Los 8 Ingredientes para ser un Buen Pastor – Marcos Witt

Salmo 23
“Jehová es mi pastor; nada me faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar; Junto a aguas de reposo me pastoreará. Confortará mi alma; Me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre. Aunque ande en valle de sombra de muerte, No temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; Tú vara y tu cayado me infundirán aliento. Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando. Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, Y en la casa de Jehová moraré por largos días.”

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La madre que entregó a su hijo

Si hiciéramos una lista de hombres y mujeres a quienes Dios ha honrado, ¿quiénes vendrían a nuestra mente? Moisés, los profetas, los apóstoles y misioneros que han dado sus vidas por el Señor. ¿Y qué de aquella mujer que entregó a su propio hijo? La vida de una mujer que puede marcar la suya.

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Puestos en el Fuego por el Bien de la Oración

Juan 16:16:24. "Un poco más, y ya no me veréis; y de nuevo un poco, y me veréis. Entonces algunos de sus discípulos se decían unos a otros: ¿Qué es esto que nos dice: “Un poco más, y no me veréis, y de nuevo un poco, y me veréis” y “Porque yo voy al Padre”? Por eso decían: ¿Qué es esto que dice: “Un poco”? No sabemos de qué habla.  Jesús sabía que querían preguntarle, y les dijo: ¿Estáis discutiendo entre vosotros sobre esto, porque dije: “Un poco más, y no me veréis, y de nuevo un poco, y me veréis”?  En verdad, en verdad os digo que lloraréis y os lamentaréis, pero el mundo se alegrará;  estaréis tristes, pero vuestra tristeza se convertirá en alegría. 

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El Implacable Amor de Dios

Quiero hablarles acerca de la palabra implacable. Significa que no disminuye en intensidad o esfuerzo—no se rinde, ni se compromete, incapaz de ser cambiado o persuadido con argumentos. Ser implacable es apegarse a un rumbo determinado. Que maravillosa descripción del amor de Dios. El amor de nuestro Señor es absolutamente implacable. Nada puede entorpecer o disminuir su búsqueda amorosa tanto de pecadores como de santos. David, el salmista, lo expreso de esta manera: “Detrás y delante me rodeaste… ¿a donde me iré de tu Espíritu? ¿Y a donde huiré de tu presencia? Si subiere a los cielos, allí estas tu; y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tu estas.” (Salmo 139:5, 7-8).

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