Tener fe en Dios: beneficio para la salud

¿Tener fe en Dios puede mejorar la salud? Una cantidad sorprendente de expertos afirman que sí. Los beneficios a menudo incluyen una recuperación más rápida, una presión arterial más baja, un sistema inmunológico más fuerte, una salud mental positiva y una expectativa de vida más larga.
¿Tener fe en Dios puede mejorar la salud? Una cantidad sorprendente de expertos afirman que sí, ya que ciertas características podrían estar asociadas a la fe personal y la práctica espiritual. Los beneficios a menudo incluyen una recuperación más rápida, una presión arterial más baja, un sistema inmunológico más fuerte, una salud mental positiva y una expectativa de vida más larga. En otras palabras, las compañías aseguradoras se pelearán por tenerlo bajo su cobertura.

Las facultades de medicina de las universidades más respetadas investigan sobre los impactos que la fe tiene sobre la salud. Por ejemplo, la Duke University tiene un centro donde se estudia los efectos de las religiones y las espiritualidad en la salud. Asimismo, Harvard enseña a sus profesionales en salud sobre la espiritualidad y la sanidad en el campo de la medicina. De igual manera, los médicos de la universidad de Columbia investigan sobre el papel de la religión en la sanidad de las personas.

John Templeton, Jr., cirujano pediátrico e hijo de un famoso financiero y filántropo, afirma que «la fe de las personas ejerce una fuerte influencia sobre el bienestar, la voluntad de luchar contra las enfermedades y la habilidad para recuperarse». La fundación John Templeton ha realizado grandes aportes en la investigación de este tema.

Harold Koenig, reconocido psiquiatra de Duke University, durante su entrenamiento médico se interesó  en los efectos de la fe en la salud. Se sorprendió al ver cómo un alcohólico sin ninguna esperanza pudo recuperarse gracias a su fe. También fue testigo de cómo una pareja mayor, con un trágico historial marital, encontraba gozo, y de cómo se unieron más que nunca gracias a una búsqueda espiritual que realizaron juntos. Koenig renovó su relación con Dios y empezó a estudiar la forma en que su fe influenciaba para bien su trabajo. La revista Duke anota que el Dr. Koenig y sus socios analizaron más de 1.100 estudios y que «la gran mayoría demostraron una relación de que cuanto más se involucraba una persona en su religión, mejor salud gozaba».

Koenig admite que muchos de esos estudios no son perfectos y los que critican su enfoque mencionan que esa correlación no significa necesariamente la causa. Es difícil controlar múltiples factores como edad, género, educación y genética. Ellos cuestionan el hecho de que una persona se involucre en la iglesia significa que gozará de una mejor salud, entonces ¿podría el apoyo comunal o la sensibilidad ante la vida, y no la fe en Dios, ser factores determinantes?

Existen diferencias sutiles entre judíos, cristianos y musulmanes devotos que gozan de una buena salud. Koenig cree que las claves son el compromiso con Dios y con una comunidad, pero no cualquier comunidad. Las personas que asisten a la iglesia parecen ser más sanas que las que asisten al estadio o forman parte de otro grupo social.

Koenig enfatiza «el amor incondicional» que a menudo se recibe en estas reuniones espirituales. Además marca una diferencia entre los creyentes «extrínsecos» (quienes buscan solo alguna amistad, estatus o poder) y los creyentes «intrínsecos», cuya fe impregna sus vidas y decisiones diarias y quienes disfrutan de los mayores beneficios en su salud. Entonces recordamos una de las amonestaciones de Jesús que mezcla el amor con la creencia intrínseca: «Un mandamiento nuevo os doy: que os améis los unos a los otros; que como yo os he amado, así también os améis los unos a los otros» (Juan 13.34).

El profesor de medicina de Georgetown University, Dale Matthews, comparte que su fe cristiana se basa no en los beneficios sobre su salud, sino en su fundador: «Si un estudio demostrara que la adoración a Elvis es más beneficiosa que el cristianismo, no cambiaría mi creencia en Cristo Jesús».

Por supuesto, no todos los pacientes por quienes oramos se sanan. También debemos recordar manejar las decepciones ya que forman parte de la vida. Koenig continúa su investigación con una percepción optimista y afirma: «La religión puede ser beneficiosa tanto como no fumar» y con ella logramos disfrutar de una vida más larga.

Muchos profesionales de la salud están de acuerdo. La investigación de Yankelovich demostró que 99% de médicos y 94% de profesionales de instituciones de salud preventiva creen que la oración, las meditaciones o cualquier otro ejercicio espiritual ayudan a la persona a recuperarse más rápido.

El Secretario de Salud del Estado de Florida, Robert Brooks, quien es también médico, afirma que las organizaciones orientadas a la fe juegan una mayor función en el cuidado de la salud. Florida da subvenciones a las iglesias para que desarrollen programas de salud preventiva así que no se sorprenda si muy pronto escucha más sobre este tema.

Por Rusty Wright, escritor y orador asociado a Probe Ministries (www.probe.org)

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