No Deje Que El Diablo Lo Enferme

Usted tiene un enemigo. El cual tiene muchos nombres, como Satanás, Lucifer, el diablo, el maligno, mentiroso, etc. Él es un destructor a quién le gusta manipular. Él no quiere que usted disfrute su vida o progrese en ninguna área de su vida. Si bien, no tenemos que ponerle mucha atención, no podemos ignorarlo o ser ignorantes acerca de él porque la ignorancia evitará que tengamos la victoria sobre él.

Satanás tiene una estrategia en su plan de ataque. Una de las principales cosas que él quiere hacer es destruir su fe en Dios. Primero, él ataca nuestra mente a través de mentiras, citando erróneamente la Palabra de Dios y argumentando con nosotros (vea Lucas 4 y Segunda de Corintios 10:3-5). Así que debemos conocer la Palabra de Dios porque si no conocemos la verdad no reconoceremos sus mentiras.

Si el enemigo no puede engañarnos, entonces atacará nuestra salud física y o posesiones. Su arma contra nosotros es el sufrimiento. Él sabe que si nos cansamos, desanimamos, comenzamos a cuestionar la bondad de Dios y nos queremos dar por vencidos, él puede evitar que hagamos lo que Dios nos está llamando a hacer.

Una lección aprendida a través del sufrimiento
Por casi de diez años de mi vida, me sentí físicamente enferma la mayor parte del tiempo. De hecho, me sentía tan mal, que no sé cómo expresar con palabras lo grave que era. Durante ese tiempo, experimente algunos cambios físicos que me afectaron, pero la verdadera raíz de mis problemas era el estrés.

Yo era adicta al trabajo y no tenía suficiente tiempo de descanso. Asumía mucha responsabilidad y no sabía cómo delegar las cosas o mantenerme fuera de lo que no me incumbía. Era entrometida. Si las cosas no se hacían a mi manera, entonces no estaban bien hechas. No dormía bien, ni me reía mucho o me divertía. Cuando me llegaba a sentar para descansar, me sentía culpable porque pensaba que había algo más que debía estar haciendo.

En otras palabras, mi pensamiento estaba equivocado y estaba destruyendo mi salud.

Yo recuerdo que cuando fui al doctor me dijo que mi problema era el estrés. Lo cual me enojó porque yo no quería escuchar eso. Otro doctor me dijo: “usted es una mujer verdaderamente intensa”. Finalmente aprendí acerca de la importancia de la relajación, el comer apropiadamente y el dormir bien regularmente. Ahora me siento bien. He vencido el engaño y la ignorancia acerca de cómo estar físicamente saludable, lo cual me había causado mucho sufrimiento.

La importancia de cuidar bien su cuerpo
Su cuerpo y salud son muy importantes para Dios porque Él le ama y quiere obrar por medio de usted. El don o habilidad que le ha dado puede ser espiritual, pero si estamos siempre enfermos, no podemos hacer nada para ayudar a los demás. Si no tuviera la fuerza suficiente para viajar alrededor del mundo y enseñar constantemente, no tuviera el ministerio que Dios quiere que tenga.

Sin salud, Satanás puede robarle al mundo del don que Dios ha depositado en usted. En Primara de Corintios 6:19, 20 nos dice que nuestro cuerpo es el templo del Espíritu Santo y debemos honrar a Dios y darle gloria con nuestro cuerpo. El consumir comida chatarra, no tomar suficiente agua, no hacer ejercicio y no dormir lo suficiente no honra a Dios o le muestra respeto por el cuerpo que Él nos ha dado. Mi testimonio es prueba viviente de esto.

Le quiero animar a cuidarse. Si no sabe comer bien, consiga un buen libro en nutrición. Si necesita dormir más, haga lo que tenga que hacer para dormir regularmente tan a menudo como pueda. Si necesita hacer ejercicio, comience a hacer lo que sabe hacer y obtenga información que le ayudará a establecer una rutina que sea buena para usted.

No permita que el enemigo, quién quiere destruir su vida, le envuelva con engaño y le hace pasivo en lugar de seguir los planes de Dios para su vida.

Dios tiene un plan mejor para su vida de lo que usted conoce. Él usa a personas comunes como usted y como yo para hacer grandes cosas. Podemos hacer esto cuando buscamos a Dios diligentemente, conocemos la Palabra de Dios y honramos a Dios con nuestra vida entera, incluyendo nuestro cuerpo.

Por: Joyce Meyer – www.ministeriosjoycemeyer.org