Por Juan Arolas
En Ti se halla, Señor, la fuente clara,
de la felicidad y bienandanza,
gozada sobre el sol, viendo tu cara,
gozada bajo el sol, en tu esperanza.
De esta dulce esperanza se deriva
la que goza el mortal aca en el suelo,
raudal limpido y puro de agua viva,
de indeficiente origen en el cielo.