Bendeciré a tus generaciones

En esta ocasión, la Palabra del Señor se presenta como una cena deliciosa, servida en tres etapas, la entrada, el plato fuerte y el postre. La entrada es una promesa escrita por Dios en Deuteronomio 7:9-10 donde dice que Él es fiel y guarda el pacto de misericordia a los que le aman y guardan Sus mandamientos, hasta mil generaciones. El Señor es fiel y cada persona puede dar testimonio de ello si le ama, le busca y cumple Sus mandamientos. Nuestra obediencia a Su Palabra es la medida del Señor para conocer el amor que le tenemos.

El plato fuerte incluye varios manjares. En este caso son los valores que nos identifican y determinan porque difieren para cada persona. Algunos son la verdad, el amor, la puntualidad y el respeto. Personalmente estoy trabajando en el valor del orden porque sé que es importante.

En Job 2:9 -10 leemos que este hombre se mantuvo fiel e íntegro a pesar de las dificultades. Siempre hay un nuevo comienzo para quienes viven los valores correctos y no se dejan vencer por los problemas. La adversidad saca a luz el material del que estamos hechos y nuestra materia prima es la confianza en Dios. El problema no es perderlo todo, sino mantener los valores que pueden llevarnos de nuevo a la cima. El Señor recompensa a la persona con valores. Él no te librará de la adversidad pero del otro lado te espera con recompensas.

Josué 24:14-15 habla de la integridad y la verdad con que nosotros y nuestra casa debemos servir a Dios que observa cuánto apreciamos nuestros valores. La integridad tiene un alto precio porque no es fácil mantenerla, incluso implica afrontar riesgos, por ello es valiosa y recibe recompensa. Los valores que heredes a tus hijos tienen el poder de transformar y ser la base de una vida diferente y feliz.

Ahora disfrutemos del postre que se relaciona con la promesa de bendición para mil generaciones. Hace poco descubrí un estudio sobre la descendencia de dos hombre que vivieron en Estados Unidos en la década de 1700 y que tomó como base los valores y estilo de vida de ambos.

Al primero le llamaremos William Smith, aunque no es su verdadero nombre. Este hombre era ateo, no tenía principios ni valores positivos y se casó con una mujer de la misma ideología. Escogieron una vida egocéntrica y consumista. No tenían ninguna conciencia social o compromiso con el prójimo. Al analizar su genealogía, se tomaron en cuenta a los 1,026 descendientes que podían identificarse. De ellos, 300 eran convictos por algún crimen; 27 fueron asesinos; 190 mujeres se dedicaron a la prostitución y 509 descendientes fueron alcohólicos y drogadictos. Estos datos nos muestran el poder que tiene en nuestra familia el tipo de vida que elegimos y la educación que brindamos.

El segundo caso es completamente diferente. El hombre que tomaron para el estudio se llamaba Jonathan Edwards, era ministro del Evangelio y teólogo, temeroso de Dios y honrado. Se casó con una mujer que compartía su ideología y ambos estaban comprometidos con ofrecer una influencia positiva a sus descendientes y sociedad. Sus valores no eran negociables porque deseaban vivir bajo la voluntad del Señor. Al analizar su genealogía, se identificaron 929 descendientes. De ellos, 430 también fueron ministros cristianos; 314 eran veteranos de guerra que pelearon por su país. Además, 75 fueron escritores; 86 enseñaron en universidades y 13 llegaron a ser presidentes de alguna de ellas. 7 de los descendientes de Jonathan fueron miembros del Congreso, 3 ocuparon cargos como gobernadores de algún Estado, incluso, uno de ellos ¡fue vicepresidente de la nación! La fidelidad del Señor se hizo palpable en la descendencia de este hombre que le demostró su amor y obediencia. Esa es la genética que Dios escoge para formar y bendecir a toda una generación de líderes.

El material del que estás hecho y que heredas a tus descendientes es importante, no desperdicies la oportunidad de alcanzar con bendición a tus próximas generaciones. Ellos dependen de ti. Demuestra que no estás dispuesto a negociar tus principios y eres íntegro hasta el final. Solamente de esa forma recibirás las recompensas que están guardadas para ti y tu familia. Debes ser un regalo y bendición para tu patria.

Tu familia y tu nación serán bendecidos si le pides al Señor que cambie tu corazón y te de fortaleza para iniciar un nuevo camino de influencia sobre tus descendientes. Él tomará autoridad sobre el futuro de tu generación si le das espacio para hacerlo. Dile que comprendes la importancia de vivir y heredar valores que edifiquen. Entrégale tu pasado y presente para que te ayude a construir un futuro lleno de bendición.

Por: Pastor Hugo López

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