La Fe: La Raíz y Característica de Todos los Dones Espirituales

Romanos 12:1-8

Por consiguiente, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo y santo, aceptable a Dios, que es vuestro culto racional.  2 Y no os adaptéis a este mundo, sino transformaos mediante la renovación de vuestra mente, para que verifiquéis cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno, aceptable y perfecto. 3 Porque en virtud de la gracia que me ha sido dada, digo a cada uno de vosotros que no piense más alto de sí que lo que debe pensar, sino que piense con buen juicio, según la medida de fe que Dios ha distribuido a cada uno.  4Pues así como en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función,5 así nosotros, que somos muchos, somos un cuerpo en Cristo e individualmente miembros los unos de los otros.  6 Pero teniendo dones que difieren, según la gracia que nos ha sido dada, usémoslos: si el de profecía, úsese en proporción a la fe; 7 si el de servicio, en servir; o el que enseña, en la enseñanza; 8el que exhorta, en la exhortación; el que da, con liberalidad; el que dirige, con diligencia; el que muestra misericordia, con alegría.

Hoy avanzamos hacia más allá del versículo 3 y comenzamos a ver la comparación que Pablo hace de la iglesia con el cuerpo humano. Como un cuerpo tiene muchas partes pero es un cuerpo, así la iglesia tiene muchos miembros pero es un cuerpo interconectado. Leamos los versículos 4-6 solo para asegurarnos que tenemos toda la imagen delante de nosotros: «Pues así como en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función, así nosotros, que somos muchos, somos un cuerpo en Cristo e individualmente miembros los unos de los otros.  [Había pocos, si hubo alguno, signos de puntuación en los manuscritos griegos originales, y este punto final es una cuestión de juicio de los traductores. La siguiente cláusula pudiera  ser una continuación del versículo] 5Pero teniendo dones que difieren, según la gracia que nos ha sido dada, usémoslos: si el de profecía, úsese en proporción a la fe».

¿Por qué la Medida de Fe Entregada por Dios es el Modelo de Nuestra Autoevaluación?

Ahora, para construir un puente hacia estos versículos quiero volver y dar otra respuesta a la pregunta que planteamos sobre el versículo 3. En el versículo 3 Pablo dice: «Porque en virtud de la gracia que me ha sido dada, digo a cada uno de vosotros que no piense más alto de sí que lo que debe pensar, sino que piense con buen juicio, según la medida de fe que Dios ha distribuido a cada uno». Así que preguntábamos, ¿por qué Pablo, haces que la medida de fe entregada por Dios a cada creyente sea el modelo de su autoevaluación? Hemos dado tres respuestas a esa pregunta.

1. Porque la naturaleza única de la fe deflecciona nuestra gloria y dirige toda nuestra atención hacia Cristo. La fe dejar de mirarnos a nosotros mismos, para ver la infinita valía de Jesús y el tesoro que satisface nuestras almas. Así que convertir a la fe en la medida para nosotros mismos significa que mi valor como persona es mi valor de Cristo, o al menos, mi valor potencial de Cristo.

2. La fe es el modelo de nuestra autoevaluación, porque la fe es un don de Dios, y usted no puede jactarse por un don. Así que si mi fe crece, y mi utilidad crece, no puede haber jactancia. A Dios pertenece toda la gloria.

3. La fe es el modelo de nuestra autoevaluación, porque la fe es entregada a los creyentes en diferentes proporciones lo que nos lleva hacia un tipo de unidad interdependiente en la diversidad que es más difícil, y (por tanto), más preciosa, y glorifica más a Dios que si todos tuviéramos el mismo grado de fe.

Ahora llegamos a la cuarta y última respuesta a nuestra pregunta que establece un puente entre los versículos 4-6 y la comparación entre la iglesia y el cuerpo humano.

4. Yo lo pondría de esta forma: Pablo hace que la fe sea e modelo de nuestra autoevaluación porque la fe es la raíz de todos los dones espirituales, y es la característica humana que los convierte en dones espirituales, y no simplemente naturales; y por tanto, la fe convierte a todos los dones espirituales, no importa cuán grande o pequeña sea, en un tributo a Dios y no a nosotros mismos.

Primero déjeme tratar de explicar qué quiero expresar cuando digo que la fe es la raíz de los dones espirituales, y la característica que convierte a los dones naturales en dones espirituales. Luego miraremos tres partes de este texto para apoyar esta interpretación.

La Fe Como Raíz y Característica de los Dones Espirituales

Cuando afirmo que la fe es la raíz de los dones espiritual quiero decir que la fe no mira nuestros propios recursos y nuestras habilidades naturales propias, sino que acepta la total suficiencia de Cristo como la fuente de toda la gracia que transmiten los dones espirituales a otras personas en el cuerpo de Cristo. Y afirmo que la fe es la característica humana que convierte las habilidades o acciones humanas en dones espirituales porque sin fe nuestras habilidades y acciones no transmiten la gracia sobrenatural. Las habilidades naturales transmiten dádivas naturales. Los dones espirituales transmiten dádivas como la fe, la esperanza, el gozo en Dios, el anhelo por pureza, el valor en la causa de Cristo, y muchas otras dádivas.

Así que la fe es la raíz de los dones espirituales que depende y bosqueja la gracia vivificadora de Dios, y la fe es la característica definitoria que transforma los dones, desde lo natural hacia lo espiritual. La fe bosqueja la gracia desde el río de la generosidad de Dios y, mediante los dones espirituales, transmite esa gracia hacia otros. Así es como Pedro describe los dones en 1ra de Pedro 4:10: «Según cada uno ha recibido un don [charisma] especial, úselo sirviéndoos los unos a los otros como buenos administradores de la multiforme gracia [charitos] de Dios”. Si su fe desciende buscando las frescas porciones de la gracia de Dios, y luego entrega esa gracia a otros para que sea fortalecida la fe de ellos, ese medio de entrega (cualquiera que fuera), es uno de sus dones. Cualquier habilidad o acción que transmite gracia por la fe desde Dios hacia las personas, es un don espiritual.

Vea el ejemplo de la enseñanza. Ustedes quizás tengan una gran habilidad natural para enseñar. Y por supuesto, si lo hacen, este es un don de Dios, aun si no son cristianos. Quizás están tan dotados naturalmente en la enseñanza que cualquier tema que expliquen será comprendido rápidamente por las personas, y ustedes se reciben la reputación de ser increíblemente útiles para hacer que las cosas se vean claras y prácticas. Pero no es lo mismo que un don espiritual, como el referido, por ejemplo, en el versículo 7.

Lo único que una habilidad natural para enseñar puede hacer por otros es transmitir verdades naturales. No puede transmitir la gracia salvadora o la gracia santificadora. Pero si un maestro dotado se convierte a Cristo y deja de apoyarse en su propio entendimiento, y deja de depender en sus propias habilidades, y en lugar de eso, confía en Cristo para recibir y transmitir la gracia sobrenatural, entonces su habilidad para enseñar pudiera volverse un don espiritual, es decir, puede volverse un medio para transmitir la gracia de Dios a otros para el bienestar eterno y espiritual de ellos. Y también es cierto que Dios puede tomar a una persona sin habilidades naturales para enseñar, y obrar tal cambio en su mente y corazón que la habilidad y el don espiritual para enseñar son creados simultáneamente.

Es lo que quiero decir al afirmar que la fe es la raíz de los dones espirituales y que la fe es la característica que convierte a los dones naturales en dones espirituales. Ahora mire conmigo tres partes de este texto que apoyan esta interpretación y lo explican más.

4.1. Los Dones Difieren Según la Gracia que Nos Ha Sido Dada

Primero, vea el versículo 6a: «Pero teniendo  dones [charismata] que difieren, según la gracia [charin] que nos ha sido dada”. Los dones difieren según la gracia que nos ha sido dada. Hay diferentes tipos y grados de gracia que Dios tiene el propósito de transmitirnos mediante otros. Esto es lo que hace que nuestros dones difieran. Así que los dones son los medios humanos dados por Dios para transmitir la gracia de Dios a otros.

Usted puede verlo aun más claramente cuando conoce que la palabra utilizada para «dones» aquí en el versículo 6 es charismata, de donde proviene la palabra «carismático», y la palabra gracia es charin, que proviene de charis. Así que usted puede escuchar cómo se relacionan las palabras. Un don, un charisma, es una expresión de charis, de gracia. James Dunn lo dice así:

Particularmente evidente aquí [en el versículo 6] es el carácter de charisma [don] como la encarnación, la manifestación concreta en palabra o acción, de charis [gracia]. . . . El equilibrio esencial entre las dos palabras es mantenido si vemos charis [gracia] como el recurso que se convierte en una expresión particular por el charisma [don], el manantial de donde se bosqueja o donde es expresada la corriente más regular. (James D. G. Dunn, Word Biblical Commentary, Romans 9-16, p. 725).

En otras palabras, los «dones» son expresiones, o extensiones, de la «gracia». Los dones transmiten la gracia de Dios a través de medios humanos hacia otras personas, para fortalecerlas en fe y esperanza y amor y sanidad y guía, etc. Todo lo que estoy añadiendo es para decir que la fe es el acto del alma que mira más allá de nuestros propios recursos y recibe esta gracia y depende del poder de ella para que pase a través de nosotros para el bien de otros.

Esto es lo que Pablo dijo allá en Romanos 1:11-12: «Porque anhelo veros para impartiros algún don espiritual, a fin de que seáis confirmados; es decir, para que cuando esté entre vosotros nos confortemos mutuamente, cada uno por la fe del otro, tanto la vuestra como la mía». Creo que este salto desde «quiero extenderles un don espiritual» hacia «quiero fortalecerles por mi fe» muestra que la fe es lo que usamos en la transmisión de la gracia y para fortalecer a otros.

Creo que es correcto decir que donde quiera que la gracia de Dios llegue a nosotros y obre en nosotros y pase a través nosotros, el instrumento que Dios utiliza para que la recibamos y transmitamos es la fe. Por tanto, no pensemos más alto de nuestros dones espirituales que lo que debiéramos pensar. Pensemos con juicio sobrio: midámoslos por la fe, y tengamos en mente que la fe mira más allá de nosotros mismo hacia la generosidad de la gracia gratuita de Dios, no solo para obtener justificación, y no solo para obtener la santificación, también para obtener los dones espirituales.

4.2. Pablo Modela lo que Enseña Acerca de los Dones Espirituales

Ahora medite en una segunda observación a partir de este texto para apoyar esta interpretación. Vea las primeras palabras del versículo 3: «Porque en virtud de la gracia que me ha sido dada, digo a cada uno de vosotros. . .». Compárelo esta afirmación con la que aparece en el versículo 6: «Pero teniendo dones que difieren, según la gracia que nos ha sido dada”. Estos versículos muestran que Pablo está modelando para ellos, en la forma en que escribe, lo que enseña acerca de los dones espirituales. Él tiene el don del apostolado (Romanos 1:5). Sabe que ese don conlleva una tremenda autoridad (2da a los Corintios 10:8; 13:10). Ninguno de nosotros tiene ese don. Los apóstoles fueron fundamentos para la iglesia. Nosotros edificamos sobre lo que ellos enseñaron, no lo expandimos. Su don fue de revelación y de fundación (Efesios 2:20). El nuestro es la comprensión y la aplicación.

Pero a pesar de toda esa autoridad, Pablo deja en claro en el versículo 3 que cuando él habla y escribe como un apóstol de Cristo, aun tiene al menos algo en común con todos los que ejercen un don espiritual: él está mirando más allá de sí mismo y depende absolutamente de la gracia de Dios. «Porque en virtud de la gracia que me ha sido dada, digo a cada uno de vosotros. . .». En cada momento, a medida que habla de Cristo, o escribe para Cristo, está apoyándose en la gracia y no en sí mismo. Esto es lo que significa usar un don espiritual. Y esa actitud de apoyarse es llamada fe.

Así que Pablo se mantiene humilde, no pensando demasiado alto acerca de sí mismo y de sus dones apostólicos, al hacer explícito que cada bendición que fluye del libro de Romanos hacia la iglesia de Cristo es toda gracia mediante la fe. No puede haber jactancia aquí de un miembro sobre otro, ni siquiera la jactancia de un apóstol.

4.3. Utilice Sus Dones en una Verdadera Proporción Según Su Fe

Ahora mire de nuevo al versículo 6 para ver la tercera consideración en este texto que muestra que la fe es la raíz de los dones espirituales. «Pero teniendo dones que difieren, según la gracia que nos ha sido dada, usémoslos: si el de profecía, úsese en proporción a la fe«.

Aquí Pablo hace explícita la relación entre al menos un don espiritual y la fe. En el caso de la profecía dice: usen ese don «en proporción a la fe«. Esa frase, «en proporción a su fe» suena muy similar a la que aparece al final del versículo 3: «piense con buen juicio, según la medida de fe que Dios ha distribuido«. La «medida de fe» en el versículo 3 y la «proporción de fe» e el versículo 4 son, probablemente, lo mismo.

Así como la idea en el versículo 3 es no pensar demasiado alto de nosotros mismos sino pensar según la medida de la fe distribuida por Dios, así aquí en el versículo 6, la idea sería: no falsifiquen la realización de algún don para parecer más espirituales de lo que son, utilicen sus dones en proporción verdadera de la fe que tienen. En otras palabras, el tema en los dos versículos es el orgullo, y el antídoto es la fe. Sí, utilicen sus dones espirituales para bendecir a las personas. Sí transmitan la gracia unos a otros. No se retraigan en falsa humildad. Pero tampoco caigan en la trampa de la manipulación. No se hagan los religiosos solo porque han aprendido a parecer espirituales. Al contrario, sírvanse unos a otros con palabras y acciones «en proporción a la fe».

Aquí tenemos algunos ejemplos que creo que ilustran cómo funciona esta enseñanza.

  • A medida que su fe crece, crece la claridad de su visión de Cristo Así que utilizar su don en proporción a esta fe significará utilizarlo para mostrar a Cristo con mayor claridad. Sus palabras acerca de él serán más lúcidas y más exhortadoras, y bíblicamente iluminadas.
  • A medida que su fe crece, crecerá su aprecio a la dignidad de Cristo. Así que utilizar su don en proporción a esta fe significará utilizarlo con mayor pasión por la valía de Cristo.
  • A medida que su fe crece, usted confiará más plenamente en las promesas de Cristo para recibir ayuda de él. Así que utilizar su don en proporción a esta fe significará utilizarlo con mayor confianza y audacia y valor.
  • A medida que su fe crece, usted confiará más en la constancia de Cristo y su fidelidad, y su fe será robusta y durable. Así que utilizar su don en proporción a esta fe significará utilizarlo con más determinación y con una perseverancia más flexible.
  • A medida que su fe crece, usted verá y disfrutará más claramente la misericordia de Cristo, y sentirá más agudamente su propia falta de mérito. Así que utilizar su don en proporción a esta fe significará utilizarlo con más humildad y mansedumbre.
  • A medida que su fe crece, usted verá y disfrutará más plenamente la grandeza de Cristo que es capaz de satisfacerlo todo. Así que utilizar su don en proporción a esta fe significará que usted lo utiliza con más gozo.

El mensaje de Pablo es: No traten de falsificar estos dones. No sean un religioso hipócrita. No pretendan pasión y valor y humildad y gozo. No gasten energías en edificar una fachada. Dediquen sus energías a edificar la fe. Los dones son reales y vivificadores solo cuando provienen de la fe y en proporción a la fe que realmente tenemos. Pelee por esa fe. No pelee para mantener una fachada.

Resumen

En resumen entonces:

Pablo hace que la medida de fe dada por nuestro Dios sea el modelo por el cuál nos medimos, porque la fe es la raíz de todos los dones espirituales y la característica que convierte nuestras habilidades naturales en dones espirituales. Así que la fe (que busca más allá de nosotros mismos, en la gracia de Dios) convierte a todos los dones espirituales, no importa cuán grandes o pequeños sean, en un tributo a la gracia de Dios, y no a nosotros mismos.

Lo vimos en el versículo 6a: «Pero teniendo dones que difieren, según la gracia que nos ha sido dada”. Los dones son la transmisión de la gracia recibida por fe.

Lo vimos en el versículo 3: «Porque en virtud de la gracia que me ha sido dada, digo a cada uno de vosotros». Pablo da el ejemplo y muestra que aun el ejercicio de su propio don apostólico de enseñanza, es por gracia, y él descansa en esa gracia en cada palabra.

Finalmente, lo vimos en el versículo 6b: «usémoslos [nuestros dones]: si el de profecía, úsese en proporción a la fe». En otras palabras, en la vida del cuerpo de Cristo en Bethlehem, no traten de verse grandiosos.  Sean reales. Oren por la fe, y busquen crecer en fe. Pero hagan su ministerio, utilicen sus dones, en proporción a la fe que tienen.