Si no vas conmigo… ¡No voy!

Por Marcos Witt. “Y Moisés respondió, Si tu presencia no ha de ir conmigo, no nos saques de aquí” – Éxodo 33:15.
Estuve pensando acerca de la cantidad de substitutos que tenemos en la vida. Tenemos substitutos de azúcar, de leche, de carne, de vitaminas, de maestros, de actores, y muchos más. Precisamente en este capitulo del libro de Éxodo, encontramos la vez en que Dios también quiso enviar a un substituto.

El pueblo de Israel había salido de Egipto e iban rumbo a la tierra prometida. Como muchos ya conocemos, este pueblo era un poco complicado y en una oportunidad, Moisés subió al monte para hablar con Dios y allí recibió lo que hoy conocemos como los 10 mandamientos en una par de tablas. Cuando él regresó, se dio cuenta que el pueblo de Israel se había ido a la deriva y estaban adorando a dioses falsos; hasta habían hecho un becerro de oro al cual adoraban. Entonces, Dios se encendió en ira de una manera tan fuerte que cuando Moisés fue de nuevo a consultar con Dios, el Señor le dijo, “¿sabes qué Moisés? Este pueblo es de dura cerviz, es un pueblo muy rebelde. Si quieren váyanse a ustedes a la tierra prometida, pero yo no voy a acompañarlos. Si quieres mejor te mando un ángel y que el ángel los acompañe. Pero  si yo sigo entre ustedes, y esta gente continúa comportándose de la misma manera, es probable que yo los consuma de la tierra”.

La Biblia dice que cuando ellos se enteraron de esta noticia, se dieron cuenta de que habían cometido un gran error y entraron en luto y el pueblo estaba muy triste porque reconocieron que habían cometido un error garrafal. Por lo tanto, Moisés dijo, “aquí tenemos que llegar a algún tipo de solución y corregir este error”. Entonces sacó el tabernáculo (el lugar donde habitaba la presencia de Dios) fuera del campamento y quedó un enorme vacío en el pueblo.

Todos los días Moisés caminaba al tabernáculo para tener conversaciones francas con el Señor e interceder por el pueblo. La Biblia incluso declara que Moisés hablaba cara a cara con Dios; en calidad de amigos. Ellos hablaban francamente. Finalmente Moisés logró decirle a Dios, “por favor, no nos dejes aquí”, y lo convenció de que en lugar de enviar al ángel, Dios mismo fuera con ellos. Así que Dios le dijo a Moisés, “iré con ustedes y les traeré descanso y paz”.

Me impactan las palabras de Moisés que contesta y dice, “si tu presencia no ha de ir con nosotros, entonces no nos muevas de aquí”. Moisés entendía perfectamente que sin la presencia de Dios acompañándonos a todos lados, estamos muertos. Si la presencia de Dios no va delante de nosotros preparándonos el camino, protegiéndonos y guardándonos, nunca llegaremos a salvo al destino que Dios tiene para nosotros.

Existen tantas personas que quieren moverse en sus propias fuerzas, en su propia inteligencia, que nunca podrán llegar a su tierra prometida si no permiten que vaya delante de ellos el Espíritu Santo.

No hay forma de poder criar bien a nuestros hijos, tener matrimonios exitosos, ser un buen maestro, un buen empleado o un buen hijo, sin tener la presencia de Dios en nosotros. ¡Nos urge su presencia!

Hay mucha gente que piensa que la religión los va a salvar. Usted puede llevar la religión al pie de la letra, cumplir todos los requisitos, y hacer todo lo que le digan que haga, pero si usted no tiene al Espíritu Santo de Dios viviendo dentro de usted, no hay nada que usted pueda hacer y la religión no tiene manera de salvarlo.

¡Ni ideologías, ni filosofía, ni dinero, ni política, ni gobernantes, ni trabajo, ni amigos, ni familiares podrán salvarlo! Lo que usted necesita es ese mismo fuego que sentía Moisés al clamarle a Dios, “¡si tu presencia no esta conmigo, no quiero nada!”

¡Usted no necesita substitutos! Usted necesita pedirle al Espíritu Santo que se levante dentro de usted y que queme sus huesos, que lo inunde de su presencia. Que usted le diga “¡no puedo vivir sin tu presencia dentro de mí! ¡Te necesito!”

Necesitamos clamar por un avivamiento del Espíritu Santo, que nuestras vidas, nuestros hogares, nuestras naciones, toda América Latina sea llena del fuego y la presencia del Espíritu Santo, que nos levantemos bendecidos, llenos de unción, llenos de la palabra de Dios, llenos del Espíritu Santo y que vayamos a las naciones de la tierra y llenemos de luz cada rincón.

Así como Moisés intercedió por el pueblo de Israel para que la presencia de Dios no se apartara de ellos, asimismo usted pelee por su familia, por sus hijos, por sus nietos, por su casa, por su negocio, por su país, por su pueblo, por su iglesia, por su vida, en el nombre de Jesús.

Por Marcos Witt.

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