Procure llevar una vida intachable

familia 1-2

Fernando Alexis Jiménez

¿Cómo lograr que la relación de pareja y con los hijos experimente crecimiento? Es una de las preguntas que se formulan con mayor frecuencia a los guías espirituales cristianos, a sicólogos, a consejeros de familia e, incluso, a quienes estando en el mundo, muestran algún grado de sabiduría.

Probablemente usted se formula el mismo interrogante. Desea una relación familiar armoniosa, en la que haya no solo amor sino comprensión y tolerancia. Desea que cada día la relación crezca y resulte enriquecedora para todos. El eje central, si desea que a nivel de su hogar se experimente un cambio, es involucrar a Dios. Permitirle que ocupe el primer lugar.

Los especialistas coinciden en asegurar que uno de los problemas estriba en que justamente los líderes son quienes mayores problemas de familia enfrentan. No debiera ser así, según lo racionalizamos en el imaginario colectivo, pero es real. Pareciera que sabemos liderar en todas las áreas menos en el hogar.

A menos que todos los esposos y esposas experimentemos una transformación personal, no podremos liderar adecuadamente en la familia. Este aspecto fue abordado por el apóstol Pablo quien al escribir a creyentes como Tito, en el primer siglo de nuestra era, le enseñó:

“El anciano debe llevar una vida intachable. Tiene que serle fiel a su esposa,  y sus hijos deben ser creyentes que no tengan una reputación de ser desenfrenados ni rebeldes.”(Tito 1:6. NTV)

Es importante tomar nota del llamado que hacen las Escrituras a una vida intachable. Un testimonio del que nadie puede dudar ni tampoco, poner en tela de juicio nuestro comportamiento como creyentes. Ese proceso se fundamenta en la decisión de revisar en qué estamos fallando en nuestra condición de esposos o esposas, y aplicar correctivos. Es cierto, no podremos lograrlo en nuestras fuerzas, pero sí con ayuda de Dios.

Ligado al compromiso de vivir un testimonio a toda prueba, vienen dos principios más: el esposo debe ser fiel—en pensamiento y obra—a su cónyuge, y asumir la responsabilidad de educar a sus hijos en sólidos principios de fe. Esos tres cimientos no son triviales sino por el contrario, relevantes; revisten importancia porque son el fundamento de una vida familiar victoriosa.

            Es tiempo de evaluar nuestra vida y aplicar correctivos. Hoy es el día para comenzar. El mejor paso es recibir a Cristo en nuestro corazón como nuestro único y suficiente Salvador. Hágalo ahora mismo. Ábrale su corazón a Cristo…

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Posted on 2014/07/03 at 12:21 am in FAMILIA   |  RSS feed |   Responder   |   Trackback URL

Etiquetas: familia