Mi milagro sólo duerme

Marcos 5:21-24 35-43
Los religiosos de la época de Jesús le perseguían. Sin embargo Jairo quién era un religioso fue a Jesús. ¿Qué le llevó a Él?
Una gran necesidad. Lo que usualmente nos lleva a Jesús es una necesidad, una gran necesidad.

Jairo no era cualquier del vulgo, era el líder del grupo de ancianos que gobernaban en la sinagoga, ostentaba una posición muy honorable en la comunidad. Observaba la ley con todas sus otras añadiduras, defendía las estructuras establecidas y las enseñanzas tradicionales de sus padres.

Pero Jairo tenía una necesidad y fue a Jesús.

Su necesidad le impulsó a ir públicamente a Jesús, le hizo derrumbar su status, su posición social y el protocolo y la postura que debía guardar como lo que era un oficial, un líder y principal de la religión organizada del concilio o denominación de la época.

Jairo fue al Apóstol, al enviado del Padre, fue a Él y reconoció quién era, reconoció su autoridad y se postró, se tiró a sus pies. Estaba ante alguien mayor que él y sin vergüenza ni guardar ninguna compostura social se postró a sus pies. Postrarse es arrojarse a sus pies, su ropa ostentosa y cara se ensució con el polvo del camino y con heces de animales.

Su necesidad era lo suficientemente abrumadora como para dejar de Lado todo su bagaje social y religioso. Jairo respondió con humildad y reverencia al Apóstol.
Ya a los pies del Apóstol Jesús, Jairo le expresa su necesidad con ruegos, con insistencia, de forma continua, diciéndole: “Mi niña se me está muriendo, ven te ruego y pon tu mano sobre ella para que sea sanada y recobre su vida”.

¿Se identifica usted con la angustia de este padre de familia? “Lo más querido, lo más tierno, lo más amado, mi niña se me está muriendo, la enfermedad está ganándole la batalla, ven por favor, tócala, yo sé, me han contado que tú tocas a los enfermos y milagrosamente se sanan, se levantan, se recuperan, hazlo con mi niña”.

Jairo se levanta del piso, Jesús se identifica con el dolor de Yair, Jairo, y va con él además de una multitud que le seguía y apretaba.
Todo iba bien hasta aquí, su petición ha sido oída, su insistencia ha sido atendida y ya Jesús va de camino con él a su casa a tocar a su hija enferma y sanarla.

El cuadro está perfecto, como lo creía, como esperaba que ocurriera pero de pronto algo ocurre, algo inesperado, aparece en escena una mujer que cambia todo el panorama. Desde la perspectiva de Jairo esto significa un atraso, poner en “hold” su milagro, tan cuadrado que estaba todo.

¿De dónde salió esta mujer? ¿Porqué lo toca?

Esto hace detener a Jesús y también detiene mi milagro mientras avanza el tiempo, pasan los minutos y a mi hija se le sigue extinguiendo la vida.
La mujer toca el manto de Jesús y se le detiene el flujo de sangre. Jesús pregunta quién recibió poder de Él, ella responde y le cuenta toda su historia. Y mientras ella habla y habla, los minutos y las horas siguen corriendo y Jairo ahí esperando. ¿No podría ahorrarse los detalles, no sabe ella que mi hija se está muriendo?

Si Jairo no reaccionó así seguramente nosotros lo hemos hecho o estaríamos dispuestos a hacerlo si algo se interpone en nuestro milagro, si por otro mi milagro es puesto en espera, si otro que llegó último recibe su promesa o milagro antes que yo.

Dice el versículo 35 que mientras Jesús todavía estaba hablando con la mujer sanada, llegaron unos mensajeros de la casa del principal Jairo, se abrieron paso entre la multitud y llegaron a Jairo quien se mantenía al lado de Jesús.
El corazón comenzó a latir dentro de Jairo, ¿porqué vienen? ¿Qué noticias traerán? ¿Será que ya ocurrió el milagro? ¿Será que mi hija ya está sana?

La cruda realidad golpea a Jairo: “Tu hija ha muerto, no es necesario que importunes más al Maestro, porqué molestas aún al Maestro”.
Por un momento Jairo siente desvanecerse pero Jesús: “Sin hacer caso de la noticia” (NVI), “Alcanzando escuchar lo que le decían” (CR), “Oyendo lo que se hablaba” (BLA), le dijo: “No tengas miedo, cree nada más” (NVI), “No temas, cree solamente”, (BLA), “No temas, sigue confiando” (CR).

El curso de la comitiva que le seguía tomó otro giro, en el Código Real dice que: “Detuvo a la multitud y no permitió que nadie le siguiera excepto Pedro, Jacobo y Juan, el círculo íntimo de Jesús.
La comitiva iba compuesta de 4 apóstoles, Jairo y sus mensajeros. No todos están listos y con fe emunáh para ver tu milagro, tendrás que dejar a muchos de la multitud atrás para ir rumbo a tu milagro. La orden es cree, sigue confiando y muchas voces querrán ir detrás de ti para hacerte dudar, para disminuir tu fe, para maximizar delante de tus ojos lo imposible de tu milagro.

Jesús llegó a la casa de Jairo y percibe el alboroto formado y a los que endechaban dando enormes gritos. En Mateo 9:23 (BLA) dice que había flautistas, música fúnebre y un ruidoso gentío en desorden y gritos.
Los que ven las cosas, tragedias y problemas de la vida como definitivas, como terminales sólo se quedan en el llorar, lamentarse y dar gritos.
Son los que no pueden ver más allá de las circunstancias, los que no pueden creer que hay posibilidades de que cambie todo.
Jesús entra y les dice: “¿Porqué están armando todo este alboroto, porqué lloran y se lamentan? En ese instante les hace una declaración: “La niña no ha muerto solo duerme”.

El llanto de los endechadores se cambió en risa, en burla. Se burlaban de la declaración profética que Jesús acababa de hacer y lo mismo ocurre contigo, muchos se burlan de la tuya y se encargarán de decirte: “ Estás loco, de dónde sacas tal cosa, no te das cuenta eso ya está muerto, sin probabilidad de vida, tu matrimonio está muerto, tu negocio está muerto, tu hijo, tu hija no tienen posibilidad de vivir, tu vida espiritual está muerta, tus sueños están muertos, tus metas están muertas, se acabó eso es terminal, es definitivo, no hay cambio posible, acostúmbrate a la idea, no hay vida”.

Cada vez que se lanza una palabra profética sobre tu vida prepárate para que se levanten voces a insistir que todo seguirá igual.

Había dos lenguajes en aquella casa, el de la incredulidad, está muerta, el de la fe, está dormida, sólo duerme, todavía hay vida. Mi milagro sólo necesita una palabra que sacuda su sueño. HOY NECESITAS SÓLO UNA PALABRA PARA DESPERTAR TU MILAGRO. SANTO.

Jesús se deshizo de todos los incrédulos y burladores, ordenó con autoridad que salieran de la casa, los echó fuera. Sólo tomó a Jairo, a su esposa y a los otros tres apóstoles y entró al cuarto de la niña, le tomó la mano y le dio la palabra que necesitaba para despertarse.

Talita Cumi, Niña, te digo levántate. Se terminó tu sueño, es hora de levantarte.

Jairo, mira a tu hija, tu milagro solo estaba dormido y mi palabra ha venido a despertarlo.
La palabra profética, la declaración profética, es una palabra de impartición de, vida, de levantarte del sueño, de activarte otra vez.

Al instante, al momento inmediatamente, la niña se levantó y caminó. Todos los que se burlaron y todos los incrédulos y todos los llorones se quedaron atónitos, cuando tu milagro despierte, así ocurrirá con los que hasta ahora te miraron y se burlaron diciendo: “es imposible, está loco, está loco, si cree que eso va a suceder”.
“Y les sobrecogió espanto extremadamente grande”. (CR)

DECLARA TU MILAGRO. ALELUYA.

Pastora Yolanda Quiñones

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