Ministerio Juvenil y Células

Por Lucas Leys. Es increíble como el concepto de grupos pequeños se ha desparramado en los últimos años. Hoy también se usan otros términos como “espigas”, popularizado por la Cruzada Estudiantil, “barcas,” “racimos” o  “grupo de doce”. Pero sea cuál sea el nombre, las ideas básicas son similares aunque se articulen de diferentes maneras. Algunas de las ideas motoras son:

– Con las reuniones de los domingos no basta para crecer espiritualmente.
– Es más fácil integrar nuevos creyentes y por ende son una herramienta de multiplicación.
– Los grupos pequeños facilitan el ejercicio de los dones de todos.
– En los grupos pequeños se puede manifestar mejor la unidad del cuerpo de Cristo y la práctica de los valores del Reino.
– En los grupos pequeños se facilita el discipulado cercano.

En el ámbito del ministerio juvenil hay algunas razones extras para trabajar en grupos pequeños. Por ejemplo la necesidad de “pertenecer” de los adolescentes puede ser muy bien alimentada desde las células.
Entre las recomendaciones que hacen aquellos que han estado practicando grupos pequeños entre la juventud, mi propia experiencia liderándolos, y la observación que he realizado del sistema en distintas iglesias, pude procesar los siguientes detalles:

– Deben ser participativos: Las reuniones de grupos pequeños no son una reunión tradicional dónde hay un predicador central y el resto es pasivo. Para muchos la clave de los grupos pequeños es justamente que sean los mismos jóvenes los que lideren.

– Funcionan mejor en las casas: Hay algo íntimo acerca de hacer una reunión en la casa de uno de los miembros. La familia se siente protagonista, hay un sentido de pertenencia y propiedad por parte de los anfitriones y se satisface una curiosidad natural por saber cómo son las familias de los otros por parte de todos los participantes.

– Funcionan mejor por edades: Obviamente los adolescentes de doce años que entran al secundario y los jóvenes de veinticuatro que ya piensan que casarse no es una idea demoníaca, tienen necesidades y gustos muy diferentes. Las células deben prestar especial consideración a este detalle porque en la intimidad de un grupo de participación se notan mucho más esas diferencias. La separación de grupos por edades hasta ahora permanece un desafío para el ministerio juvenil y usualmente dedico bastante tiempo en los entrenamientos para explicar por qué y cómo pueden hacerse las divisiones. Muchos líderes tienen miedo de que si separan a los pocos jóvenes que tienen, va a caer la asistencia o pronto el grupo se va a desanimar. Pero la práctica muestra que estas separaciones terminan produciendo multiplicación debido a que los jóvenes se sienten más cómodos y mejor comprendidos con los de su edad y además porque se nutren más líderes en este formato.

– Son más activos los grupos cambiantes: Algunas iglesias y movimientos que han practicado las células por varios años han aprendido que no se puede esperar que el mismo sistema funcione exactamente para cada edad y que en el caso de la juventud es mejor que las células o grupos varíen de tanto en tanto. Los más chicos necesitan probar diversos grupos justamente para no estancarse en su desarrollo y poder reconocer mayores posibilidades respecto a los roles que le gustan jugar. Otros más grandes necesitan conocer a nuevos candidatos del sexo opuesto para tener más y mejor de donde elegir pensando en la pareja cristiana y eso está muy bien. Muchos recomiendan cambiar los integrantes de los grupos cada año o cada seis meses. En el caso de los más grandes es mayormente natural para ellos tener un grupo de amigos establecidos y les cuesta más cambiar de grupo a menos que lo entiendan como parte de una misión de la que son parte.

– Los grupos pequeños existen para multiplicarse: Si el grupo no se multiplica, muy pronto podría estar funcionando como un grupo cerrado donde es difícil entrar o salir. Al llegar a ese punto es más difícil distinguir si el grupo pequeño es tan solo un grupo de amigos o se trata de un ministerio de la iglesia. Uno de los peligros vuelve a ser la falta de entusiasmo al ver siempre las mismas caras y coartar el factor sorpresa. Pero quizás lo más importante es que el grupo pierde de vista la evangelización.

– No son una clave mágica para el crecimiento: Sin bien multiplicarse debe ser uno de los objetivos. Algunas iglesias que han incursionado en los grupos pequeños se han frustrado porque no pueden repetir los resultados de otras y terminan desechando el formato. El sistema de grupos pequeños es un sistema increíblemente rico pero también con una increíble rama de variaciones.

Los grupos pequeños no son exclusivos para iglesias grandes ni pequeñas. Los grupos pequeños primeramente dan la posibilidad de ser más reales en un mundo de “caretas”, y más cercanos y hermanos en un mundo de individualismo, competencia y familias rotas.

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