¿POR QUÉ LOS GANSOS VUELAN FORMANDO UNA “V”?

Por Rev. Julio Ruiz. Cada otoño trae consigo la migración de millares de aves hacia el sur para pasar la temporada de invierno. Uno de los espectáculos con los que se recrea nuestra vista, es aquel que contempla las bandadas de gansos que surcan los aires donde uno de ellos, graznando, es seguido por los demás,  formando una especie de “V”, sin que caigan en el desorden de volar cada uno por su lado.

La ciencia ha descubierto el por qué estas aves vuelan de esta manera, lo que ha constituido una de las grandes lecciones para el ser humano en lo que atañe al valor de la  unidad y trabajo en equipo. Hay una explicación lógica para ese vuelo.

 

El siguiente, es el resultado del estudio que se ha hecho al comportamiento de estas aves mientras se desplazan entre una estación y  otra. Cuando cada pájaro bate sus alas, produce un movimiento en el aire permitiendo que el compañero que viene detrás no encuentre la misma proporción de aire, lo cual le ayuda a mantenerse menos cansado que los del frente. Volando en forma de V la bandada completa aumenta por lo menos un 70 por ciento su poder de vuelo, asunto que no lo haría cada pájaro al volar solo. Cuando un ganso se sale de su formación de inmediato siente la resistencia del aire. Se da cuenta que hacerlo esta manera no solo es difícil, sino que pierde el beneficio del trabajo del compañero que va adelante. ¿Qué pasa con el líder principal? … ¡y aquí es donde viene lo extraordinario de la lección de los gansos! Cuando el que comanda a los demás se cansa, se pasa a los  puestos de atrás y otro ganso toma su lugar. Por otro lado, si  un ganso se enferma o es herido de alguna bala, otros dos gansos se salen de la formación y lo siguen para ayudarlo y protegerlo. Sorprende en este descubrimiento que los gansos “amigos” permanecen acompañándole hasta que este se recupere o finalmente muera. Ellos no regresarían a su grupo, o  se unirían a otro, hasta no haber cumplido su tarea. ¿No es esto extraordinario?

 

Esas aves nos enseñan el valor que tiene el apoyarse los unos de los otros. Cuando un grupo comparte una dirección común y viven bajo un sentido de comunidad, no solo llegarán donde desean ir, sino que lo harán más rápido. También podemos decir que si alguien va en mi misma dirección, debiéramos tener la inteligencia de formar parte del mismo bando, pues haciendo el trabajo sólo encontraré  vientos opositores. Por otro lado, si el trabajo lo hacemos en equipo obtenemos mejores resultados, pues compartiremos las cargas más pesadas, y nos turnaríamos  mientras se toma aliento para seguir en el camino. Estas aves nos muestran cuán importante es el valor de la disciplina, ya que las cosas desorganizadas no conducen sino al  mismo caos. Nos muestran que en la vida no podemos ser seres ermitaños sino gregarios. Nos dan la gran lección que cuando uno cae en medio del equipo, hay los auténticos amigos que vienen al oportuno socorro. Los gansos nos muestran el valor de la amistad, quienes al ver a un necesitado entre ellos no esperan ser llamados para socorrer; sencillamente,  allí están ellos para servir. El altruismo forma parte de su natural estado. Ellos aprenden por instinto lo que nosotros debiéramos practicar  bondadosamente.

 

La falta de unidad golpea con frecuencia las sagradas instituciones. En el contexto de la familia, cuando sus miembros no cooperan y no se ayudan mutuamente, las heridas no suelen cicatrizarse con rapidez. Por otro lado, la falta de cuidado entre los cónyuges les conduce a estados de soledad, generando entre ellos largos períodos de sufrimientos cuyos resultados desembocan en rupturas de los votos matrimoniales. Los gansos nos enseñan que mejor son dos que uno, pues cuando el uno cae el otro le sostiene.

 

Jesús no quiere ver almas solitarias que andan fuera de las “filas” de aquellos que van abriendo el camino al cielo. Él vino para llenar cada corazón con su presencia, y luego invita a cada hombre para que se una a su “cuerpo local”, visto en la vida de la iglesia, donde pueda ser socorrido y asistido con amor, de modo que pueda seguir hasta que pase su propio “invierno”, para luego ver el encanto de su propia “primavera”. Desde allí Jesús le invita a no salirse de la fila, mientras sigue “volando” en el gran espacio hacia la eternidad.

 

 

 

 

 

 

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