El Valle de Piedra es inmenso y representó hace algo más de dos siglos, uno de los mayores retos para los pastores que asignaban con el propósito de ejercer ministerialmente entre los pocos miembros de la congregación.—
Servir a Dios es fabuloso, pero no en ese territorio tan árido en donde lo único que se produce es la tristeza y lo poco que se cosecha es la desolación—solían repetir los ministros evangélicos después de pasar un tiempo predicando por las montañas, de regreso a casa en la ciudad.