Nuestro mejor esfuerzo para edificar una familia sólida

 

Debemos dar lo mejor de nosotros para fortalecer nuestra relación familiar

Título: Nuestro mejor esfuerzo para edificar una familia sólida

Base Bíblica: Génesis 3:1-24; Salmo 51;

Introducción:

Cuando una persona, que tiene injerencia en la familia, se aleja de Dios o definitivamente mantiene un distanciamiento de Él, las consecuencias son devastadoras. Es una realidad a la que no podemos ser ajenos. Sólo el cultivar intimidad con Dios, edificar la familia a partir de principios y valores y permitir que el Señor gobierne en nuestro hogar asegura que permanezcamos firmes. Nos concede la victoria en la relación de pareja y con los hijos, cualquiera sea la circunstancia que se presente. Otro aspecto que jamás debemos olvidar es que Dios es el autor de la familia y trazó principios que debemos enseñar a nuestros hijos.

I.- El mayor problema del género humano y de los matrimonios es perder la intimidad con Dios

1.- El pecado llevó a Adán y Eva a romper la intimidad con Dios (Génesis 3:1-13)

2.- El pecado llevó a que Adán y Eva salieran de la Presencia de Dios (Génesis 3:23, 24)

3.- Si deseamos experimentar cambio y crecimiento en la relación familiar es necesario evaluar cómo anda nuestra vida (Salmo 51:3)

            a.- Sólo Dios nos puede transformar (Salmo 51:7, 10)

            b.- Dios valora nuestro arrepentimiento y decisión de cambio (vv.16, 17)

            c.- Dios es quien puede convertirnos en mejores cónyuges y padres (v. 2)

4.- Recobrar la intimidad con Dios es esencial para edificar familias sólidas

5.- Es importante enseñar a nuestros hijos a mantener intimidad con Dios

II.- Dios es el autor de la familia y trazó principios que debemos enseñar a nuestros hijos

1.- Los hijos al interior de la familia son una bendición (Génesis 4:1)

            a.- Los hijos siempre han estado en el plan de Dios

            b.- Dios conoce a cada uno de nuestros hijos y nos orienta para edificarlos

2.- Cada uno de nuestros hijos tiene su propia forma de ser. Es necesario respetar su individualidad, sin que eso no signifique que debemos orientarlos y formarlos en principios y valores (Génesis 4.2)

3.- Si en algo fallaron Adán y Eva fue en la crianza de los hijos

            a.- No le enseñaron a Caín y Abel la manera apropiada de rendir adoración a Dios (Génesis 4:3, 4 a)

            b.- Además de la calidad de la ofrenda, mediaba otro aspecto: La actitud con la que debían ofrendar

            c.- Es necesario enseñar a nuestros hijos a adorar a Dios (Deuteronomio 6:5-8)

4.- Cuando enseñamos a nuestros hijos a adorar a Dios, nuestro pensamiento y acciones serán de Su agrado (vv. 4 b, 5 a)

5.- Adán y Eva no enseñaron a sus hijos a manejar la frustración (v. 5 b)

“Y se ensañó en gran manera Caín, y decayó su semblante…”

            a.- Debemos enseñar a nuestros hijos que pueden dominar las tentaciones y la inclinación a pecar (vv. 6, 7)

            b.- Debemos enseñar a nuestros hijos a ser muy unidos. Cuidarse, amarse y perdonarse como hermanos (v. 8)

            c.- Debemos enseñar a nuestros hijos que delante de Dios toda acción tiene sus consecuencias (vv.9-16)

III.- Es necesario volver a los fundamentos de la familia (Salmo 127:1-5)

1.- Dios que creó la familia, puede reorganizar nuestro hogar (v. 1)

2.- Si deseamos reorganizar nuestra familia debemos concederle a Dios el primer lugar (v. 2)

3.- Sólo Dios nos guía y orienta en el proceso de formar a los hijos (v. 3)

4.- Sólo Dios nos ayuda a valorar al cónyuge y a nuestros hijos como una bendición y no como una carga (vv. 4, 5)

Conclusión:

Los padres tenemos sobre nuestros hombros una enorme responsabilidad: Enseñarle a nuestros hijos a caminar con Dios, a fundamentarse cada día a partir de principios y valores, pero al mismo tiempo, debemos impartirles instrucciones respecto a cómo se debe adorar al Señor. Jamás podemos perder de nuestro horizonte la conciencia de que nuestro cónyuge e hijos constituyen una bendición y no una carga pesada. Esa es la razón fundamental de hacer nuestro mejor esfuerzo, con ayuda de Dios, para cuidar de nuestra familia.