¡Que se calle el gallo!

Lucas 22:54-65. Introducción
1. La figura de Pedro es una de las más humanas de toda la Escritura, en ella vemos el proceso de transformación de fragilidad a firmeza de una forma magistral.

2. Cuando Jesús llamó a Simón a seguirle le declaró un nuevo nombre que señalaba o apuntaba a lo que ese hombre sería algún día.

3. El nombre de Simón era muy apropiado para este impulsivo y rudo hombre pues significa: “caña batida por el viento”, frágil, inestable, que puede romperse fácilmente.

4. Este hombre haría honor a su nombre muchas veces a lo largo de los tres años que seguiría a Jesús, esa caña batida por el viento en innumerables ocasiones demostraría una madurez impresionante y otras una insensatez igualmente impresionante.

5. Pero Jesús le declaró : “Te llamarás Pedro”. De caña frágil a sólida roca, de inestable personalidad a carácter firme y estable. Lo mismo hace contigo y conmigo cuando nos encuentra, El nos ve como somos pero se propone no dejarnos así, ve lo que nosotros no vemos de nosotros mismos, ve el producto terminado, ve la obra completada.

6. Jesús vio a Pedro la roca mientras todavía era Simón, la caña. Aleluya! No desistió hasta verlo transformado en roca, el proceso sería largo y doloroso tanto para Pedro como para Jesús pero aguardaría y lo vería.

Cuerpo del mensaje

1. Los acontecimientos de la última semana de Jesús en la tierra están avanzando. Jesús reúne a sus discípulos por última vez, comen juntos, les da unos últimos consejos, les anima, les alienta, les asegura sus promesas.

2. Allí está Pedro muy cerca, sorpresivamente Jesús les señala que esa misma noche todos se escandalizarían, tropezarían y caerían por causa de El (Mateo 26:31-35 Marcos 14:27-31).

3. La reacción de la caña llamada Pedro, lleno de emoción, no se hizo esperar: “Jamás te dejaré, yo nunca tropezaré, si tuviera que morir contigo, moriré”. Y allí mismo la “caña” se sacudió con fuerza como de huracán, otra vez.

4. Jesús le declaró lo que él ni se imaginaba: El gallo no va a terminar de cantar dos veces y tú mi querida “caña batida por el viento”, te quebrarás de tal manera que negarás el haberme conocido. Negarás las veces que reímos juntos, negarás las veces que estuviste a mi lado y viste muertos resucitar, negarás las veces que sané y tú mismo sanaste en mi nombre, negarás las veces en que te recostaste a mi lado para escuchar mis enseñanzas, negarás lo que te fue revelado de mí a ti, que soy el Mesías el Hijo del Dios Viviente, a fin de cuentas negarás a tu mejor amigo, a tu Señor y Maestro.

5. La noche oscura del arresto llega, se llevan a Jesús a la casa del Sumo Sacerdote, Juan y Pedro le siguen, pero Pedro le sigue de lejos. La hora oscura de Pedro había llegado también, las preguntas lo turban más, la confusión del momento arropa su corazón.

6. Se quedó en el patio, desde donde estaba, veía como latigaban a su amigo, como lo abofeteaban, como lo injuriaban. Pedro se sentó junto al fuego con un grupo de gente que no creían en Jesús. Dos graves peligros que debemos evadir: seguir a Jesús de lejos y sentarnos a calentarnos junto a aquellos que se burlan de Jesús.

7. Tres veces le señalaron que le conocía, tres veces negó enfáticamente que fuera así. De momento y de forma inesperada, se oye un ruido que llena la noche, es un gallo!!!!!!!!!! ¿Dónde había estado escondido ese gallo? Se supone que los gallos anuncien la mañana, el amanecer, pero este gallo anuncia la noche más oscura en la vida de Pedro.

8. “Co-co-ro-co-có, Co-co-ro-co-có”. ¡QUE SE CALLE ESE GALLO!

9. El corazón y el alma de Pedro desfallecieron, no sólo porque el gallo cantó y él lo negó, sino porque su Señor y Amigo lo miró en aquella negra hora.

10. La mirada no fue condenatoria, seguramente fue de misericordia, “Pedro, mi amigo, mi frágil caña, te acuerdas de lo que te dije, Satanás te pidió para zarandearte y así lo ha hecho, pero no te olvides, oré y estoy orando por ti, para que tu fe no falte y cuando vuelvas a tus cabales después de esta noche oscura, continúa mi plan vigente contigo y serás tú el que confirmes a tus hermanos, serás tú el que les animes, serás tú el que los levantes. Desde el principio declaré que eres Pedro, “roca” ,muy pronto dejarás de ser “caña batida por el viento”. (San Lucas 22:31-32)

11. Pedro salió y lloró amargamente, le arropó la culpa, la verguenza y la duda acerca del amor de Jesús por él. ¿Sería posible que después de esto, su Señor le siguiera amando? ¿Podría llenar las expectativas de su Señor de algún día convertirse en “roca” y dejar de ser la “caña frágil’ que hasta ahora había sido?
12. Pedro siguió a su lugar de escondite pero no sabía que algo había ocurrido: el gallo se le había metido por dentro y no lo podía hacer callar. Se levantó a la mañana siguiente y allí estaba ese cántico: “Co-co-ro-co-có”, era ensordecedor, aunque nadie más lo escuchaba. “Cállate gallo, me vuelves loco”.

13. Le dijo a los discípulos me voy a pescar, (Juan 21:3) es lo que sé hacer mejor, se acabó ese asunto de ser evangelista o predicador, me voy a hacer lo único que sé hacer bien, quizás así se calle este gallo de una vez.

14. Pero no había forma de hacer callar al gallo, preparó las redes, organizó el barco pero el gallo seguía cantando.

15. Las mujeres habían recibido un mensaje del ángel en la tumba (Marcos 16:6-7), “vayan y díganle a todos los discípulos, Y A PEDRO…” Díganle a Pedro que todavía su Amigo lo ama, asegúrenle a Pedro que lo quiere ver, díganle que todavía continúa viéndolo como “roca” aunque se haya roto como “caña frágil”.
Las mujeres le dieron el mensaje pero aún el gallo no se callaba, ese insistente gallo cantaba y cantaba y con cada entonación le gritaba: “Jamás podrás ser lo que él dijo que serías, jamás dejarás de ser “caña”, fue un sueño creer que algún día serías una “roca”. Y mientras más el gallo cantaba, más pedía Pedro: ¡QUE SE CALLE ESE GALLO!

Conclusión

16. Intentaron pescar toda la noche pero no cogieron ni un sólo pez, a la distancia un extraño les pregunta si han pescado algo y les da unas instrucciones que ellos obedecen y al instante se llenan las redes (Juan 21:4-14). Juan le dice a Pedro que el extraño es Jesús y Pedro se lanza desnudo a su encuentro, la mejor forma de ir al encuentro con Jesús es desnudo, al descubierto, sin cubiertas externas que oculten lo que hay adentro, y de forma milagrosa el cántico del gallo comenzó a disminuir. ¡Santo!

17. Ya en la orilla, Jesús comienza una conversación que determinará el futuro de Pedro. Jesús se dirige a él llamándolo Simón o sea “caña batida por el viento”. Lo que le pregunta también es una contestación a su interrogante de todos estos días, al preguntarle si lo ama, le está afirmando que su Señor todavía lo ama a él.

18. Tres veces le pregunta si lo ama, tres veces lo comisiona al cumplimiento de lo que ha determinado para él: apacentar sus ovejas. Dos veces le contesta Pedro afirmativamente, ¿porqué se lo pregunta otra vez?

19. Mientras le pregunta Jesús por su compromiso de amor, algo comienza a ocurrir, el cántico del gallo se va convirtiendo en susurro, comienza a disminuir su intensidad, el eco se va alejando.

20. La tercera vez, no pudo decir otra cosa sino que apelar al conocimiento sobrenatural de Jesús de todas las cosas, El que lo sabe todo podía confirmar si él lo amaba o no, sólo El podía saber si todavía había posibilidades de que algún día fuera todo lo que El había determinado acerca de él.

21. Algo ocurrió sorpresivamente, ¡EL GALLO DEJO DE CANTAR!

22. Jesús le afirmó que lo que había un día declarado de morir con El, sería verdad, la frágil caña, el impulsivo pescador, el rudo y volátil discípulo al fin se convertiría en una roca sólida que difícilmente se sacudiría.

23. ¿Y EL GALLO? Se calló para siempre.

24. ¿Habrá alguien aquí en esta noche con un gallo cantándole por dentro? ¿Pareciera que has hecho lo imposible por hacerlo callar pero no se calla?

25. Sólo escucha a tu Amigo, al Maestro a la orilla de la playa, mientras te sirve desayuno, esperando escuchar que le aseguras tu amor por El, escúchalo mientras te asegura El a ti que todavía puede cambiarte de “caña frágil” en “roca sólida”.

26. Y mientras esto ocurre, percátate de que ya dejó de cantar el gallo. ALELUYA!

Por: Pastora Yolanda Quiñones 

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