Los cambios que trajo la llegada del Espíritu Santo

Versículo de la Biblia: Hechos 2:1-4
Los discípulos del Señor no supieron por qué Jesús tenía que morir. Ellos perdieron toda esperanza al ver a una persona quien había realizados grandes prodigios y milagros perder su vida en la cruz. Como si esto fuera poco, ellos quedaron perplejos y aturdidos por la aparición del Señor después de su muerte.
Después del día de panes sin levadura hasta el día de Pentecostés pasaron unos 50 días, y para los discípulos del Señor fueron unos días muy difíciles de soportar.

Pero cuando en el día de Pentecostés llegó el Espíritu Santo a los discípulos todas sus dudas desaparecieron, en su lugar estuvieron llenos de la presencia del Señor. El cambio que produjo en la vida de los discípulos del Señor fue algo asombroso, pues entendieron el padecimiento de Jesús. Comprendieron que la muerte de Jesús no fue en vana. La muerte de Jesús fue planificada desde la eternidad por Dios, por tanto su muerte fue la realización de la voluntad de Dios; comprendieron esta verdad cuando llegó el Espíritu Santo. La muerte y la resurrección de Jesús les mostró el plan perfecto de Dios, que su muerte no fue en vana, sino para redimir el pecado del hombre, él se sacrificó a sí mismo. Y su sangre nos limpia de todo pecado. Romanos 8:1-2 dice “Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte”. Mediante la cruz del Señor, Dios nos limpia de todo pecado y nos libera del dominio del pecado mediante el Espíritu Santo. Asimismo comprendieron que Jesús murió para liberarles de lo mundano, de la inmundicia y del dominio del demonio. En II Tesalonisenses 2:13 dice “Por lo cual también nosotros in cesar damos gracias a Dios, de que cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes”. Dios nos santifica mediante Cristo Jesús. Ellos comprendieron que la providencia y la victoria de Dios está en la cruz cuando él echó fuera lo mundano, la inmundicia y los espíritus malos, mas los llenó del Espíritu Santo, los hizo pueblo de Dios.

Así también entendieron que la crucifixión de Jesús fue para rescatarlos de la tristeza y de las enfermedades. En Hechos 10:38 dice “Cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él”. Entendieron el deseo del Señor; que deseando liberarlos de la opresión del diablo, tomó la cruz. Asimismo entendieron que su muerte fue para liberarlos de la maldición que los tenía bajo su sombra por mucho tiempo, en su lugar los llenó de bendición. En Gálatas 3:13 dice “Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición (porque está escrito:

Maldito todo el que es colgado en un madero)”. Llegaron a entender esta maravillosa verdad. Consecuentemente entendieron que la muerte y resurrección de Jesús fue necesaria para sacarlos del infierno; por tanto, es una mano de amor por parte de Dios.

En Colosenses 1:13 dice “El cual nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo”. Como dice la Escritura, él nos ha librado de la potestad de las tinieblas, para que lleguemos a ser pueblo del Reino de Dios.

Comprendiendo la verdad, ellos quedaron inmediatamente libres de las confusiones, desesperaciones, y temores. Cuando pensaban que la muerte de Jesús es fracaso, sacrificio innecesario, habían quedado presos de desesperación y desilusionados; pero cuando llegó el Espíritu Santo, entendieron que la muerte y la resurrección de Jesús es victoria y gloria, además una fuente de salvación; así ellos se llenaron de esperanza. Segundo, con la llegada del Espíritu Santo, ellos llegaron a tener una experiencia diferente en la relación con Jesús. Anteriormente sus relaciones fueron de contacto físico, pero ahora era de espiritual. Antes ellos guardaban una relación humana; palpaban con sus manos, lo veían con sus ojos y escuchaban sus palabras con sus oídos, pero ahora que había llegado el Espíritu Santo sus relaciones fueron transformada totalmente a espiritual. Ya Cristo no estaba en medio de ellos en forma física, mas en forma espiritual habitaba dentro de cada uno de ellos. En Romanos 8:9 dice “Mas vosotros no vivís según la carne, sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios mora en vosotros. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él”. Si recibimos a Jesús en nuestro corazón, él ya no está más en forma física, sino que entrará dentro de su vida en forma espiritual. Pues dice la Escritura “En aquel día vosotros conoceréis que yo estoy en mi Padre y vosotros en mí, y yo en vosotros”. Los discípulos del Señor pudieron entrar a establecer esta relación con el Señor. Asimismo entendieron que ellos también participaron de la muerte y la resurrección de Jesús. Pues, llegaron a tener una fe tremenda. De modo que Pedro, Santiago, y Juan no eran los mismos apóstoles de antes; eran personas totalmente transformadas, el hombre viejo pasó, mas fueron creados nuevamente en hombre santificados. En II Corintios 5:17 dice “De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”. Esta experiencia maravillosa lo pudieron tener mediante el Espíritu Santo. Por tanto, ahora por medio del Espíritu Santo, Cristo estaba con ellos en forma espiritual dentro de sus vidas. No sólo eso, también recibieron una nueva posición. En I Pedro 2:9-10 dice “Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable; vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia”. Es decir, sus posiciones fueron totalmente cambiadas. Ya no eran más el viejo hombre, sino el nuevo. Hijo de Dios, pueblo de Cristo y del Espíritu Santo.

En I Pedro 1:4 dice ““Por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas legaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia”. No eran personas ordinarias, sino familia de Dios. Entendieron esta verdad con la llegada del Espíritu Santo.

Tercero, con la llegada del Espíritu Santo los discípulos experimentaron gran gozo. Sintieron gran gozo dentro de sus corazones. Así también usted cuando tenga un encuentro personal con Dios y el Hijo, experimentará el gozo del reino de Dios.

Porque está escrito en Salmos 16:11 “Me mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra para siempre”. Decimos que el reino de Dios es hermoso, por qué, porque allí hay plenitud de gozo. Si decimos que los cristianos son valiosos son porque dentro de nosotros hay gozo como una fuente, gracias a la presencia de Jesús en nuestra vida. En Romanos 14:17 dice “Porque el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo”. Así tenemos un ejemplo en apóstol Pablo, quien estando encarcelado escribió a los filipenses diciendo “Regocijaós en el Señor, otra vez os digo, regocijaós”. La fuerza de nuestra fe viene del gozo, porque el gozo genera gran energía dentro de nosotros.

Los agricultores celebran festividad al año algunas veces. Ellos realizan este tipo de festividad con la finalidad de encontrar descanso y gozo; de modo que les ayuda a olvidarse de las penas y comenzar nuevamente. Asimismo cuando llega el Espíritu Santo a nuestra vida, nuestra vida se transforma en festividad.

Cuando Felipe en Samaria sanaba a los enfermos, o echaba fuera a los demonios, la ciudad se había llenado de gozo. El evangelio de Cristo es gozo. En otra palabras, un cristiano no puede estar triste, porque Cristo es gozo. Cuando usted acepta a Cristo, entrará el Espíritu Santo a su vida y él derramará el gozo de Dios. Los discípulos del Señor experimentaron gran éxtasis cuando fueron llenos del Espíritu Santo. De manera que cuando ellos salieron a predicar las palabras del Señor, todos habían quedado perplejos y creyeron que estaban embriagados. En Hechos 2:13 dice “Mas otros, burlándose, decían; Están llenos de mosto”. Esto fue posible por el Espíritu Santo. También nosotros si estamos llenos de gozo, sentiremos deseos de seguir hacia adelante, fuerzas para vencer cualquier adversidad. Si pierde el gozo, no habrá deseo de seguir hacia adelante, ni fuerzas para vencer a los enemigos. De manera que cuando llegó el Espíritu Santo sobre los discípulos del Señor, ellos que habían estado totalmente desanimados, en desesperación y confundidos, fueron llenos de valor, fe y amor. La llenura del Espíritu Santo los transformó totalmente, les nacieron valor y fidelidad.

En Hechos 4:31 dice “Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios”. Porque el Espíritu Santo les había llenado de gozo y de valor, ellos predicaron la palabra de Dios aún en contra de persecución, amenazas, encarcelamiento, todo porque fueron llenos del Espíritu Santo.

Pedro había negado a Jesús tres veces, pero después que fue llenos del Espíritu Santo en un día se convirtieron 3 mil personas y en el segundo día levantó a un paralítico en la entrada del templo, luego unas 5 mil personas se convirtieron escuchando la palabra de Dios; él se había convertido en un gran predicador.

II Corintios 5:8-9 dice “Pero confiamos, y más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor. Por tanto procuramos también, o ausentes o presentes, serle agradables”. Por tanto, si estamos llenos del Espíritu Santo, seremos llenos de valor para predicar la palabra de Dios sin temor y sin titubeo.

Los discípulos del Señor eran todas personas ordinarias, algunos eran pescadores, otros recolectores de impuestos, pues, eran personas de baja categoría, eran ignorantes. Pero cuando fueron llenos del Espíritu Santo, fueron llenos también de gozo y de energía, de valor y fidelidad, aún ante la amenaza de muerte predicaron, aún ante los azotes hablaron y aún ante persecución predicaron, y aún ante encarcelamientos hablaron. Fueron testigos del Señor de Jerusalén, a Judea, a Samaria, a Roma y hasta los confines de la tierra y hasta en nuestro país. Cuarto, consecuentemente ellos se convirtieron en testigos de la palabra de Dios. En el mundo existen dos clase de personas, el uno el que da testimonio verdadero y el otro el que da falso testimonio. El falso es el que inventa mentira para robar, matar y destruir, divulga falsos testimonios. Si uno conoce el hecho tal como es y habla solamente la verdad, éste es testigo fiel, pero si divulga cosa que sale de su imaginación o de lo que conoce vagamente, éste es testigo falso.

Uno de los mandamientos del Señor dice “no hablarás contra tu prójimo falso testimonio”. Uno de los pecado que mayormente cometemos es hablar falso testimonio contra nuestro prójimo. Asimismo contamos con muchos falsos testigos del evangelio. ¿Por qué? Porque ellos no tuvieron experiencia, no entendieron, por tanto, inventaron una historia para hablar. Sin embargo, los testigos de los discípulos del Señor no eran falsos; los que guardaban la tumba del Señor, los soldados, ellos sí mintieron. Ellos vieron la resurrección del Señor, pero cegados por el dinero mintieron que los discípulos de Jesús robó el cuerpo del Señor.

En Hechos 5:29-32 dice “Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres. El Dios de nuestros padres levantó a Jesús, a quien vosotros matasteis colgándole en un madero. A éste, Dios ha exaltado con su diestra por Príncipe y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y perdón de pecados. Y nosotros somos testigos suyos de estas cosas, y también el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los que le obedecen”. Ellos experimentaron la muerte y la resurrección del Señor. Vieron la muerte del Señor en el Calvario, experimentaron el desanimo por la muerte del Señor, y vieron la luz de la resurrección del Señor y en el día de Pentecostés fueron llenos del Espíritu Santo. Por tanto, ellos estuvieron llenos del conocimiento del Señor, así sus testigos son verdades.

En Hechos 2:32 dice “A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos”. Si nosotros queremos ser testigos del Señor, debemos estar llenos del Espíritu Santo como los discípulos. Entonces vendrá el Espíritu Santo a nosotros y ordenará nuestro corazón, y el Espíritu Santo nos hará comprender que Jesús es nuestro Salvador y esta certeza que tenemos lo testificaremos como testigo verdadero.

Por otra parte el Espíritu Santo derramará su poder sobre los testigos, así predicará la palabra de Dios con un poder que sobrepasa todo entendimiento humano. Sin la llenura del Espíritu Santo, la predicación de la palabra será infructuosa, porque no habrá en ella vida, ni poder; será como la predicación de los fariseos y saduceos, llenos de teorías. Pero cuando esté llenos del Espíritu Santo, predicará como hizo el Señor, manifestará poder y prodigios. En Hechos 2:4 dice “Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen”. Serán llenos del poder del Espíritu Santo. Cuando los discípulos del Señor, pescadores, recolectores de impuestos, débiles fueron llenos del poder del Espíritu Santo, ellos predicaron la palabra del Señor y todos quienes escuchaban sus predicaciones quedaron perplejos. Esto fue posible porque ellos estuvieron llenos del Espíritu Santo.

Durante mis 44 años de ministerio sé por experiencia que la predicación de la palabra de Dios no se hace con poder humana. Sino con la unción del Espíritu Santo. Cuando estoy llenos del poder del Espíritu Santo hay una fuente de agua dentro de mí. Y ésta ejerce gran poder en la predicación de la palabra. De modo que las palabras pronunciadas del hombre no ejerce cambio en el hombre, sólo cuando se manifieste el poder del Espíritu Santo. Asimismo cuando llega el Espíritu Santo echa fuera los demonios. En Marcos 16:17-18 dice “Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán”. Esto no se hace con fuerza y poder humana, sino con el Espíritu Santo. Vean la vida de Pedro y Juan. Ellos levantaron a un cojo en la entrada del templo. Extendido sus manos les dijo “no tengo oro ni plata, lo que tengo te doy, en el nombre de Jesús de Nazaret, levántate” y él se levantó, un cojo de nacimiento y glorificó a Dios. Esto no fue todo, dondequiera que Pedro iba se manifestaban prodigios. Sanó a un paralítico desde hacia 8 años y levantó a Dorca que ya estaba muerta. Estos prodigios y señales se manifestaron por el Espíritu Santo.

Asimismo con la llegada del Espíritu Santo sentiremos pasión por evangelización. Antes no sentía deseo de evangelizar, pero una vez que esté llenos del Espíritu Santo sentirá pasión por las almas perdidas. Una vez que esté llenos del poder del Espíritu Santo, sentirá deseo de llegar a Jerusalén, a Judea, a Samaria y hasta los confines de la tierra; no podrá estar quieto. En Hechos 5:42 dice “Y todos los días en el templo y por las casas, no cesaban de enseñar y predicar a Jesucristo”. Cuando el cristiano está llenos del Espíritu Santo no podrá estar quieto, deseará salir a predicar el evangelio. En tiempo antiguo no contaban con aviones, barcos, carros ni trenes. Con lo único que ellos contaban eran barcos de velas. No tenían ni la TV; ni teléfonos ni Internet. Ellos tenían que caminar para evangelizar, pero ellos se llenaron del deseo de llevar el evangelio hasta los confines de la tierra.

En marcos 16:15 dice “Y les dijo: Id por todo el mundo y predican el evangelio a toda criatura”. Este era el sueño que el Señor había infundido en el corazón de sus discípulos.

En Mateo 28: 19-20 dice “Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”. Este era el sueño y ordenanza que el Señor había dejado a sus discípulos. ¿Cómo se realizará? Para nosotros es imposible. Pero en Hechos 1:8 dice “Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta lo último de la tierra”. Esto se *****plirá con la llegada del Espíritu Santo.

En 1866 en el río Dae Dong de la provincia de Pyungyang llegó un barco americano, ellos resistieron contra los soldados coreanos armados; pero por el ataque de estos soldados el barco fue quemado y los tripulantes perdieron sus vidas. Dentro del barco estaba un misionero inglés llamado Tomás, él fue enviado como misionero a Corea, pero sin haber realizado su ministerio murió en la arena; pero él antes de le que degollara, evangelizó y repartió literatura, entonces un joven de 12 años recibió esta literatura y él fue el primer cristiano en nuestro país. Luego antes de morir, entrego su Biblia al general encargado de matar al misionero. Este hombre después leyendo la Biblia se convirtió en cristiano. Aunque el misionero Tomás nunca pudo realizar su ministerio en nuestro país como misionero, su sacrificio valió para salvar al general y a un joven, gracias a ellos en Pyung yang se levantó la primera iglesia. Hermanos si ellos pudieron evangelizar hasta con sus vidas es porque estuvieron llenos del Espíritu Santo. El Espíritu Santo que hace 2000 años atrás llegó a la iglesia, nunca se alejó de nosotros. En dondequiera él llenará, si hay un profundo arrepentimiento. Nuestra iglesia no se hizo sólo por los edificios, sino por la compañía del Espíritu Santo. Contamos con 60 mi millones de personas en el mundo, entre ellos un 20 mil millones son cristianos. Es decir un 33%. Aun contamos con 40 mil millones que no creen en Jesús. Un 10 mil millones son musulmanes, 80 millones practican hinduismo, unos 40 millones budismo. Contamos con 332,000 misiones, entre ellos unos 4000 están en tierra adentro. En nuestra nación contamos con 70 millones de personas pero unos 60 millones aun no han escuchado el evangelio. Por tanto para que la palabra del Señor se divulgue debemos evangelizar. Como una orden del Señor en el año 1975, primero de abril se llevó a cabo la primera Cruzada de Misión Mundial. Y hoy contamos con 629 misioneros en 51 país y 509 iglesias. Esto ha sido posible por sus oraciones, y ofrendas. En II Corintios 9:6-8 dice “Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará. Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre. Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra”. Los cristiano estamos obligados a ser bendecidos en Cristo Jesús. No tenemos por qué padecer de pobreza, ni de maldición. Debemos gozar de prosperidad en todas las cosas, prosperidad del alma y salud. Debemos unir nuestros esfuerzos para llevar el evangelio hasta lo último de la tierra.

Oración
Dios santo y glorioso, hace 2000 años atrás tú enviaste a

tu Espíritu Santo sobre los discípulos reunidos, desde

entonces ellos fueron llenos del poder, asimismo

entendieron que la enseñanza de la cruz no es en vana, sino

el camino para la salvación y sabiduría. Esta palabra

cruzaron los diferentes continentes y hoy contamos también

en nuestro país. Oh Dios, tenemos tu palabra, tu Espíritu

Santo, por tanto rogamos oh Señor, que con tu poder y

pasión evangelicemos a nuestro país, y levantemos iglesias;

oh Dios ayúdenos a participar en la obra del Señor. Oramos

en el nombre de Jesús. Amén

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