Te llamás Robertito ?

Esto es verdad: Estuve participando en una convocación de intercesión en
Jerusalem y pude visitar casi completamente la ciudad vieja de Jerusalem


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Esto es verdad: Estuve participando en una convocación de intercesión en
Jerusalem y pude visitar casi completamente la ciudad vieja de Jerusalem y
uno de los lugares que más me atrapó fue la gran puerta de entrada, aquella
que cruzó Pedro y Juan y se detuvieron a hablar con un enfermo que les pidió
una limosna..

Esto es ficción: Dios Padre miró a la Tierra y se detuvo en aquella gran
ciudad, repleta de hombres y mujeres que iban y venian tan apresuradamente.
Llamó a uno de sus ángeles y le mandó a que fuera allí, tomara forma de ser
humano y vistiera ropas andrajosas y se mantuviera sentado en las escaleras
de aquella enorme iglesia en el centro de la ciudad. Lo único que debia
hacer era mirar fijamente a las personas que pasaban por la calle y a
aquellos que subian las escaleras para entrar a la iglesia, les extendiera
la mano y les pidiera un trozo de pan.
Ya que la iglesia mantenia sus puertas los siete dias de la semana, desde
temprana la mañana hasta entrar la noche, entendía que relativamente pronto
recibiria respuesta de su angel, para ver qué habia acontecido.

Pasaron siete dias (terrestres) y el ángel, en la noche, volvió a la
presencia de Dios.
-Qué gusto verte mi querido ángel, ¿cómo te fue en la Tierra?, cuantas
personas se te acercaron y te brindaron ayuda, te dieron para comer, o te
albergaron en sus casas, o te abrigaron del frio?.
– Señor!, estuve siete dias allá donde me enviaste. Me senté esperando la
atención de alguien, pero debo decirte que durante el primer dia no hubo
nadie que me dirigiera la palabra, solo un par de ancianas al ver mi mano
extendida me dieron una monedas.
El segundo dia amanecí en aquellas escaleras, pero no estaba solo ya que
habia otros hombres y mujeres con niños sentados en diferentes lugares de la
gran escalera. Pasó exactamente lo mismo, todos pasaban apresurados sin
prestar atención a mi súplica. Algunos miraban con rostro enternecido a las
mujeres que llevaban a niños en su regazo, pero solo eso, nadie se detuvo
para ayudar.
El tercer dia se repitió la historia. En cierto momento salió a la puerta
un hombre jóven, según me dijo uno de los mendigos a mi lado era el
sacerdote, o pastor de la iglesia. Nos miró a todos,uno por uno y nos
saludó. HIzo una señal con sus manos y dijo: Dios los bendiga!. Despúés
volvió al interior del edificio.
El séptimo dia no tuvo grandes cambios. La rutina la cambió un par de
policias que levantaron a un hombre viejo que estaba muerto recostado a una
de las columnas de la entrada, según sentí, murió de tristeza y también de
hambre.
Mientras observaba a una multitud de personas que entraban a la iglesia, ya
que era domingo y habia un programa especial, me llamó la atención que un
niño de 5 años, llamado Robertito, bajó los escalones de la escalera hasta
donde yo estaba.
Le pregunté donde estaba su mamá, y me dijo que estaba adentro cantandote a
tí. Tan chiquitito y me dijo que el sacerdote hablaba a todos diciendo que
hay que dar a los pobres y necesitados. Que Dios vé las buenas obras hechas
de corazón desde el Cielo. Su mamá cerró los ojos y movia la boca pero no
hacia ruidos.
Metió su manito en un bolsillo y sacó una galletita y un caramelo. Los puso
en mi mano y dijo: comé!.
Al instante ví salir a la madre corriendo a buscar a su hijo. – Robertito
vení para acá, dejá a ese señor!. El niño me sonrió y antes de irse me
dijo: Si Dios no me vió no importa, vos comé!. Y se fue.
Esperé a que todos se fueran de la iglesia y se hizo nuevamente la noche
hasta que todos los mendigo se acostaron sobre periódicos para dormir. Le
dejé la galletita y el caramelo a una señora con un bebé y acá estoy para
servirte!.
Dios le comentó: así que Robertito!!!, bueno mi querido ángel, desde ahora
te envio a que estes cerca de él durante su vida, protegiendolo y
dirigiéndolo. Pronto, muy pronto Robertito será tocado por mi Espiritu y él
será quien haga mi obra de amor y caridad en aquella iglesia.
Gracias, vé haz lo que debas hacer!.

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