Bajo Presión

Bajo Presión ¿Cuáles son las presiones más duras a las que se enfrenta un líder?
Yo afirmaría que la más fuerte es la que ejercen nuestros propios egos. La gente alrededor del líder muchas veces crea expectativas completamente irreales de lo que este debe ser. Muchos esperan, por ejemplo, que el pastor y su familia sean perfectos, los modelos a seguir en todas las esferas de la vida.

¿Cómo debemos manejar esas expectativas?
Estas expectativas transfieren una tremenda carga a los hombros de cualquier líder. El verdadero problema, sin embargo, no es la expectativa de los otros, sino la forma en que el líder la maneja. Esta se amplifica cuando el líder acepta este reto e intenta ser más perfecto de lo que humanamente es posible. Para un ministerio sano resulta necesario que un líder conviva con su humanidad y se dé permiso para cometer errores ocasionalmente. No estoy hablando de vivir en un estado de dejadez moral, sino con una perspectiva realista de uno mismo

Debemos orar para no creer lo que la gente cree y piensa de nosotros. En lo personal yo he encontrado muy útil contar con un grupo de compañeros a quienes debo rendirles cuentas. Cuando yo le concedo a otros la libertad de que me examinen, seguramente comenzarán a marcarme algunas facetas de mi humanidad en las que necesito trabajar. Esto me ayudará a mantener los pies sobre la tierra y, en consecuencia, buscaré una postura de humildad ante los desafíos de la vida.

Cuando todos están pendientes de nosotros, ¿se torna más difícil cultivar la humildad? La humildad es una cualidad de la cual no somos conscientes. Si somos conscientes de cuán humildes somos, ya hemos perdido la humildad. Esta cualidad es el fruto de un estilo de vida, de una forma de considerarse a uno mismo y a los que nos rodean.

No obstante, la humildad se expresa por medio de acciones. Puede ser por medio de la simple cortesía de devolver un saludo o en la disposición de escuchar a otro. En su sentido más sencillo se cultiva cuando optamos por poner a otros antes que a nosotros.

Uno de los indicadores más claros de la humildad es la forma en que manejamos la crítica. La respuesta natural es caer en los argumentos defensivos, buscar explicaciones que excusen nuestro comportamiento. La humildad, sin embargo, nos conduce hacia el deseo de tratar de entender por qué somos criticados, hacia la búsqueda de la verdad que puede estar escondida en la crítica.

¿Qué otra presión debe resistir el líder?
El poder. Este es una de las fuerzas con más capacidad de corromper el corazón del ser humano. Siempre debemos profesar mucho respeto por el poder que encierran ciertas posiciones, porque hombres mejores que nosotros han sido seducidos por él. Cada vez que un pastor siente que debe ser la persona que controla todo lo que ocurre en una congregación, ya creó problemas.

En lo personal, yo admiro a Billy Graham. Él es consciente del reconocimiento mundial que ha alcanzado por haber predicado el evangelio a más personas que cualquier otro individuo en la historia de la Iglesia. Esa conciencia lo lleva a ser sumamente cauteloso a la hora de pronunciar declaraciones o tomar decisiones, pues sabe que el impacto de las mismas puede ser profundo.

¿Cuál es la diferencia entre motivar y manipular?
Continuamente deberíamos plantearnos esta pregunta: ¿Estoy usando el poder y la posición que me otorgan el ministerio para promocionar mi propia persona, visión o prestigio? Deberíamos poder responder, con toda honestidad, que estamos utilizando estos elementos para la gloria de Dios y la extensión del Reino, pero no siempre es esa la respuesta. A veces hemos convertido a Cristo en nuestro siervo y pretendemos que él esté a disposición de nuestros proyectos y ambiciones personales.

No somos los dueños de las congregaciones que pastoreamos. Nuestro llamado es a servir a estas personas. Cuando tomamos conciencia de ese llamado, somos materia dispuesta para que el Señor nos use con mucho poder. Sin embargo, encontraremos que continuamente batallamos contra el deseo de pensar primeramente en nuestros propios deseos.

¿Cómo puede un líder combatir estas presiones?
Debe guiarse por tres principios. En primer lugar, un líder debe ser capaz de demostrar su compromiso con los objetivos, las metas y el espíritu de la organización que representa. No puede darse el lujo de trabajar a medias. Debe involucrarse plenamente en el proyecto que se le ha confiado.

En segundo lugar, debe poseer la capacidad de trasladar los objetivos de su organización a los corazones de sus seguidores. Es decir, en el caso de la congregación, el pastor trabajará para que los objetivos de la congregación sean de todos y no de un individuo en particular.

En tercer lugar, un líder debe siempre permanecer alerta a los cambios naturales de la vida. La Palabra afirma que Jesús es el mismo ayer, hoy y por los siglos, y por esto el mensaje será siempre el mismo. Lo que debemos entender, sin embargo, es el cambio continuo de las condiciones que rodean esa realidad. Estos cambios pueden ser culturales, políticos o económicos, pero exigirán del líder flexibilidad para saber cómo adaptarse a ellos.

Por Mark Hatfield, quien fue gobernador del estado de Oregon y, luego, senador de EE.UU., comparte observaciones acerca de los desafíos del liderazgo.

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