Y Tú, ¿Qué Tienes?

Por Alberto Valderrama. 2 Reyes 4:1-7. INTRODUCCIÓN:
Esta viuda había estado casada con un hijo de los profetas, los cuales habían sido perseguidos y muertos hacia poco por la reina Jezabel, sin duda tales persecuciones habían empobrecido a los profetas.

En esos tiempos el dejar deudas era cosa seria, pues no había bancarrota y las deudas de los esposos recaían sobre toda la familia. Podemos pensar que no había nada de malo en que los hijos de la mujer trabajaran para pagar esas deudas, pero la realidad es que sus hijos quedarían en esclavitud y ella quedaría desamparada.
Cuando Eliseo le pregunto qué cosa tenía en su casa, nos damos cuenta que la mujer estaba en la pobreza. Lo único de valor que tenía era una vasija de aceite. En esos tiempos el aceite era muy común y útil. Tenía varios usos, se usaba para cocinar, para condimento, para las lámparas, para las heridas, para la higiene y para ungir. Por eso en todas las casas la gente tenía muchas vasijas aceiteras, y algunas eran muy grandes. Pero a esta mujer sólo le quedaba una.

A veces nos encontramos que ya no tenemos nada, sólo nos queda una cosa muy común y regular, algo que no parece tener mucho valor. ¡Cuántas veces he oído a cristianos decir, ¿Qué le puedo dar a Dios? No tengo sino sólo esta poquita cosa. El diablo ha estado engañando a estos hermanos, haciéndole creer, que es muy poco lo que tienen que dar a Dios. Que no tienen nada de valor para darle. No se han dado cuenta que Dios puede hacer grandes milagros con poca cosa, y si fuera necesario con nada. ¿Acaso no hizo Dios toda esta tierra y el universo de la nada?

Hermanos tenemos que comprender que Dios puede hacer grandes milagros con la vasija de tu vida. Si sabes orar, pues ve y encuentra un alma que este vacía y enséñala a orar. Cualquier cosa que tengas ve y dásela a otras almas vacías y verás el gran milagro que Dios puede obrar. No pongas más excusas hermano. Deja de pensar que no puedes hacer nada para Dios, esas son mentiras del diablo, el diablo quiere que seas un perezoso que no hagas nada para Dios. Empieza a dar lo poquito que Dios te dio y veras el milagro. Ve a tus vecinos y trae esas almas perdidas, no pocas, y verás que Dios las llenará de ese mismo Espíritu Santo que te dio, Dios los llenará de ese mismo aceite que alumbra tu vida.

Los apóstoles también cayeron en el mismo sentimiento de esta viuda, cuando Jesús le dijo a ellos que le dieran de comer a la multitud, sólo se fijaron en lo poquito que tenían (Mateo 14:15-17) Se olvidaron que con ellos estaba Jesús. Lo habían visto hacer muchos milagros pero todavía no entendían todo Su poder. Hermano, ya deja de fijarte en lo poquito que tienes, y empieza a usarlo para la obra de Dios y verás Su poder.

Un escritor cuenta la historia de un héroe y un cobarde. El cobarde, parado al costado del campo de batalla, mirando su espada decía: ¿Qué puedo hacer con esta vieja espada? Si solamente tuviera una hoja de acero azul, podría hacer algo. Seguramente el príncipe tendrá una espada con una hoja tal. Pero ¿qué puedo hacer yo con esta antigüedad? Dicho esto, con un golpe sobre su rodilla la rompió en dos pedazos, y echándolos sobre la arena, escapó de la batalla. Pero el héroe, el príncipe de quien el cobarde pensaba que poseía una espada con hoja de acero azul, en ese momento no tenía nada en sus manos. Luchaba sólo con los puños. Había perdido todo en la pelea, pero no escapó. El enemigo lo estaba haciendo retroceder con las puntas de sus lanzas, hasta que tropezó con la empuñadura de la espada rota que el cobarde había desechado. Tomándola de la arena, la levantó en el aire y con la dignidad de un rey, dio un grito y se abalanzó sobre el enemigo. Viéndolo cargar valerosamente con esa espada rota, sus soldados se reunieron a su alrededor y también se lanzaron al ataque. Ganaron la batalla y finalmente la guerra.

Sí, algunos pueden hacer más con media espada que otros con una entera.

¿Estamos haciendo nosotros todo lo que podemos con lo que tenemos a mano? En la historia del pueblo de Israel se nos cuenta cómo en una ocasión Samgar no tenía en su mano más que una aguijada de bueyes. Ni siquiera media espada sólo una aguijada de bueyes, con la que mató a seiscientos filisteos que venían a robarles las cosechas y dejarlos hambrientos, salvando así a su pueblo de grandes penurias (Jueces 3:31)

Una aguijada era un palo largo con un pedazo plano de hierro en un extremo y una punta filosa en el otro. La parte puntiaguda se usaba para dirigir al buey en los tiempos de labranza y el extremo plano se utilizaba para quitar el lodo del arado.

En una ocasión a Moisés, el gran legislador y libertador de su pueblo de la esclavitud de Egipto, Dios le formuló la siguiente pregunta: ¿Qué es eso que tienes en tu mano? Una vara, fue la respuesta. Con ella te presentarás ante Faraón para libertar a mi pueblo. Y el pueblo fue libertado.

CONCLUSIÓN

El aceite dejó de salir sólo cuando ya no tuvieron más recipientes. El número de vasijas que reunieron fue un indicio de su fe. La provisión de Dios fue tan grande como su fe y disposición a obedecer. Tengamos cuidado de no limitar las bendiciones de Dios por falta de fe y de obediencia. Dios es capaz de dar mucho más abundantemente de lo que pedimos o imaginamos: "Y ahora, gloria sea a Dios, que puede hacer muchísimo más de lo que nosotros pedimos o pensamos, gracias a Su poder que actúa en nosotros." (Efesios 3:20 VP)

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