Cómo preparar a la próxima generación para el ministerio

Según se afirma, Winston Churchill declaró: «Siempre estoy preparado para aprender, aunque no siempre me gusta que me enseñen». Cada generación afronta la necesidad del desarrollo personal. El liderazgo estratégico a largo plazo, para el futuro de la iglesia, requiere: primero: un enfoque más amplio de la formación del carácter y segundo: un plan definido, destinado a cultivar la sensibilidad hacia las cuestiones relativas a esa formación por parte de quienes se preparan para el ministerio.

La acción de adiestrar juega una función e importancia destacadas en el cuerpo de Cristo. El empleo de la palabra expresa la conciencia del deseo de ese cambio personal. Casi todos los líderes admiten que, en todas las fases del ministerio, uno debe seguir creciendo, desarrollándose en su interior. Sin embargo, el desarrollo que no debe descuidarse es el de la próxima generación de líderes, que se preparan para puestos importantes de liderazgo.

Cambio de paradigma

Cuando inició el presente siglo, las organizaciones medían su valor neto de maneras distintas a las del siglo XX. Durante la era industrial, el valor neto de una organización se medía por sus bienes inmuebles, las fábricas y el equipo, y los almacenes de mercancías. Los parámetros han cambiado. Algunas organizaciones han reducido el tamaño convencional de su oficina y de sus bienes inmuebles y han permitido que sus empleados trabajen desde sus casas. Ahora las organizaciones emplean términos como equipos virtuales, grupos de personas vinculadas por la tecnología, por lo general para realizar tareas a corto plazo de la organización. Semejantes cambios señalan nuestra entrada a una sociedad posindustrial. Expresiones como capital intelectual nos llevan a una economía totalmente nueva y a un nuevo ambiente laboral.

Los líderes cristianos que entiendan esos cambios culturales estarán mejor preparados para adiestrar a la próxima generación en los asuntos del ministerio. El posindustrialismo no se refiere solo a una explosión del conocimiento y a los factores de cambio en ese proceso, sino también a la manera en que se emplea la fuerza de trabajo. Ahora, en cada organización, los individuos se han vuelto el capital importante, el capital humano. El movimiento de desarrollo personal es resultado de la manera en que los individuos y las organizaciones perciben el capital humano.

El cambio posindustrial que llevó a invertir más en desarrollo personal resultó inevitable. Tan solo con un breve recorrido por una librería observamos que la demanda de tal material ha alcanzado niveles casi obsesivos. ¿Cuáles son las consecuencias para los actuales líderes de la iglesia cuando preparan a la próxima generación de líderes?

Tarea clave

La iglesia no puede ser más grande que sus líderes. Por lo tanto, jamás se conseguirá exagerar al valorar el énfasis de la iglesia y de sus institutos bíblicos, seminarios y universidades en la formación del carácter de los futuros líderes. Ahora es más importante que nunca comprender con claridad el principio del liderazgo de Cristo de invertir en los líderes clave.

Muchos de los que han invertido su ministerio en adiestrar a líderes jóvenes saben que aquellos que se preparan para el ministerio a veces luchan contra deficiencias elementales de su carácter. La indagación de George Barna muestra que no existe diferencia alguna entre los jóvenes que van a la iglesia y los que no van. Aunque la mayoría de los adultos jóvenes respetan la Biblia y creen que es precisa en lo que enseña, sus creencias religiosas específicas no concuerdan con ella. Por ejemplo, una mayoría cree que una buena persona puede ganar la salvación mediante las buenas obras. Una mayoría de adolescentes cristianos también cree que Cristo cometió pecados mientras estuvo en la tierra. Algunos estudios muestran que esos adolescentes cambiarán sus creencias religiosas. Aunque los adolescentes pueden citar hechos bíblicos, menos de uno de cada diez adolescentes que van a la iglesia posee una cosmovisión bíblica. En otras palabras, la fe personal no es determinante en cómo ellos viven. No toman decisiones basadas en principios bíblicos.(1)

Cuando consideramos que esos adolescentes son los futuros líderes de la iglesia, debemos interesarnos en lo esencial de su fe que la transmitirán y practicarán cuando dirijan al pueblo de Dios. La iglesia debe considerar la gran responsabilidad de cómo desarrollar a quienes se preparan para el ministerio. La inversión de tiempo y recursos en la preparación de los nuevos líderes debiéramos cumplirla con gran esfuerzo, pues sabemos que ella fortalece nuestro capital humano y añade valor a la iglesia.

Líderes en formación

En un artículo en el que analiza cómo los líderes jóvenes avanzan dentro de una organización, Dan Ciampa examina el proceso de selección y quiénes pudieran terminar en puestos clave de influencia en la organización.(2) La frase «el líder casi listo» describe a quienes en este momento pasan por un proceso de preparación para un ministerio importante.

Actualmente, se investiga en las iglesias, institutos bíblicos, seminarios y universidades, pero ¿quiénes se levantarán y guiarán a la iglesia con propósito, precisión y eficiencia? ¿Quiénes asumirán la tarea no solo de dirigir a nuestras iglesias sino también a nuestro gobierno, a nuestra educación y a nuestros hospitales? ¿Dónde están ahora esos líderes? Están en la iglesia de ustedes y en nuestros institutos bíblicos y universidades. De modo que los pastores y los líderes juveniles deben dar más énfasis al desarrollo del carácter del líder que se está preparando.

En la década de los sesentas, alrededor de la época de la necesidad de la orientación pastoral como una disciplina viable, Howard Clinebell presentó una fórmula sólida y sencilla en cuanto al desarrollo de los adultos. Él señaló: «interés + confrontación = desarrollo». Los pastores, los miembros de la facultad y los líderes denominacionales deben preparar, formar, y cultivar a los líderes en proceso de preparación. Lo que señaló Ciampa es que este líder casi listo obtiene poca orientación en cuanto a los hábitos que debe quitar o añadir para aumentar su eficiencia.

Una manera práctica de lograrlo puede ser que los líderes en ejercicio den oportunidades formales e informales de adiestrar y guiar a los líderes en formación. La acción adiestrar se presenta con muchas definiciones, pero en el sentido clásico indica «llevar consigo a un aprendiz». Mi experiencia profesional muestra que los líderes en proceso necesitan más el consejo dado mediante la experiencia que por el adiestramiento. La premisa fundamental del verdadero adiestramiento es que ayuda a los aprendices a obtener lo que quieren. Pero los líderes jóvenes a veces no saben lo que quieren o, en ocasiones, suelen aspirar a elementos nocivos.

Trabajar el carácter

Los pastores que quieren ayudar a los potenciales líderes juveniles tienen que crear métodos de desarrollo factibles de seguir por aquellos que desean el perfeccionamiento personal. La mentalidad «policíaca» que impone convicciones no suele motivar en lo más profundo. Muchos programas no dan en el blanco porque tratan de añadir atributos a la vida sin desarrollar el carácter. El carácter resulta de la vida interior de una persona. Una persona puede atar una naranja a un árbol, pero con semejante acción no cambia en nada la naturaleza del árbol; solo le cambia la apariencia exterior.

Lo importante, sobre todo para quienes influencian a los líderes jóvenes día tras día, es recordar que las personas en formación están en proceso. En mi primer programa de investigación doctoral presenté las cuatro formas principales en que Dios obra en el carácter de una persona. Cada persona posee en su vida interior cuatro componentes esenciales que forman su carácter:

Liderazgo: aumentar nuestra capacidad de influir en los demás.
Emociones: trabajar con las partes más profundas de nuestra personalidad.
Resistencia: fortalecer nuestra capacidad de cumplir nuestras promesas y terminar lo que comenzamos.
Espiritualidad: profundizar la relación del alma con Dios.

Un enfoque pastoral proveerá la necesaria orientación para desarrollar el carácter. Los defectos del carácter logran superarse mediante conversaciones que conduzcan a un mejor desarrollo del líder en formación. Esas conversaciones deben entablarse ahora mismo. Los pastores que instruyen al líder que no ha completado su preparación deben permanecer conscientes de que su ministerio no se trata de ellos mismos sino de la extensión del reino de Dios. El desarrollo de los líderes jóvenes debe verse como de interés fundamental para el bienestar de la iglesia.

Por Mike Rakes

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