Hay un milagro en mi boca

Dios me ha estado dando Palabra acerca que el precio es lo de menos, usted no tiene mejores cosas porque que en realidad no tiene ganas. El día que en realidad desees tu casa, vas a conseguirla. El problema que tienes es que para ti el precio es más importante que la ganancia. Si no estás dispuesto a perder, no tienes las ganas de triunfar en la carrera como las tuvo el apóstol Pablo que estuvo dispuesto a perder todo por ganar a Jesucristo.

Cuando asumes por primera vez un riesgo, y de pronto te encuentras con que la empresa que pusiste no te está dando lo que esperabas, te daba más ganancia el empleo que tenías y estabas más seguro, puede que a medio camino te entre el temor. Cuando abriste tu célula y no te llegaba la gente que esperabas, te desanimaste. Pero eso no es lo que Dios quiere. Lo que el Señor desea es que entiendas que debes ir hacia delante y que debes esforzarte para pasar del punto A al punto B.

Cuando Dios creó los animales del campo, dijo: "Está bien". Cuando creó los árboles dijo: "Esta bien", y cuando nos creó a nosotros, también dijo: "Está bien". Todo lo que Dios ha creado es bueno, pero somos nosotros quienes menospreciamos las criaturas del Señor, y al hacerlo menospreciamos al Creador. Dios creó al león para cazar, y el venado fue hecho con sus cuernos y su gracia para saltar rápido y defenderse del león. El Señor creó al león para cazar, pero no caza por él. Y le dio al venado los recursos para escapar del león, pero no escapa por él.

Al punto que quiero llegar con esto es que fuiste creado por Dios y debes trabajar para salir adelante. Dios te dio un cerebro, pero no estudia por ti. Tú no tienes un almuerzo enfrente y dices: "Que el Señor se lo coma por mí". Tampoco dices: "Que el Señor se bañe por mí", cuando tienes una regadera en tu casa. Pero sí quieres que Él sea el que consiga las cosas por ti. El problema no es que lo consigas tú, el problema es para quién es la honra y la gloria de lo que consigues. El problema es que nosotros no usamos lo que somos. Por eso el Espíritu Santo cuando da un gran mensaje en la Escritura dice: "El que tenga oídos para oír que oiga lo que Dios dice". Y yo digo, el que tenga boca para hablar, que hable. Él que tenga inteligencia que estudie. Tú puedes lograr el éxito en tu vida para honrar a Jesús.

Cuando el pueblo de Israel empezó a caminar en el desierto, Dios les dio el maná, sustento para un solo día. Yo creo que era así porque Dios quería que llegaran a la tierra prometida al siguiente día, de no ser así, el Señor les hubiera dado comida que tardara más tiempo. Quienes no llegaron fueron ellos porque su visión estaba equivocada, la meta no era el maná, eso sólo era el sustento temporal para llegar a más.

En la vida hay un tiempo para tener lo necesario y otro tiempo para entrar en la abundancia. Pero si tú has estado un poquito por aquí por allá, no te engañes, esa no es la voluntad de Dios.

La Palabra del Señor en Isaías I 40:27-31 "¿Por qué dices, oh Jacob, y hablas tú, Israel mi camino está escondido de Jehová, y mi Dios pasó mi juicio? ¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó los confines de la tierra? No desfallece, ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance. Él da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ninguna. Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán las alas como las águilas; correrán, y no se cansaran; caminarán y no se fatigarán".

Cuado hablamos, a veces decimos: Dios no me ha comprendido, me abandonó, y empiezan a hacer de algunas cosas su amuleto. Creen que si estaban almorzando para cerrar un negocio, y se le olvidó orar, no lo cerraron porque no oraron y empiezan a hacer de Dios lo que no esl.

La Palabra dice que Dios te da esfuerzo, no fuerzas. Cuado estás cansado, Dios te dice: "Levántate y esfuérzate". Sólo el esfuerzo trae más fuerzas. Cuando Josué iba a entrar en la tierra prometida Dios le dijo: "esfuérzate y sé valiente".

Muchas veces tú no avanzas porque pones los ojos en lo que no tienes. Dices que no tienes nada, pero el problema no es lo que no tienes, sino lo que no sueltas. Toma ese nada y entrégaselo a Dios. El Señor es el único que multiplica por cero y no le da cero.

 

La Palabra nos dice que los jóvenes se fatigan y se cansan, flaquean y caen, pero los que esperan en Jehová tendrán nuevas fuerzas.

La incertidumbre se lleva las fuerzas, pero más que la incertidumbre, es lo que piensas en medio de ella. Muchas personas están mal, porque así está su ánimo, y su ánimo está así no por las cosas que está viendo, sino por las cosas que está pensando. Hay dos razones por las que se deja de dormir, una de ellas es la pena. Pero el problema no es la pena como tal, es lo que tú piensas en medio de ella. Lo que piensas tiene poder y el peor problema es que muchas personas usan ese poder en una forma negativa. Todos pensamos, sólo que unos lo hacemos de una forma y otros de otra. Si tú quieres o no pensar de una buena forma es tu decisión.

Cuando un golfista entra en una trampa de arena es horrible, mientras más le das con el palo a la bola, es más difícil que salga. Pero ¿cuál es la diferencia entre los más victoriosos y los menos victoriosos? Que unos ven el problema y otros la oportunidad. Cuando caen en la arena, algunos jugadores dicen: "Justo ahora que iba a ganar, cae la bola en la arena. ¿Cómo la saco? ¿Y si no puedo hacerlo? Bueno, ahora ya perdí". Mientras que otros dicen: "Me cayó la bola en la arena y esta es mi oportunidad. Si la saco de ahí, gano el campeonato y lo más seguro es que me van a llamar para filmar anuncios de televisión y voy a ganar miles". ¿Cuál de los dos tipos de persona eres? ¿Eres de los que salen adelante y ven la oportunidad, o eres de los que ven el problema? Si eres de las personas que ven el problema, cambia tu mentalidad. Quienes tienen la certeza de lo que esperan reciben nuevas fuerzas.

La Palabra del Señor dice en el pasaje anterior que los muchachos se fatigan y se cansan, pero en otras versiones muchacho es mancebo, pequeño. En el original dice: "Aun los muchachos". Aquí Dios le estaba hablando a Jacob y le dice: "Tú estás diciendo que estás cansado, y por eso también crees que yo lo estoy". De la misma manera, muchas veces tú estás cansado o te sientes mal, y crees que Dios también se siente mal, y en ese momento empiezas a decir: "Dios se olvidó de mí". ¿Por qué concluyes por tu estado de ánimo que Dios hizo algo? El problema no es físico, es de actitud. Si aun los muchachos se cansan, ¿cómo no me voy a cansar yo? Uno se cansa y se fatiga.

En este pasaje, la palabra dice que levantarán las alas como las águilas, y van a correr sin cansarse, y a caminar sin fatigarse. Cuando un ave alza las alas, es para volar, pero para poder hacerlo debe caminar y después correr. Los que no se cansan corriendo y caminando en esta vida son lo que creen que sólo pueden volar. Si tú te sientes cansado y fatigado es porque sólo piensas en caminar y correr. Si estás atribulado por una deuda es porque sólo has pensado en pagarla. Hay dos formas de no dormir, una de ellas es estarse lamentando y diciendo: "No puedo dormir". Y la otra es cuando te acuestas y dices: "Hay Dios y Padre Santo, gracias por ese negocio, yo sé que vas a prosperarme, yo quiero ese millón". Esa persona está así de tranquila porque no está pensando en caminar y correr, está pensando en volar. El Señor me dijo: "Si quieres ver gente caminando y corriendo, diles que pueden volar". Si tú crees que puedes volar, caminar es lo de menos. No te preocupes por caminar y corre si lo que quieres es volar. Mientras que pongas tu mente en volar, nunca te vas a dar cuenta que caminas y corres.

Cuado Carlos Enrique, mi hijo menor, estaba pequeño, se comió unas uvas, y las cáscaras se le pegaron en los intestinos. Él tenía una infección estomacal y se estaba deshidratando. Lo llevamos donde el médico y él nos dijo: "Delen este suero, y si para mañana por la mañana no se ha hidratado, lo hospitalizamos." Entonces yo le respondí: "Hospitalicémoslo de una vez". A lo que el doctor me contestó: "No, vamos a orar y creerle a Dios, porque no quiero internarlo de una vez. Cuando llegamos a la casa, le empezamos a dar el suero. Pero yo estaba tan desesperado que le di todo de una vez. Entonces a él se le escuchaba el ruido del agua adentro. No le podíamos dar más y nos quedamos dormidos. Cuando me desperté a las 3 de la mañana, mi hijo tenía los ojos hundidos y sentí la muerte. Me paré y literalmente empecé a orar desesperado, caminando de un lado a otro de la habitación. Hasta que me paré y dije: "Momento, aquí el desesperado soy yo". ¿Por qué concluye que Dios está desesperado o lo ha abandonado? Tú no tienes derecho a concluir. ¿Crees que cuando estás desesperado, caminando de un lado a otro, Jesús está igual? Mientras que tú estás desesperado, Dios está sentado en un sofá diciéndote: "Tranquilo". Crees que cuando tú estás viendo la chequera en tu empresa y te asustas, Dios hace lo mismo, o te dice: "Qué te pasa, acaso no estoy yo aquí". "Es que no te siento". "Pues tu problema es ese. Tú sientes que no estoy, pero sí estoy".

Cuando Jesús fue a orar al monte Getsemaní, estaba muy triste. Y yo le pregunté al Señor: "¿Por qué estaba triste si iba a ganarnos a nosotros para su reino? Pero después se levanta para ser entregado y no huye. En la Biblia estaba escrito lo que Él oro, pero no lo que el Padre le dijo a Él. Y yo le pregunté a Dios: "¿Acaso tú le dijiste al Señor Jesús, no pienses en la muerte, piensa en la resurrección? Y me respondió: "Puedes estar seguro que sí." Cuando Jesús empezó a ver la muerte, empezó a pensar en el trago amargo que iba a pasar. Pero cuando empezó a pensar en la resurrección, comenzó a ver lo que iba a ganar.

 

En Mateo 26:36-46 dice: "Entonces llegó Jesús con ellos a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a sus discípulos: Sentaos aquí, entre tanto que voy allí y oro. Y tomando a Pedro, y a los hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse en gran manera. Entonces Jesús les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí, y velad conmigo. Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pasa de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú. Vino luego a sus discípulos, y los halló durmiendo, y dijo a Pedro: ¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora? Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil. Otra vez fue, y oró por segunda vez, diciendo: Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad. Vino otra vez y los halló durmiendo, porque los ojos de ellos estaban cargados de sueño. Y dejándolos, se fue de nuevo, y oró por tercera vez, diciendo las mismas palabras. Entonces vino a sus discípulos y les dijo: Dormid ya, y descansad. He aquí ha llegado la hora, y el Hijo del Hombre es entregado en manos de pecadores. Levantaos, vamos; ved, se acerca el que me entrega".

Por primera vez Jesús pidió ayuda. Él fue a orar y dijo: "Padre, si es posible pasa de mí esta copa". El Señor estaba allí, estaba en el ring peleando su batalla de fe. Se sentía angustiado sentía que podía perder. En ese momento yo me imaginé a Jesús como aquel boxeador que va a su esquina y le dice al entrenador: "Tira la toalla, ya no aguanto". Y el entrenador le dice: "No, yo te conozco y sé que puedes triunfar. No la tiro".

Jesús fue donde el Padre tres veces y le dijo: "Padre, si puedes pasar esta copa de mí, tengo mucha angustia, estoy flaqueando". En la Biblia no se registra respuesta. Yo creo que el Padre tomó la toalla y le dijo: "La toalla la tengo yo, no tú, sal de nuevo". Al llegar a la tercera vez, le dijo: "Padre, ¿puedes encontrar una manera en tu omnipotencia, en la que puedas salvar al mundo sin que yo vaya a al cruz?". Pero Dios no tiró la toalla. Y Jesús se levantó y les dijo a sus discípulos: "Está bien, duerman, es hora de ser entregado a los pecadores". Si Jesús hubiera logrado que el Padre tirara la toalla, ninguno de nosotros estuviéramos aquí gozando de la paz que tenemos ni pensado en el cielo que nos espera.

Yo me hice una toalla y una bata de boxeador porque sé que hay una batalla que pelear. Y en la toalla dice: ¡No tires la toalla! Y la tengo en la mesa de noche de mi cama, y cuando llegan los momentos duros y difíciles (que a toda persona que emprenda algo le tienen que llegar), en los que me quebranto y no aguanto, saco la toalla y lloro sobre ella. Y en medio de mis ojos llenos de lágrimas leo: "¡No tires la toalla! Mi presencia irá contigo". Y le digo a Dios: "Señor, tienes razón ya no aguanto, pero no voy a tirar la toalla, voy a seguir". Y empiezo a pensar que puedo volar, y el cansancio por correr desaparece. Tú tienes que lograrlo, no te bajes del ring aguanta un round más. ¡Pelea! La diferencia entre ser derribado y derrotado es levantarse y continuar.

No tires la toalla. Eres más que vencedor en Cristo Jesús. La Biblia dice que todo lo puedes en Cristo que te fortalece. ¡No tires la toalla! Dios está contigo no te ha dejado nunca. No temas mal alguno, cree que el bien y la misericordia te seguirán todos los días de tu vida. Eres un hijo de Dios, la niña de sus ojos. ¡Eres un campeón!, ¡levántate y pelea!

Todo el éxito consiste en las decisiones que tomas y en las que no tomas. Cree que en el Señor eres más que victorioso, y aunque pases por valles de sombra y de muerte no vas a temer mal alguno. Aunque llores, no tires la toalla, ve a pelar la batalla. Cree que en Cristo Jesús eres más que victorioso.

Cree que puedes llegar más lejos. Si crees, habla. Que no te dé pena lo que piensen los demás, porque la fe entra por los oídos, pero sale por la boca. En Marcos 11 dice que todo lo que el hombre dijere eso va a recibir. No es todo lo que el hombre oye, es lo que el hombre habla. No hay una persona que no pueda lograr algo grande en esta vida. La razón y la inteligencia sólo sirven a algo superior.

¿Qué es superior a la inteligencia y la razón? La actitud. Si tu actitud es buena, tus pensamientos van a ser buenos.

 

Lo que confiesas con tu boca tiene mucho poder. Yo mismo no entendía eso, una vez me acerqué a un hombre para pedirle que orara por mí para recibir unción. Este hombre solamente me dijo: "Ya la tienes". Y siguió caminando. En ese momento no lo comprendí, pero ahora veo que lo que debía hacer era creer que esa unción ya estaba en mí y que no necesitaba que nadie más orara.

No condiciones tu fe esperando que alguien haga las cosas por ti. Tú tienes el poder de Dios en tu boca para poder obtener los milagros, solamente debes creerlo.

Lo que confieses con tu boca tiene mucho poder. Basta una sola palabra para que tú la creas para recibir tu milagro. Uno recibe los milagros por la fe con que oye y cree la Palabra.

La Biblia nos muestra en diversos pasajes el poder que tiene la palabra. En Mateo 8:16 dice: "Por la noche llevaron varios endemoniados a Jesús. Invariablemente bastaba una sola palabra para que los demonios huyeran o los enfermos sanaran" (Versión Biblia Al Día).

En una ocasión cuando estaba predicando, dije que los pies de una persona se enderezarían. Entre los presentes había un niño que tenía los pies torcidos, cuando él escuchó lo que yo había dicho, tomó la Palabra para sí, se quedó viendo a sus pies diciendo: "esta Palabra es para ustedes". Y sus pies se enderezaron.

En el Salmo 107:19-20 dice: "Pero clamaron a Jehová en su angustia, y los libró de sus aflicciones. Envió su palabra, y los sanó, y los libró de su ruina."

Basta una Palabra para que salgas de tu ruina. Tú tienes más fe en Dios de la que crees, porque no le has visto nunca, y a pesar de ello oras creyendo que te escucha y responde.

No te quedes esperando que otros oren y hagan las cosas por ti. Aprende a hacer uso de la Palabra de Dios.

En Proverbios 18:20:21 dice: "Del fruto de la boca del hombre se llenará su vientre; se saciará del producto de sus labios. La muerte y la vida están en poder de la lengua, y el que la ama comerá de sus frutos".

La muerte y la vida están en tu boca. Tú obtienes lo que has hablado por años, es tu fe y lo que confieses con tu boca es lo que hará los milagros, no la fe que otros tengan. El poder de Dios también está en tu boca.

La Palabra de Dios dice que nosotros somos sanos por el poder de la herida de Cristo, pero el poder de la herida de Cristo lo activa la Palabra. Ese poder lo activa tu palabra, de la misma forma en que la mujer cananea y el centurión romano recibieron su milagro, tú también lo recibirás, ya que tu palabra tiene poder.

La muerte y la vida están en el poder de la lengua. La Biblia dice que tu boca te conduce a un destino.

Aprende a hablar con fe. Debes declarar cosas de bien para tu vida. Todo lo puedes en Cristo. El Señor siempre está contigo y todo lo que confieses para bien en tu vida, creyendo que así sucederá lo recibirás.

No debes de creer todo lo que se diga de ti. No culpes a los demás de lo que pasa en tu vida. Si en verdad crees todo lo que se está diciendo, eso vas a recibir. No estoy hablando de las palabras que hablas sin fe, porque al final esas no se cumplen; a menos que en verdad las creas.

Nuestras palabras son proféticas, según como las creas, las vas a recibir. Para bien o para mal. La palabra que declares para tu vida recibirás, porque obtienes lo que hablas. Aprende a utilizar la palabra que declararas con bien.

Cuando las cosas no te salgan, no concluyas con tu boca que ya fracasaste y que no saldrás adelante. Debes creer y confesar con tu boca que todas las cosas te ayudan a bien. Debes creer que Dios te lleva de gloria en gloria y que mayor es el que está en ti, que el que está en el mundo, y que todo lo puedes en Cristo que te fortalece.

No debes confesar que el diablo te tienta y que tu carne es débil. No pienses que siempre tropiezas. Toma la Palabra de Dios, ésta te dice que eres fuerte en Cristo Jesús. Si tú no sabes usar Palabra para ti, no sabes usarla para nadie. Utiliza la Palabra, aplícala en tu vida.

Yo tuve problemas desde niño, iba a morir cuando nací, mis padres siempre han estado divorciados, pero yo nunca he tomado esas situaciones para justificarme en la vida. Cuando iba a ser pastor, hubo muchas personas que no creyeron en mí, incluso me dijeron que no se daba un solo centavo por mí para que lo lograra. Cuando empezó el mover del Espíritu Santo en la iglesia, hubo muchas personas que dijeron que terminaría mal. Pero yo nunca creí todo eso, siempre tomé de la Palabra de Dios, confesándola y creyéndola para bien en mi vida.

No condiciones tu vida a causa de los problemas que tengas. A pesar de las situaciones adversas que se te presenten, tú puedes triunfar. Aprende a usar el poder de la Palabra de Dios en tu vida para bien. En tu boca hay un milagro, trazarás tu destino a través de tus palabras.

 

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