era asimismo su responsabilidad criar e instruir a los hijos (Pr 31:1; 2 Ti 3:15) y supervisar a los siervos (Pr 31:27; 1 Ti 5:14).

El Nuevo Testamento muestra mas claramente la elevada posición de la mujer, Jesús tuvo siempre gran consideración hacia las mujeres: Marta y María lo recibieron en su hogar; sanó a Maria de Magdala; Juana y Sussana lo ayudaron con sus bienes (Lc 8:2-3; 10:38-39). Perdonó y salvó a la pecadora (Lucas 7:37-50). Hubo un grupo de mujeres que le servían y que le acompañaron hasta el mismo Calvario (Mt 27:55-56), y después al sepulcro (v.61). Dispuestas a embalsamarlo, se dirigieron al sepulcro el día de Resurrección (Lc 23:56; 24:1). El Señor resucitado se apareció ante ellas primero, y tuvieron ellas el honor de ser las primeras en proclamar su victoria (Mt 28:9-10; Lc 24:9-11).

En la iglesia del primer siglo vemos ya que las mujeres se distinguen por su piedad y buenas obras: Dorcas (Hch 9:36), Maria, la madre de Juan marcos (12:12), Lidia (16:14), Priscila (18:26), las hijas de Felipe (21:8-9). El apóstol Pablo, por palabra del Señor, no reconoce a la mujer el ministerio de enseñanza publica ni el de dirección, que se reserva al varón (1 Ti 2:11-12); 1 Co 14:33-35); sin embargo al precisar la actitud que debe tenerse, aval (aprueba) de la mujer <<que ora o profetiza>> (11:5; 14:3-4; Hch 21:8-9). Menciona a numerosas mujeres que han sido sus colaboradoras en la obra de Dios y que le han sido de ayuda en sus propias actividades (Ro 16:2-4, 6; Fil 4:3). Había asimismo diaconizas en la iglesia primitiva (Ro 16:1-2; 1 Ti 3:11) y viudas puestas en unas ciertas fundaciones, encargadas de todo tipo de obras de asistencia (5:9-10); las mujeres experimentadas debían encargarse de instruir a las jóvenes (Tit 2:3-3).

Se expone claramente que, por lo que respecta a la salvación y a su posición en Cristo, <<no hay varón ni mujer>> (Ga 3:28) y que en la nueva esfera mas allá de la muerte esta distinción desaparecerá totalmente.

Conclusión:

La Biblia dice en Romanos 13:10 “…así que el cumplimiento de la Ley es el amor”. Significado: Cumplimiento (sustantivo): Perfección en el modo de obrar o de hacer una cosa. Cumplir: ejecutar, realizar llevar a efecto. Proveer a uno lo que le hace falta.

La ley fue escrita primero en piedra como el significado de corazones endurecidos. Posteriormente en tierra <carne> significado de corazones contritos y humillados.

Se establecen dos principios:

1. Debemos exhortarnos a la COMPASIÓN DE CRISTO. Los siguientes pasajes bíblicos nos hablan acerca de esto: Por la multitud (Mt 9:36; 14:14; 15:32) Por el infortunado (Mt 20:34) Por Jerusalén (Mt 23:37) Por el leproso (Mr 1:41) Por lo que están de luto (Lc 7:13; Jn 11:35)

2. Debemos exhortarnos al no DESCUIDO DE LA MISERICORDIA Y AYUDA. Los siguientes son pasajes bíblicos nos hablan acerca de esto: Sal 109:16, David pide a Dios castigo para “los que se olvidaron de hacer misericordia”; Pr 21:13, “El que cierra su oído al clamor del pobre no será oído cuando clamare”; Ez 34:4, Clamor contra los que se olvidan de hacer el bien (Zac 11:16, Endurecimiento para ser enjuiciado por la impiedad); Mt 25:43, Indiferencia; Lc 16:20-21 El rico y Lázaro (Stgo 4:17 Y el que sabe hacer lo bueno y no lo hace le es pecado.)

Hago un llamado a las mujeres que han sido heridas con profundas marcas de rechazo, de falta de perdón, de falta de amor, de falta de atención, de ternura; con el deseo de ser aceptadas, pero han sido objeto de menosprecio. Yo te digo, mujer, Jesucristo tiene un bálsamo para ti.

Hago también un llamado a los hombres que en reconocimiento de sus pecados y como señal de arrepentimiento, quieren pedir perdón a Dios por el maltrato hacia sus esposas. Muchos de los cuales han cometido estas faltas porque lo vieron hacer a sus propios padres. Hago un llamado a todos: hombres y mujeres, a practicar la compasión y la misericordia que nos mostró nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Amén.

Autor:  Rafael Sánchez-Galan