JESÚS LIBERA A UNA MUJER ENCORVADA (Devocional No. 074)

JESÚS LIBERA A UNA MUJER ENCORVADA
(Pastores Gonzalo y Andrea Sanabria)

Un día Jesús llegó a una sinagoga a enseñar (parte fundamental del ministerio de Jesús). A la sinagoga sólo ingresaban judíos y gentiles prosélitos (allí había una mujer encorvada, ella era judía y estaba en el culto al Señor), había muchas sinagogas en ese tiempo, pero en ésta estaba Jesús y cuando él está cualquier cosa puede pasar, él sigue siendo Dios Todopoderoso…

JESÚS LIBERA A UNA MUJER ENCORVADA (Devocional No. 074)

“Enseñaba Jesús en una sinagoga en el día de reposo; y había allí una mujer que desde hacía dieciocho años tenía espíritu de enfermedad, y andaba encorvada, y en ninguna manera se podía enderezar”, Lc. 13:10-11.
Ésta era una mujer piadosa, y estaba en la sinagoga adorando a Dios, pero estaba sufriendo una larga aflicción. Hacía dieciocho años “tenía espíritu de enfermedad” (pero era judía, bajo pacto, descendiente de Abraham, y asistía a la sinagoga fielmente), pero éste espíritu la afligía, la atormentaba, ella trataba de vivir una vida normal, quizá procuró ayudarse con algo, pero esto era espiritual (no toda enfermedad tiene origen demoniaco, pero Jesús es sanador de todas).

Físicamente andaba encorvada (es decir no podía enderezarse completamente), así que la situación espiritual se veía en lo natural (“encorvada”). Sin duda, su vida conyugal, familiar, social y espiritual estaba afectada por esto, pues para muchos estaba bajo maldición o en pecado oculto. La figura encorvada es símbolo, o nos habla de una carga que se lleva y es tan pesada que doblega las fuerzas (hablamos pues de crisis, heridas, miedo, preocupación, fracaso, resentimientos, frustraciones, que al no entregarlas Dios producen fatiga y desgaste). La fe en Dios genera milagros.
 
Ella es sanada por el amor de Dios, “Cuando Jesús la vio, la llamó y le dijo: Mujer, eres libre de tu enfermedad. Y puso las manos sobre ella; y ella se enderezó luego, y glorificaba a Dios”, Lc. 13:12-13. Jesús siempre actúa a nuestro favor. Observemos todo lo que Jesús hizo por ella: “la vio”, “la llamó”, “le dijo” y “la tocó”. Quizá ella no era importante para los hombres, pero Jesús la vio; quizá nadie la tenía en cuenta, pero Jesús la llamó; tal vez pocos le hablaban, pero Jesús le dijo; quizá hacía muchos años su esposo no la tocaba, ni su familia la abrazaba, pero Jesús la tocó. Recuerda eres un(a) hijo(a) de Dios y él siempre estará pendiente de ti. Jesús es nuestro Salvador y Sanador.  
Jesús quiere que levantes tu cabeza. El texto nos dice que: “y ella se enderezó y glorificaba a Dios”; por dieciocho años sus ojos miraron al suelo, su autoestima estaba en lo más bajo, su aflicción pesaba mucho, pero “se enderezó”, ésta palabra del gr. anorthoo traduce también: Reconstruir, restaurar, restablecer, enderezar. Por el poder de Dios ella se endereza y “glorifica Dios”, alaba al Señor, seguramente ésta condición no le permitía fluir en una adoración poderosa, pero ahora vive un nuevo nivel de adoración, de presencia de Dios, un nuevo nivel de gloria, algo que antes no había vivido, hay una liberación en su alma, en su espíritu y entra en una nueva libertad de adoración.

Reflexión final: Cristo sigue siendo el mismo, y quiere tocarte, restaurar tu vida, tu adoración a Dios… No sé qué pueda tenerte con la cabeza abajo (problemas, tropiezos, droga, crisis matrimonial, decepciones, brujería, la quiebra económica, etc), pero puedo decirte que Jesús tiene el poder para ayudarte a salir de allí. Adora en el poder del Espíritu, y el Señor extenderá su gloria sobre ti y todo será diferente.

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