Me Salve de un disparo al corazon

Monica Soto: Al plasmar mi testimonio en este sitio, le doy gloria al que vive para siempre, al que me salvó de una muerte cruel y me dio otra oportunidad de vida. Yo vine a los Estados Unidos (Nueva York) de mi país Costa Rica cuando tenía 15 años. Tiempo después conocí a un hombre que me agradaba y yo le agradaba a él. A esa edad estaba casi “desesperada” por tener novio, no me importaba nada más que tener novio y no me importó la edad de este muchacho porque era mayor que yo como por 13 años.

Desobedeciendo a mi madre, que se negaba a este noviazgo por la diferencia de edades, seguí con esta relación.
Estoy segura que parte de lo que estoy pasando fue por no seguir los consejos de mi madre.

La Biblia dice en Proverbios 6:20”Guarda, hijo mío, el mandamiento de tu padre, Y no dejes la enseñanza de tu madre” y uno de los mandamientos dice: “Honra á tu padre y á tu madre, porque tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da” Éxodo 20:12.

Como adolescente inmadura me importó poco la sabiduría de mi madre y tuve que vivir en carne propia las consecuencias. Me recuerdo muy bien cuando ella me decía “La desobediencia trae consecuencias” eso se me quedó metido en mi mente pero nunca asimile esa frase tan sabia, mas bien me enojaba cada vez que me la repetía.
Escribo esto porque sé que hoy en día hay muchas jovencitas como yo, que solo les importa vivir el momento y cierran sus oídos a consejos de personas que solo quieren evitarle a uno un mal momento como el que yo tuve que experimentar en carne propia. Y si tú eres una de esas jovencitas recuerda que lo que esta escrito en la Biblia no esta solo para llenar un espacio, sino para ser de nuestra ayuda, es una guía, es nuestro manual, la Biblia nos aconseja, nos advierte y si no eres obediente sufrirás consecuencias irremediables.
Regresando al tema de ese novio, recuerdo que conforme el tiempo pasó yo tuve la oportunidad de irlo conociendo y llegué a descubrir unos celos enfermizos que el tenía por mi. Ese fue el motivo de nuestro pronto rompimiento, nos peleábamos casi todos los días, y se iba de mi casa dándole golpes a la pared, furioso conmigo. El se enojaba cada vez que yo saludaba a un hombre, no podía decirle a nadie “Hola” se disgustaba mucho, fueron esos los motivos que él me dio para yo comprender que él no me convenía, que mi relación con él no se veía muy bien. Nuestra relación duro apenas unos cuantos meses.
Recuerdo muy bien un día que fui a recoger la correspondencia de mi casa y él iba pasando cerca, apenas me vio se puso rojo de cólera y me gritó “Usted no se va a burlar de mi, usted me las va a pagar”. Cuando él dijo eso yo sentí una cosa muy fea en mi ser y me puse a temblar y me fui corriendo a mi casa. Se lo conté a mi madre y todavía seguía temblando, era como un sentir que esas palabras no habían salido de la boca para afuera sino de lo profundo de su ser y que se harían realidad un día. Según me contaron él se fue a vivir a Nueva Jersey y comenzó a tomar cuantiosamente. Eso fue lo último que supe de él.
Los años pasaron y conocí a mi esposo, me casé y tuve mi primera hija. Como siempre había querido tener mis hijos seguidos volví a quedar embarazada y me dieron la graaaaan sorpresa de que iba a tener gemelos. Yo no lo podía creer, mi esposo no lo podía creer ni mi madre ni padre lo podían creer ni tampoco mi familia en Costa Rica. Pero era una doble bendición del cielo y nos comenzamos a preparar para la llegada de esos dos pequeñitos. Me recuerdo muy bien de ese embarazo porque fue peor que el primero, yo parecía cadáver con unas ojeras más grandes que mis ojos y estaba muy pálida. A pesar de que me sentía muuuy mal por dentro había una gran felicidad y expectativa de esos bebes que estaban en mi ser. Conforme pasaron los meses me iba sintiendo mejor, tenía ya siete meses y llego ese día tan horrible en mi vida. El 8 de Octubre de 1997.
Yo puse a mi hija Jacqueline a dormir en mi cuarto (gracias a Dios por eso) cerré la puerta del dormitorio y me fui a cocinar de pronto sentí que alguien trato de abrir la puerta de la casa pero estaba bajo llave y no pudo abrirla, me fui a la ventana del balcón a ver quien era, pensé era mi mamá pero no vi a nadie en ese momento otra vez sentí esas palpitaciones en el corazón y me puse nerviosa, me quedé en la ventana viendo a ver si alguien salía pero no nadie salía de la puerta hacia fuera. Así que seguí cocinando, puse un pollo al horno y la casa se comenzó a poner muy caliente, ya había pasado un rato y me había tranquilizado al no ver a nadie salir, creí era mi imaginación. Pero se puso tal caliente que decidí abrir la ventana del balcón (mi peor error) para que entrara aire, me fui a la cocina y de pronto sentí a alguien detrás de mí, era él ese novio despechado, furioso que no veía hacía ya tres años. Creo que se me bajo la presión, al verlo ahí, frente de mí, con una mirada profunda y mala. Él había entrado por la ventana que yo abrí, se había estado esperando escondido esperando una oportunidad para entrar. No había que ser sabio para saber que no traía buenas intenciones, sus manos las tenia atrás. Le pregunte “ ¿qué estas haciendo aquí?” El solo me miraba el estomago y veía las fotos en la pared de mi hija Jacqueline y me respondió “usted me arruinó la vida, me hundiste, estoy muy mal” yo no sabia que hacer trate de llamar al 911 pero con los nervios no pude ni marcar sin que el me viera pues tenia el teléfono escondido y la pared junto a mi lo cubría pero no valió de nada no pude. En mis adentros oraba a Dios y le decía “ayúdame Señor”. Traté de hablar con el pero no me escuchaba, él seguía diciéndome cosas y entonces le pregunte que traía atrás en las manos y me mostró su pistola, fue ahí donde me di por muerta pero mi preocupación era mi hija que estaba dormida en el cuarto del lado y mis bebes en mi vientre. “Clamaba Señor que mi hija no se levante, que no llore y mucho menos que venga aquí, protégela por favor”.
Yo le suplicaba a él por la vida de mis bebes, le dije que no solo iba a matarme a mi sino a dos bebes inocentes, me preguntó por mi hija y le dije que ella no estaba, miraba a mí estomago y yo le decía “déjame que tenga a mis bebes y después me matas pero no dispares por favor, hágalo por los bebes” pero en ese momento el vio por la ventana que un bus escolar paraba y era mi hermana que venía camino a la casa y yo le dije vete por favor ya mi hermana viene y el se puso nervioso a el no le importó nada y me disparo. En ese momento grite desesperada por mis gemelos y caí al suelo y le dije al Señor “salva a mis bebes” sentí como un rió que corría dentro de mí era me estaba desangrando por dentro, el al verme en el suelo con dificultad para respirar y con sangre alrededor me dio por muerta y se puso la pistola en su cabeza y cuando lo vi le grite nooooooooooo pero si se disparo. Cayo al suelo y fue ahí que oí a mi hija llorar, pero no me podía mover trate de alcanzar el teléfono, pero no pude. Entonces mi hermana llegó a la puerta y toco el timbre y yo le gritaba “apúrese Maria entre por la ventana del balcón” y ella me decía “OK ya voy”. Cuando me vio en el suelo me dijo “qué pasó, qué pasó” le dije que Fernando me había disparado que llamara al 911 y pidiera una ambulancia y me recuerdo que así lo hizo pero sin antes ir a donde estaba el cuerpo de Fernando y gritarle “ ¿qué le hiciste a mi hermana, porque le hiciste eso?” Una vez con el operador del 911 le explico todo muy bien y le decía “deje de preguntar y apúrense con la ambulancia” y dejo el teléfono y fue a chequear a Jacqueline que seguía llorando.
Me sentí un poco mejor al saber que mi hija estaba bien, cuando los paramédicos llegaron todavía estaba conciente y les pude explicar todo, les dije que me dispararon, que tenia siete meses de embarazo y esperaba gemelos y que mis records estaban en el hospital de Nyack y hasta que apagaran el horno que estaba puesto. Los policías se llevaron a mi hermana y a mi hija hasta que mi madre o esposo fueran por ellas. Una vez en la ambulancia ya me sentí peor y comencé a perder el conocimiento.
El disparo había sido al corazón, a una válvula del corazón y después se alojo en la espina dorsal dejándome paralítica, perdí 70 % de mi sangre. Los doctores querían llevarme a otro hospital que estaba mejor equipado para estos casos, pero no había tiempo, estaba perdiendo mucha sangre y los palpitos del corazón de los gemelos se oían cada vez menos fuertes. Una vez en el hospital me pusieron en el scan para ver cuales eran los daños y me recuerdo haber vuelto en sí por unos segundos, El Señor es tan bueno, que para mi tranquilidad me permitió despertar por unos segundos, en ese momento tenia a los doctores de espalda hablándose entre ellos, uno le pregunto al otro ¿cómo están los bebés? Y el doctor le respondió: “están estables” y volví a quedar inconsciente, pero con una paz interior porque supe que mis bebés estaban bien y que no habían muerto.
Tuvieron que operarme de emergencia, y como no lo podían ser de frente por los bebés, me operaron por la espalda de medio lado. No entiendo como, pero operaron a corazón abierto, sin el equipo necesario, porque no lo había, el doctor después me contaba que tuvo que operar, con mi corazón en su mano y con su dedo pequeño se ayudaba para reparar el hoyo abierto de la válvula, me pusieron transfusión de sangre, era necesaria, para sobrevivir. Como mi perdida de sangre fue interior por un lado me pusieron un tuvo para que la sangre saliera y por el otro para que nueva sangre me entrara. Una vez concluida la operación, los doctores no lo podían creer, todo había salido bien pero todavía no sabían si iba a poder sobrevivir. Hasta el momento los bebes también estaban estables.
Mi familia estaba en ruego y oración, pidiéndole a Dios un milagro. Esto fue un miércoles y no volví a despertar hasta el viernes y apenas me desperté fue ahí cuando me dijeron que me iban a hacer cesárea porque los bebes estaban teniendo dificultad respirando, me explicaron que hasta el momento estaban bien, no querían sacarlos todavía porque no era necesario y si yo me recuperaba podía tenerlos por un poco más de tiempo, pero ese día cuando desperté comenzaron a tener problemas respirando mientras uno de ellos respiraba normal, el otro perdía su respiración y hasta los doctores se asustaban creyendo que iba a morir y de repente volvía a respirar y entonces era el otro con dificultad para hacerlo. Entonces decidieron sacarlos por cesárea, estuve de acuerdo y me durmieron.
Por supuesto el diablo no estaba nada contento, yo había sobrevivido, estaba mal, pero viva. No sé si fue por causa de la anestesia, pero creo mas bien que fue el enemigo molestándome, porque él es muy bueno para eso. Mientras dormía por la anestesia vi una visión yo estaba vestida de negro y me rodeaba un montón de brujas y personas horribles. Estaba yo en el suelo y ellos me rodaban y mi posición era como estar lista para parir, me podía ver con dolores de parto y esas personas se reían de mí, se burlaban diciendo, nos quedaremos con tus hijos y los sacrificaremos, no había luz y eso parecía ser como uno de esos cultos satánicos, yo lloraba y gritaba por auxilio, llamaba al Señor a mi esposo y me sentía encadenada y sin fuerzas ninguna. Vi también como me sacaban a los niños y los tomaban por sus piecitos boca abajo y estaban listos con una hacha para seguramente matarlos y de pronto vi una luz y me desperté y rápidamente pregunte por mis hijos, ya había pasado la cesárea y fue mi alegría cuando me dijeron que todo había salido bien, que los bebés se estaban recuperando en una incubadora y que ahora era yo la que tenía que mejorar.
Entonces entendí, que el diablo estaba contento de que mis hijos iban a morir, pero mi Dios Todopoderoso, no se lo permitió. Y esa luz que vi, fue la luz resplandeciente de mi Señor que dio fuerza y soplo de vida a mis hijos.
A los cuatro días me llevaron al se encontraba mejor de salud para verlo por primera vez y a los días cuando el otro mejoro también me lo trajeron y después pude tenerlos a los dos juntos en mis brazos, claro con ayuda de alguien porque no podía aguantarlos, estaba débil.
Ellos estuvieron menos de un mes en incubadora con respirador y al mes ya estaban en casa.
Yo me fui recuperando, cuenta mi madre que yo estaba como un cadáver, amarilla, amarilla y que un día ella orando le pidió a Dios que me restaurara porque ya no soportaba verme así, y cuando me fue a visitar ese día yo ya tenia color en mis mejillas y mis manos ya no estaban como de muerto ya habían recobrado su color normal. ¡Nuestro Dios es fiel!
El mismo doctor fue hablar conmigo a decirme que la magnitud de lo que él hizo no fue algo que estuvo en sus manos, me dijo que en 15 años de experiencia, había tenido casos como el mío de un balazo al corazón y que yo era la única que había sobrevivido. ¡Gloria a Dios!
Y los periódicos que cubrieron la noticia así publicaron sus palabras, y aunque el doctor nunca mencionó a Dios yo se que el supo que Dios había sido el que opero sin ningún equipo médico y el que permitió que siguiera viviendo junto con mis hijos.
Al mes yo estaba también totalmente recuperada y me trasladaron a otro hospital para comenzar mi rehabilitación. Fue ahí donde me hicieron el chequeo necesario para constatar de que no iba a volver a caminar. Con una actitud cruel dos doctores me dijeron que lo sentían mucho pero que mis piernas nunca iban a volver a caminar, lloré al saberlo, pero mi esposo siempre conmigo, ayudándome, alentándome les dijo a ellos no importa lo que ustedes digan yo sé que mi esposa va a volver a caminar y ellos se volvieron a ver como “este esta loco” y se fueron.
Mi familia me apoyo mucho, siempre estuvieron conmigo. Y comprendí que si, que el solo hecho de que yo estuviera viva era ya un milagro y la vida de mis hijos era otro milagro y porque no tener la fe de que iba a experimentar otro milagro, el de volver a caminar.
Estaba experimentado muchísimo dolor en todo mi cuerpo, no podía hacer nada por mi misma, pasaba solo acostada y el hecho de que me volvieran de medio lado era un tormento, era muy doloroso, cada vez que veía a la enfermera entrar para cambiarme de posición lloraba por adelantado del dolor que yo sabia iba a tener. Además tenia un respirador que me raspaba la frente y en vez de sentirme mejor con él; Cuando lo tenia puesto no podía ni respirar, sentía que me ahogaba y le pedía a mi esposo que si realmente el me quería que no dejara que me pusieran esa cosa. Tenia cables por todo lado en la nariz, en las manos, en la espalda, en él estomago, en los dedos. Por dondequiera. Para evitar problemas de circulación me pusieron un colchón de masajes y ese era otro tormento, esos movimientos me mataban.
Yo deseaba poderme lavar el pelo, poder levantarme e irme a bañar y me tenia que conformar con una limpieza por la mañana.
Me fui recuperando poco a poco, cada día soportaba mas tiempo estar sentada y podía hacer mejor mi terapia física y ocupacional.
Llegó el día en que me dijeron que íbamos a ir a ordenar la que iba a ser mi compañera, (la silla de ruedas) y me entro una gran depresión, yo en una silla de ruedas, no lo quería aceptar, y mientras esas personas me decían cual silla podía ser la mejor para mí, mi mente estaba ida pensando que eso era una pesadilla que eso no podía ser real.
Probé varias sillas, me decidí por una, pero las personas encargadas de eso me decían que nunca habían tenido una paciente que no estuviera feliz en adquirir una silla de ruedas nueva, que todas las personas iban con una sonrisa y más bien parecían que estaban adquiriendo un carro nuevo. Pero que tontería, dije yo: “esto no tiene nada que ver con escoger un carro nuevo, las circunstancias son muy diferentes”. Pero bueno ya tenia mi silla y debía de seguir adelante, mis pensamientos eran, que mis hijos me necesitaban, especialmente mi hija Jacqueline que ya sabia quien era su mami y que estaba asustada al saber que yo no estaba con ella, cuando ella me visitaba en el hospital, no se me quería acercar al verme con tantas cosas puestas. Yo la verdad no sabia para que vivía, si no podía ser una verdadera madre, yo no podía hacer muchas cosas, no podía bañarlos, no podía sacarlos de la cuna y muchas cosas mas, todo eso lo debían hacer otras personas por mi, mi madre me ayudo hacer esas cosas que yo no podía. Gracias a Dios por eso.
Una vez ya en mi casa, me recuperaba cada día mas pero conforme el tiempo pasaba yo me enfrentaba a situaciones difíciles, ahora si iba a saber que era ser paralítica, en el hospital siempre me encontraba rodeada de personas que me ayudaban, pero ahora debía enfrentarme a esas cosas que antes hacia y ahora no podía.
Esto me recordaba a unos versículos con los que nuestro Señor me conforto, por medio de una persona. Isaías 43:1-3 “Ahora, así dice Jehová, Creador tuyo, Oh Mónica, y Formador tuyo: No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mía eres tú. Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti. Porque yo Jehová, Dios tuyo, el Santo de Israel, soy tu Salvador.”
Y aunque esos versículos de la Biblia no dicen así exactamente, el hecho de que esta persona le haya añadido mi nombre a esa parte, me llegó a lo mas profundo de mi ser y cumplió su cometido, de alentarme, de sentirme segura, de estar confiada en mi Señor.
Todavía con mucho dolor no podía realizar muchas cosas, pero conforme el tiempo pasaba me sentía mejor y me volvía cada vez más independiente.
Me recuerdo que por un tiempo tuve un gran dolor en ambas costillas, y ese dolor era a veces insoportable, no sé de que provenía, creo era porque desde ahí para abajo no podía sentir nada. Una vez orando en un culto familiar, le pedimos al Señor que me quitará ese dolor tan horrible y mi Dios me volvió a demostrar lo poderoso que Él es y me sanó, desde ese día no me han vuelto a doler las costillas. ¡Aleluya! El que sana todas nuestras dolencias.
Tengo la certeza de que yo voy a volver a caminar, le sirvo a un Dios TODOPODEROSO, no sé cuando, ni a donde, ni como, pero yo ya me puedo ver caminando y Hebreos 11: 1 dice que la fe es la convicción de alcanzar lo que no se ve y yo ya me veo caminando, paseando con mis hijos, llevándolos al parque como siempre he querido hacerlo.
Y si me muero primero, tendré un cuerpo incorruptible en el cielo y estaré allí sin ningún dolor ni angustia.
Amen!
Monica Soto»

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Monica Soto: Al plasmar mi testimonio en este sitio, le doy gloria al que vive para siempre, al que me salvó de una muerte cruel y me dio otra oportunidad de vida. Yo vine a los Estados Unidos (Nueva York) de mi país Costa Rica cuando tenía 15 años. Tiempo después conocí a un hombre que me agradaba y yo le agradaba a él. A esa edad estaba casi “desesperada” por tener novio, no me importaba nada más que tener novio y no me importó la edad de este muchacho porque era mayor que yo como por 13 años.

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